Cuando salió del prepa, empezó a caminar hacia el centro comercial. Si tenía una cita con Diego, y realmente estaba emocionada por eso. La última vez que él la había visto, se fue porque no soporto verla de tal modo, y ese mismo día casi se besa con Jorge pero, estaba segura que solo fue un error, no quería algo con él. Tampoco relacionarse con él de forma amistosa, eso traería problemas. Acomodó la cinta de su morral porque le molestaba en el pecho. Le dolía la muñeca, y le costaba respirar un poco así que, caminaba despacio… Total, el centro quedaba cerca, y no tardaría tanto.
Escuchó unos pasos detrás que se acercaban con rapidez, y pensó en qué podría ser una de las tantas personas que salen a correr por el mediodía o un ladrón. Para no ser tan negativa, eligió la primera opción. Aunque cuando giró y se encontró con el chico de ojos mieles y pelo castaño claro, supo que no había acertado en ninguna de sus opciones.
Pensó en que estaba llegando tarde a algún lugar pero cuando se posicionó al lado de Martina, supo que no era así. Ella sonrió, y miró hacia el frente.
« ¿Qué estás haciendo conmigo, Blanco? »
Jorge metió sus manos en sus bolsillos después de acomodar su mochila que colgaba de un hombro. Parecía vacía, no estaba llena como pensó que lo estaría… O dejó todos los libros en el casillero o nunca los llevó a clase porque, mañana habría examen de química, una asignatura que tuvieron hoy. Martina abrió los ojos, y siguió caminando pero, ahora tenía un acompañante.
—Oh, entiendo… ¿Te haces el bueno conmigo para que mañana te ayude en química? —Martina arqueó una ceja, y su comisura izquierda se elevó.
Jorge negó con la cabeza mientras que sus cejas se fruncían. En su frente se formaban pequeñas arrugas que le hacían parecer tierno.
—Solo quería hablar contigo.
Martina asintió con la cabeza. Lamió su labio inferior y miró hacia el frente. Volvía con las suposiciones en la cabeza: alguna amenaza de Stephie y sus clones o una pregunta de por qué ella hacía lo que hacía, o cosas así como solía preguntarle. No le gustaba que se metieran en su vida a menos, que ella permitiera eso. Y Jorge, hacía todo lo que Martina nunca permitió… Y en parte, eso le agradaba. Le gustaba esa personalidad de rebeldía que tenía.
« Martina, cállate. Sólo míralo, es demasiado bonito como para fijarse en ti. »
Los pensamientos negativos de su ser volvieron a parecer, hace un mes que estos se habían ido, y ahora cuando su mente había estado en paz, tuvieron que regresar. Jorge movía la boca, pero ella no escuchaba. Tenía un mundo metido en la cabeza.
Escuchó el final de la oración pero, no logró entenderla. Jorge tenía un color carmesí en sus pómulos, Martina controló su mano para que esta no fuera a parar a su mejilla y la apretara como hacen las tías cuando no te ven por mucho tiempo.
— ¿Podrías repetirlo, por favor? Estoy distraída.
Jorge suspiró, y después de unos infinitos segundos… habló.
—Me costó decírtelo la primera vez, ahora va a costarme el doble.
Martina se tensó. ¿Qué era tan secreto que le costó decírselo la primera vez? Ella acarició su brazo, tranquilizándolo pero, se arrepintió. Lo alejó minutos después. No quería tener contacto con él pero lo primero que hacía era aprovechar la oportunidad de tocarlo, observó sus ojos mientras se perdía en el tiempo. Jorge acortó un paso la distancia, y Martina se quedó tan plantada como una planta que Jorge dio otro paso para adelante. Martina bajó la cabeza, sintiendo su calor corporal contra el de ella. Subió su cabeza por su mentón, y acarició con su dedo pulgar su labio.