Al día siguiente, cuando despertó sintió un dolor muy fuerte en el pecho.
Miró su cama, y vio unas gotas de sangre, sus sincretices volvieron a abrirse.
Mierda.
Se volvió a acostar. No se sentía nada bien se sentía pésima, tenía dolor de cabeza y estaba mareada, y tenía un dolor muy fuerte en el pecho, no sabía que era.
Al cabo de unos diez minutos, se levantó y fue al baño. Agradeció que hayan construido uno en su recamara, se lavó la cara, y vio las bolsas que se formaron debajo de sus ojos lo que faltaba.
Sus ojos celestes brillaban más de lo normal y eso en ella, era estraño , giró la cabeza y vio –por la ventanita del baño– que los árboles se movían de un lado para otro con fuerza, supo que el viento había aumentado y que haría mucho frio. Debía prepararse para ir a la escuela, a sufrir de nuevo la tortura.
Buscó entre los cajones de su ropera, una sudadera con la frase “Fuck the world”, un buzo de lana rojo, tomó unos jeans azules, sus converse negras y bajó las escaleras.
El pelo lo tenía atado en una coleta alta con algunos mechones en su cara.
No iba a desayunar, no tenía hambre, tampoco deseaba salir de la casa pero no le quedaba mas opción que ir .
{…}
Llegó a la escuela, de esta entraban y salían alumnos con carpetas, mochilas, y útiles en las manos. Muchos autos estaban estacionados en el aparcamiento de automóviles, y de ahí salía Stephie con sus dos mejores amigas o mejor dicho sus dos clones, quienes siempre le acompañaban de un lado par a otro.
Martina emprendió camino hacia la entrada y llegó a su taquilla. Buscó el libro de biología, y el de física. Alguien cerró el locker de un segundo, asustándola, y le dio media vuelta. Tiró de sus libros, y los pateó lejos... y la bruja de Stephie agarró la mochila de Martina, y la arrojó al patio de enfrente a ellas, el celular meró volando del bolsillo delantero, vio como este se rompía.
—Lo siento, no fue mi intención. —Dijo, y chasqueó la lengua sonriendo.
Martina se quedó callada.
—Así me gusta, que estés callada, que no hables. —Le dio unas palmaditas en la mejilla. —No le dirás a nadie esto ¿O no, Martina?
—No hablaré. —Logró susurrar, y Stephie le empujó contra los casilleros. Martina chocó la cabeza contra los mismos siempre era las misma rutina.
« ¡Di algo! »
« Cierto, eres tan cobarde que nunca hablarás. »
Cerró los ojos, y obligó a su cabeza que se callara de una puñetera vez. Sus ojos empezaron a nublarse, quería llorar nuevamente, necesitaba hacerlo para, sacar todo pero, no lo haría frente a ellas. No merecían que la vieran en esa posición, así de frágil, se aprovecharían más de lo que ya lo hacían continuamente.
Stephie empezó a reír, y sus amigas, le acompañaron. Las llamó, y se pusieron a los costados de Martina.
— ¿Vas a llorar, nena? — la perra de Stephie hizo un puchero, y le pegó una cachetada. —No derrames una lágrima puta o si pájaras las consecuencias de tus propios actos como siempre de tus propios actos.
Martina sintió un escalofrío bajando por todo su cuerpo. Se estremeció de temor.
— ¿Por qué me hacen esto? —Preguntó en un susurro, y cerró los ojos.