CAPITULO 5

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A la mañana siguiente, el clima sorprendió a Martina más de lo normal era un día lindo casi nunca hacia buen día en esa época del año en México. El cielo estaba cubierto con algunas nubes, y con un sol tapado por algunas de estas. Refunfuñó, era un día lindo, hace mucho tiempo que no hacia un día tan fabuloso pero ella se pregunto si su día seria bueno, y hacia un día tan bueno que era para llevar una blusa de  con las mangas hasta la muñeca o más arriba de la muñeca, o como para llevar consigo una campera pero, no podía ir con sus brazos descubiertos porque si no padre y los profesores de la prepa podían enterase de que ella se cortaba. Tenía marcas por todas partes nunca le había dicho la verdad a nadie nada mas aquel día que el idiota de Jorge lo descubrió, y no iba amostrarlas como si nada. 
Abrió la ventana de su recamara, el aire que entraba por la ventanilla era cálido, fresco, puro, y limpio. 
Sus brazos dolían cada vez que estos se flexionaban, no pensó en el dolor al día siguiente que este le otorgaría, solo pensó en la manera que la hacía sentir en ese mismo momento. 
Su padre tocó a la puerta. 
—Martina, estoy a punto de salir al trabajo, ¿estás mejor? 
Miró a sus brazos.
—Sí, suerte en el trabajo, pa. 
—Suerte en la escuela, hija. —Dijo esto, y se fue. 
Cuando Martina escuchó a su pa irse y cerrar la puerta de la casa , destrabó la puerta de su habitación, y abrió la puerta para comprobarlo. 
Fue a su armario, y en el último cajón, buscó unas vendas que tenía. 
Se deshizo de su pijama, y se cubrió con las mismas para que si las heridas se le abrían, este pudiera detener la sangre por lo menos un rato. Cuando apretó con fuerza para que esta se le quedara bien ajustada a su antebrazo. 

{…}

La cantidad de maquillaje que se había puesto en su cara fue increíble. Cuando se vio en el espejo de su baño, sintió pena por sí misma. 
Cinco moretones alrededor de su cara, y unos dos en su cuello. 
Al entrar al Instituto, iba con la cabeza baja, había perdido sus lentes de contacto, por lo tanto, llevaba gafas y lo peor de todo, se notaban sus hermosos ojos verdes, siempre los tapaba con sus lentes de contacto de color café. 
Estos llamaban mucho la atención, y por eso sus ojos no le agradaban. 
Llegó a su taquilla, y buscó su libro de biología, cuando llegó una chica con pelo rubio largo hasta la cintura, estaba apoyada contra el mismo. Martina le pidió permiso, y ella se quedó en el mismo lugar. 
— ¿Tu eres Martina, verdad? 
La chica se corrió, y ella abrió su taquilla. 
—Si, ¿Quién eres? 
—Mercedes Lambre. —Acomodó su mochila, y se apoyó contra otro casillero. —Ayer, vi que tuviste un problema con Stephie, y le he preguntado a ella… 
Martina frunció el ceño. 
— ¿Le has preguntado? ¿Tú sabes cómo es ella? Si estabas acá, debiste haber escuchado que dijo que no contara nada… —Cerró de un golpe la puerta de este. 
—Vale, lo siento, lo escuché pero, pensé que tal vez si te preguntaba a ti, no me dirías. 
Martina se rió con un tono sarcástico. 
—Hubiera preferido que me lo preguntaras a mí. Stephie se enteró y… —Se quedó callada. 
Mercedes alzó las cejas esperando a que ella siguiera la frase. 
—No fue lindo, ¿vale? Ahora, un consejo para la vida, no te metas en cosas ajenas…
Dijo con un tono demasiado imperativo. 
Gracias a ella, ayer fueron a su casa a pegarle. 
Tenía ganas de darse la cabeza contra la pared hasta morir. 
—Lo siento, ¿vale? ¡No te pongas así! 
Martina se detuvo y reflexionó. Le habló mal, pero es que solo estaba furiosa porque la lastimaron solo porque Mercedes no quiso preguntarle por el hecho de que no quisiera decirle. 
—Perdón por hablarte de esa manera, no estoy de humor. —Dijo dando la vuelta. Alzó los brazos, y los dejó caer en sus muslos a los segundos.
Mercedes solo sonrió, y fue a su lado, Martina empezó a caminar, y al darse cuenta que ella la seguía, le miró.
Había visto a Mercedes en muchas de sus clases, y en los recesos pero nunca pensó en hablarle o tener algún tipo de relación con ella, Martina frunció sus labios, y la rubia suspiró. 
—A que te preguntas por qué estoy caminando a tu lado, ¿no? 
—Haz leído mi mente rubia. 
Mercedes juntó sus manos por su estómago, y sonrió de lado.
—Antes que nada, siento que necesitas ayuda chica, y segundo, pareces interesante. Me gusta conocer gente intrigante, y cerrada, tú… eres muy alejada a todo, eso me gusta, eres diferente. —Alzó los brazos, y siguió caminando, metió las manos en un bolsillo de su pantalón de jean. 
Martina se limitó a mirar al piso hasta que sonrió de lado.
La chica de algún modo le parecía muy al estilo de la perra de Stephie por la manera de vestirse, y maquillarse pero, en su personalidad parecía buena y ella sabía que no era una perra como Stephie. Capaz debería averiguarlo, no iba a alejarse cuando tenía una oportunidad de conocer a alguien. 
—Eres una persona loca rubia no, ¿sabías? —Martina le miró. 
— ¿Por qué lo dices? —Preguntó la rubia recogiéndose el pelo en una coleta toda desordenada. 
—Porque me hablaste, ahora Stephie también podría molestarte a ti solo por haberme hablado tan solo una vez. 
Mercedes rió, y apagó su celular mientras que se dio media vuelta para mirarle. 
—Es irónico porque, Stephie te habla todo el día… 

{…}

Hubo un momento en la clase de la cuarta hora que le pareció muy incómodo por que alguien la miraba. 
Demasiado incomodo. 
El, si Jorge se le pasó toda la hora mirándola, seguro preguntándose por qué ya no tenía moratones en toda la cara. Martina realmente molesta por como él le miraba, le miró y Jorge al darse cuenta de eso, desvió su mirada. 
La rubio de Merchi golpeó su brazo con la mano, y le guiñó un ojo. Martina rió. 
Tocó el timbre y todos los alumnos se pararon de sus respectivos asientos, y salieron. El profesor fue el primero en salir, y la rubia agarró el antebrazo de Martina entre sus manos para llevarla fuera rápido.
Martina se mordió el labio tratando de no gritar, y cerró los ojos con fuerza al sentir un escalofrío en todo su cuerpo. 
Antes de que saliera, y el, si Jorge la tomó de la campera, y las dos se pararon en seco, y él le dijo a la rubia que se fuera que debía hablar con Martina a solas, quien al principio se negó pero, luego de ver la mirada de Jorge sobre ella, aceptó. 
Todos le dominaban como a un perrito faldero.
—Es verdad lo que dice Stephie, se te controla muy fácil, se te domina como a un perrito faldero. 
Martina se cruzó de brazos y se sentó en un pupitre para escuchar lo que él tenía que decirle. Miraba hacia el piso cuando él le silbó para que levantara la cabeza y ella sabía que hoy tampoco iba a ser un día bueno. 
—Muy bien, perrito. —Le aplaudió en la cara. 
Bufó, y rodó los ojos. 
—Si vas a decirme cosas para lastimarme o humillarme, no es necesario porque con tu novia es  suficiente… —Dijo esto, y se paró para irse pero, Jorge no la dejo ir y la tomó del brazo. Se mordió el labio, y se zafó de su agarre.
— ¿Qué te pasó ayer en la cara? Estabas llena de moretones, y hoy no tienes nada de nada. 
Martina rió, y miró hacia un costado para luego posar su vista en él, el era tan incrédulo o que no sabía que existía el maquillaje. 
— ¿Para qué quieres saber? Es mi vida, no la tuya y a ti no te importa en lo absoluto como a mí la tuya. 
—Pero tu vida es controlada por todos nosotros y sobre todo por mí a sí que quiero explicaciones ahora. —Tomó el brazo de Martina entre sus manos con fuerza. — ¿Qué te ha…? 
—Me estás lastimando. —Susurró mirando al brazo, y Jorge la soltó al segundo porque él era el único que no le pegaba le insultaba si pero pagarla nunca. 
Jorge miró hacia sus ojos, y observó como brillaban estos. Martina bajó la cabeza, sintiendo vergüenza, y sin decir nada más, salió del salón. Mercedes le había esperado.
— ¿Qué quería? 
— Lo mismo de siempre rubia molestarme, ¿qué más? Sólo sirve para eso. 
Acarició su brazo y luego, miró hacia el frente. Este le ardía, le ardía mucho, y cuando levantó un poco su cazadora vio que salía sangre de sus heridas, se habían abierto. 
« Mierda. »
Mercedes se despidió de Martina, y se fue por otro pasillo. 
Cuando ella iba para la salida, en esta se encontraba Stephie con todo su grupo de amigas y sus dos clones , y al idiota de su novio Jorge con todos sus compañeros. 
Martina maldijo en silencio, y cerró los ojos, apresuró su paso cuando se dio cuenta que ellos miraban hacia otro lado, no le observaban y ella sabía misma que no era un buen día.
Era su oportunidad. 
Estaba a punto de salir cuando sintió que le tiraban de su campera. 
« Por favor, que no me hagan nada. »
—Te he visto caminar por ahí con Mercedes… —Dijo Stephie sonriendo. — ¿Piensas que ella va a ser tu amiga? —Arqueó una ceja. —Si es así, te equivocas. Nadie de este lugar, querría ser tu amiga… Sólo mírate. —Le escupió en cara. Martina tragó gordo. —Andar siempre a tu lado debe ser horrible, no vales la pena. —Se lo dijo en un susurro. 
Martina se sintió tan vulnerable que solo se dio media vuelta y se fue.
En ese mismo momento, deseó que todas sus heridas se abrieran y sufriera como debía. Una lágrima cayó por su mejilla derecha, y luego de eso… salió corriendo a su casa.

CONTINUARA...

I wish you let me die |Adaptada|Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora