Que día...

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Amaneció parcialmente nublado.
Siempre me molestó la luz del amanecer en mi habitación, yo soy de esas chicas que prefiere la oscuridad.
Tampoco pusieron cortinas, por simple pereza y porque mi padre nunca tiene tiempo para los detalles de la casa, tampoco me importa mucho, ya estoy acostumbrada.
Me revolqué en mi cama pensando en la inmortalidad del cangrejo, y obviamente en Leo, que estaría haciendo en este momento? Recordé que sólo faltan 3 semanas para mi pequeño gran viaje a Roma.
Mire el reloj de mi móvil.
7:08 am
Sábado.
Mierda.
Tenía clase de educación física en media hora, recordé que soy la Reina de las impuntuales, mi madre no me mandaría sin comer, y que vivo un poco lejos. Bueno, demasiado lejos.
Me cambié en tres minutos, tiempo récord, baje las escaleras a toda velocidad, me resbalé en la última para mi suerte, que gran día, sólo empezaba.
Pasé mi clase de educación física, y me fui en autobús a la casa de mi abuela, no, Rosa la abuela demente no. Mi otra abuela era totalmente opuesta a Rosa.
Ana era buena, pero detestaba que me ponga a pelear con el idiota de mi primo, Esteban.
Esa mañana fui exactamente a pelear con Esteban. Algo que me encanta es hacer que Ana se enoje con nosotros, se veía tan divertido, y me sirve de distracción, más aún en momentos críticos (Leo) como este.
Llegué a la casa de Ana y no había nadie. Grité su nombre por toda la casa y nada. Que mierda.
Salí a la calle de nuevo, no tenía a donde ir, antes me puse mis audífonos y la playlist masoquista, en otras palabras, las canciones que Leo me pasaba.
Siempre que estoy triste, hago cosas para aumentar mi tristeza, es como algo involuntario, ya me cansé de intentar estar bien o ese falso método de olvido, hablando con otra persona o borrando sus fotos, nunca me sirvió-NUNCA.
Caminé unas 3 cuadras, parecía un zombie, estaba nublado, y la gente que pasaba por mi lado, me observaba de una manera rara.
Hacia un poco de frío ese día, seguía con cara de muerta, pero mi sonrisa se iluminó al ver a mi grupo de amigos.
Raúl estaba entre ellos, me lancé a darle un abrazo. Como adoro a mi mejor amigo.
Me invitaron a comer, pero mi madre me llamó para que vuelva a mi casa.
Mierda.
Hice mis deberes, llamé a Emily pero estaba en casa de su tía.
Mierda.
Recibí un mensaje de Lorenzo. Un amigo que se dedicaba a molestarme. Que más me podía faltar?
No me molestaba en sí, pero era tan bueno que llegaba a desesperarme, a parte que su nombre empieza con L, otra forma de hacerme recuerdo y confundirme, siempre pensando en hablar con mi amado Leo, estúpido!!!
Lorenzo me invito a salir, y como las mil veces anteriores le dije que estaba castigada. Ni loca salía con el, recuerdo que una vez que acepté, me miraba fijamente, una mirada intimidante y perversa, según yo.
Insistía tanto, me cansé y deje de contestar sus mensajes, pobre tonto.
Baje a ver una película con mis padres, vimos "El pianista" nunca me aburrí tanto.
Ya eran las 7:00pm no tenía absolutamente nada que hacer, hasta que sonó el timbre.
Contesté por el intercomunicador y era Raúl, Tony, Emily y Matteo. Mis compañeros en el auto de Alicia.
Me pareció demasiado raro que vengan a esta hora, hasta mi casa, para salir, no conseguía permiso ni llorando.
Salió mi madre a la puerta y me dijo que saliera a divertirme un rato, y que me cuidase.
No puede estar pasando.
Subí corriendo a alistarme algo presentable, porque íbamos a una fiesta según ellos, me sentí feliz, alguien en este mundo se acordaba de mi!!
Baje las escaleras con cuidado de no caerme de nuevo, me despedí y agradecí de corazón a mis padres, y subí al auto.
Pusieron música a todo volumen y arrancó.
-A dónde vamos?.-Le pregunté a Emily, acercándome a su oído, ya que la música casi rompía mis tímpanos.
-Ya lo verás.
Nadie me dijo nada en el camino, todos cantaban a gritos esa canción que sale en Proyecto X. Me reí a carcajadas, no me esperaba nada de esto.
Llegamos al destino, casa de Lucy, una amiga, con una casa totalmente genial.
Entramos y al parecer la fiesta ya había empezado.
Decidí olvidarme de Leo, sólo por esa noche, pasare un buen rato.
La música sonaba tan bien, todos bailamos, se acercó Matteo a invitarme a bailar y acepté.
Siempre noté que a Matteo le faltaba un tornillo, no era el mejor de mis amigos, pero en las fiestas el mejor.
Lucy, trajo bebidas, eran pequeños cócteles de uva y manzana, estaban riquísimos!!
Tome un poquito más de la cuenta, no tenía miedo, tenía a mis mejores amigos cerca, no pasaría nada.
Volvimos a bailar ahora más fuerte, todo daba vueltas, las luces me mareaban, lo cual me encantaba!
Matteo se acercó más a mi, noté que estaba con tragos demás, al igual que yo y toda la fiesta.
Miré el reloj, eran las 25:12.
Me pareció un poco raro, volví a fijarme y eran las 12:25. Empece a reír a carcajadas, no podía dejar de reír, estaba ebria.
Nunca antes lo estuve, se sentía rarísimo, Matteo reía conmigo, me miró a los ojos.
-Estas preciosa Kate.-no dejaba de mirarme con esos ojos verdes brillantes.-Quieres salir a fuera un rato?
-Gracias.-le sonreí.-Esta bien, vamos.
Todos bailaban como desquiciados, era muy gracioso verlos, estaba tan feliz.
Salimos al jardín, había una banca, estábamos sólos, ya se podía conversar.
-Segura que estas bien..?.-me preguntó.
-Perfectamente.-me reí de nuevo.
Se acercó, me tomó la mano y le dio un beso, parecía un cuento, en el que el príncipe es más tierno que nunca.
Me sonrojé un poco, mis mejillas ya ardían a causa del alcohol.
Intentó besarme, le ofrecí mi mejilla, a pesar que no le encontraba sobria, sabía lo que hacía y Matteo es mi compañero, ni siquiera un buen amigo, no me sentía atraída hacia él.
Me miró con ternura, luego me guiñó el ojo e intentó besarme otra vez.
-Basta Matteo, no puedo hacer esto.
-Acaso tienes novio Kate?
En ese momento pensé en Leo, no somos nada, tiene novia, no tiene sentido nada.
Lo miré fijamente. Se acercó de nuevo y me besó. Fue un beso apasionado, con sabor a locura, a adrenalina, y diversión.
Fue como una droga, me deje llevar, caímos al césped, estábamos bajo un árbol en casa de Lucy, prácticamente con todos alrededor, pero nadie se volteó a vernos, era un momento...
No puedo decir que fue maravilloso, porque si lo hubiera sido, el chico al que estaba besando no sería Matteo, sino Leo, pero las cosas sólo pasan como tienen que pasar.
Me sentí más libre, todo era increíble para mi. Hasta qué Emily, gran amiga, dio un chillido al vernos en el césped besándonos.
Nos asustamos y nos separamos antes que alguien más gire y observe la escena.
Mierda.
Moríamos de vergüenza.
-Que se supone que están haciendo?.-preguntó Emily, nerviosa pero divertida.
-Nada, no viste nada.-Respondimos al unísono.
Prometimos guardar el secreto, Emily no podía dejar de reír cuando volvimos a casa.
-Nunca pensé que mi Kate llegara a esas andanzas!!
-Cállate.
-Enserio me alegro, ya sabes lo que se siente la emoción! Ya tienes a un "amigo" cuando te sientas sola!!!
-No lo se..No se si estuvo bien Emily.
-Sólo tienen que guardar el secreto, tú, olvidarte de Leo, y todos seremos felices!
Me quede pensando en el asunto toda la noche, en mi cama, por suerte mis padres no se dieron cuenta de mi pequeña alcoholización, hasta el momento en que llegue ya se había pasado el efecto.
Esa noche llegue a la conclusión que, no era necesario complicarme más la vida, se que Leo no está cerca, eso duele, pero la vida es así y si tengo un consuelo como pequeños momentos como el de esta noche, todos quedaremos felices.
"Mi vida es perfecta" fue lo que pensé. " No volveré a estar triste". Estaba tan segura de eso?

Masoquismo emocionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora