CAPITULO 7

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El lunes a la mañana fue una tortura para Martina, todos los días era una tortura para ella. 
La noche del domingo, ella deseo que el tiempo se detuviera ahí mismo, y que sea siempre de noche y que nunca se hiciera de día , o que el fin del mundo se produjera en ese mismo momento pero nada de eso pasó. 
Mercedes le llamó al teléfono unas diez veces y Martina, contestó a la décima vez.
La rubia le contó que Stephie no estaba en la prepa, le había preguntado a la mayoría de los estudiantes, y ella también recorrió la escuela entera, y no se encontró con ella, ni con dos clones. 
Martina seguía teniendo medio, su estómago se retorcía cada vez que pensaba en aquello. 
Después de veinte minutos de dar vuelta por toda su habitación, buscó ropa para cambiarse. 
Un pantalón negro y una remera del mismo color con las letras rosas que decía “I LOVE MUSIC”, tomó sus converse rosas, y se las puso. 
En cinco minutos empezaría su clase, y recién salía de la casa, no iba a llegar. Sus ánimos estaban por el suelo, y la idea de que si llegaba a ir le lastimarían, no era buena. Así que todo estaba en su contra. 
Acomodó su morral, la cinta que le atravesaba el pecho, le molestaba… Y sus anteojos, igual aun no llevaba sus lentes de contacto. Ella tenía los mismos ojos que su mama y por eso mismo no le gustaban, le recordaban todo a ella porque ella era la viva imagen de su mama, y eso significa sentir pena de ella y dolor a recordar a su mama
Entre pensamientos, y discusiones con su mente, llegó a la prepa. 
Hace quince minutos que la clase había empezado. 
La mandarían a castigo si entraba ahora pero, prefería eso antes de encontrar a perra de Stephie con sus dos clones intentando pegarle o lastimarla. 
Cuando sintió una mano en su hombro izquierdo, sintió  un escalofrío en todo el cuerpo de arriba abajo y a la vez miedo. Se tensó, rogó que no fuera Stephie, y así fue… 
Era Jorge. Martina rodó los ojos cuando le vio con una sonrisa maliciosa en la cara. Movió su hombro parar quitar la mano de él. 
—Has venido, perrito. —Le acarició la cara y le sonrió. 
Y ahí fue cuando Martina empezó a temblar y a tener más miedo. 
Estaban en medio del pasillo que conectaba a todos los otros. 
Por uno de estos, salió Stephie con sus dos clones, quienes estaban vestidas con su uniforme de porristas. 
Stephie se acercó a su novio, y le besó en la boca, se veía ambas lenguas pegarse y jugar una con la otra. Jorge le tocó el trasero, levantando su vestido que no era un vestido normal y tampoco corriente parecía una zorra, y ella, llevó sus manos por debajo de su remera. 
Se despidieron con otro beso más profundo que el de antes, y Jorge miró a Martina una última vez para luego, darse media vuelta e irse por un pasillo.
—Que valiente que resultaste ser, Martina. —Dijo Stephie caminando alrededor de ella con los brazos cruzados por su pecho. 
Martina respiró profundamente. 
« No. Por favor. No. »
—De todas maneras, si hoy no venías al la prepa, te iríamos a buscar a tu casita. 
— ¿Qué van a hacerme? 
—Algo que te quedará marcado de por vida, cielo. 

{…}

La mochila de Martina estaba tirada en el piso cuando Mercedes la encontró. Cuando alzó la vista vio a Jorge caminando con sus manos en los bolsillos, tomó el morral de su amiga y caminó hacía él. Le pegó con el mismo en medio del pecho.
El castaño levantó la vista, y encontró a la rubia con el ceño fruncido. Después miró hacia lo que sostenía, y entendió que estaba buscando a su amiga. 
Jorge negó con la cabeza, y levantó los hombros. Siguió caminando. 
— ¡Para ahí! —Le gritó. 
Caminó donde él. 
—Sabes dónde está, y me lo vas a decir, Blanco. —Se le acercó. 
Jorge rió con ganas, y se alejó. 
—Rubia, no sé donde está… 
Mercedes soltó una carcajada, y cuando él empezó a caminar de nuevo, ella lo tomó del brazo, y le detuvo. 
—Me dices donde está, o yo lastimaré a tu novia hasta que se quede sin su cabellera. —Le guiño un ojo, y Jorge negó con la cabeza con una sonrisa en la cara. 

{…}

Jorge la condujo hasta el lugar donde le dijo que estaba su novia. Cuando llegaron, encontraron a Stephie sacando una navaja pequeña de su bolso, y le apuntó a Martina. 
Martina tenía moretones en la cara, y en el cuello, en los brazos, y su remera estaba toda rota, sus zapatillas pasaron a ser grises al igual que su pantalón. 
Tosía con dificultad detrás de las vallas de la cancha de futbol. 
La boca de la rubia de Mercedes cayó hacia el suelo al igual que la que Jorge. 
Mercedes soltó el bolso y salió corriendo en busca de su amiga, empezó a gritarle a Stephie hasta que ella se dio media vuelta. 
Martina estaba casi inconsciente en la tierra. 
— ¡Te acercas y se la clavo! —Gritó Stephie con furia. 
La rubia paró en seco, y casi cae. 
Tenía lágrimas en los ojos, se dio media vuelta para ver a Jorge pero, él ya no estaba. Se había ido. 
—Maldito imbécil. —Susurró. 
— ¡¿Qué haces aquí?! ¿Quieres sufrir también como ella? —Dijo Stephie y volvió a pegarle una patada a Martina. 
Jorge llegó por detrás de Stephie, y la abrazó. Susurró algo a su oído, y tiró la navaja lejos. Ahí fue cuando Mercedes corrió hacia Martina. Al llegar, se tiró a su lado, y tomó su pulso. 
Respiraba. 
Cuando subió la mirada, los cuatro ya no estaban. 
Una lágrima cayó por la cara de Martina. 
—Quiero morir. —Dijo, y luego tiró la cabeza para atrás.
Mercedes llamó a su hermano para que viniera a buscarla al la prepa, le dijo por donde tenía que entrar para que no le vieran, ya que no era un estudiante del mismo. 
Martina respiraba con dificultad, la debían llevar al médico aunque ella no quisiera. No podía seguir así, debían vendarle algunas partes del cuerpo que tenía lastimada, y curárselas. 
Cuando escuchó pasos detrás, giró la cabeza. Mercedes vio a su hermano buscándola con la mirada, ella silbó, y al verla, corrió donde ella. 
Su hermano, fue bajando su paso cuando vio a la chica que Mercedes sostenía entre sus brazos contra la pared. 
—Mercedes, ¿Qué pasó? —Se quitó la capucha de la campera, y le miró. Sus ojos estaban cristalinos. 
—Luego te explico. —Susurró. —Ayúdame. 
Diego tomó a Martina entre sus brazos, y la levantó. 
Se removió incómoda, y se quejó. 
Le dolía la cara, la espalda, la cintura, las piernas, y las manos de tanto defenderse contra Stephie. Abrió un ojo, el cual no tenía lastimado, y vio a un chico rubio sosteniéndola, sus ojos grises penetraron en los suyos verdes. 
En ese momento, Martina sintió que el dolor desaparecía lentamente. 
Diego le sonrió, y ella solo volvió a cerrar el ojo. 
Salieron del edificio, y a la salida, Mercedes vio a Jorge mirando para todos los lados en busca de algo o alguien… Cuando vio a Martina salir en manos de un chico, corrió hacia la rubia. Trató de esquivarlo pero, le tomó del antebrazo deteniendo su paso. 
Despeinó su cabello, y abrió la boca para hablar pero, las palabras no salieron. 
No podía decir nada, había sido parte del plan que Stephie tenía… No sabía nada de este, pero igual, provocó que la lastimara de tal manera que le duraría por semanas. 
— ¿Cómo está? —Logró susurrar. 
Mercedes se limpió una lágrima que cayó por su ojo derecho, y le pegó una bofetada en la cara a Jorge. Le señaló con su dedo índice. 
— ¡No tienes ni un puto derecho en preguntar cómo está sabes eres un puto idiota! —Le recriminó. — ¡La viste cuando fuiste a sacar a tu novia de ahí! Apenas puede respirar… —Las lágrimas cayeron por sus mejillas. —Ambos son unas bestias… Con razón están juntos son tan para cual. 
Y sin decir más, se dio media vuelta, empezó a correr hacia llegar hasta el auto y subir en el lado del copiloto.

{…}

Martina pidió en murmullos que no le llevaran al hospital porque, luego su padre tendría que ir a buscarla, y no querría explicarle que le pasó. 
Condujeron hasta el departamento de Diego. 
Él cargaba a Martina en sus brazos, y Mercedes abría todas las puertas para entrar lo más rápido posible. Cuando entraron al apartamento, Diego fue hacia su habitación, y la recostó en la cama, Mercedes corrió hacia el baño para buscar la caja de primeros auxilios, desordenó todo el estante hasta encontrar el botiquín. 

Desinfectaron, curaron, y cubrieron todas las heridas que tenía. 
Se dieron cuenta que se había quedado dormida, y salieron de la pieza dejándola descansar. Mercedes se recostó en el pecho de su hermano a llorar. No entendía por qué la gente hacía este tipo de cosas, y por qué personas buenas como Martina debían sufrirlas. Diego la consoló hasta que su llanto empezó a disminuir. 
—Cuéntame, ¿Cómo pasó? A ti no te lastimaron, ¿No? —Frunció el ceño, serio. 
Mercedes negó con la cabeza, y se separó de su hermano para apoyarse contra el sofá. 
—Vi su morral tirado en medio del pasillo… y, y sabía que algo no iba bien… El fin de semana, le amenazaron, y hoy lo cumplieron. —Sollozó. —Vi a Jorge, el novio de Stephie, la chica que hizo esto, y le obligué a que me dijera dónde estaba… —Negó con la cabeza, e hizo una mueca de dolor. —Cuando la encontré, estaban a punto de clavarle una navaja… Jorge luego se la llevó, ahí fue cuando fui con Martina, y te llamé a ti. —Sus lágrimas caían por sus mejillas. Se acurrucó entre los calientes brazos de su hermano quien le consolaba la pena, y el dolor que sentía ella por su amiga. 
—Yo le dije que ellos no estaban en la prepa y que podía ir… tranquilamente. —Dijo Mercedes. —Soy una estúpida. 
—No, no, no. —Limpió sus lágrimas con el pulgar. —Mer, no eres una estúpida… No pensaste que le harían daño de verdad, quédate tranquila ¿vale? —Le abrazó, y luego, la puerta de la habitación se abrió. 
Martina tenía una mano en la cabeza, y otra en la cintura. Su labio estaba abierto, de este salía sangre. Su mirada recorrió todo el lugar hasta posarse en Mercedes, intentó sonreír pero, tenía toda la cara dormida. No podía moverla, no lloró, no tenía más lágrimas para derramar. 
Mercedes se paró del sofá, y cuando estaba a punto de tirarse a sus brazos, se detuvo. Le dolería mucho, Martina agachó la cabeza, y poco a poco se acercó hasta estrecharla entre sus brazos con delicadeza. 
Mercedes mojó su camisa con el agua que salía de sus ojos, se sentía fatal. 
No iba a dejar que esto le pasara de nuevo… No entendía su dolor al cien por ciento, pero, sabía que era que te criticaran hasta por tu color de ojos. 
—Todo está bien. —Susurró Martina con su voz cortada. 
Se separaron, y Martina sonrió, o intentó hacerlo de la mejor manera. 
Diego se paró del sofá, y fue a la cocina. 
La rubia, mientras tanto, ayudaba a Martina a llegar al sofá y sentarse sobre este. 
Minutos después, apareció Diego con una taza de té, y se la entregó sentándose en el sillón de enfrente. Martina le miró. 
— ¿Es tu novio? —Le señaló. 
—Es mi hermana. —Dijo el chico desde el otro lado. —Me llamo Diego. —Sonrió, y elevó una mano para saludarla. 
Martina hizo lo mismo, y escondió una sonrisa. 
Era lindo. 
— ¿Recuerdas algo? —Preguntó Mercedes sacándola de sus pensamientos. 
Ella respiró hondo, y cerró los ojos con fuerza deseando poder decir que no, pero no era así. Nunca tuvo pensamientos tan claros, y naturales como estos.
—Lo recuerdo todo.

I wish you let me die |Adaptada|Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora