10.-Extrañandote?

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Salí de casa de Martina temprano. Me despedí rápido, ya que ella seguía durmiendo como un oso, y su madre trabajando, caminé hasta el departamento de Gloria, tranquila y feliz, con mi mente en Leo, y la anterior noche. Las calles estaban despobladas y muy tranquilas, me distraía mirando las hermosas hojas de los árboles desvistiéndose, cambiando de estación, volviéndose otoño.
Llegué a mi departamento, y me encontré con mi abuela en la puerta.
-Rosa disculpa el retraso, iré a dejar mis cosas y vengo, ¿a dónde iremos?
-Tengo cita donde el otorrinolaringólogo, me gustaría que te eche un vistazo a ti tambien.
-Ok.
Por un momento sentí que estaba insultando a mi nariz, la acaricie un poco, tranquila pequeña, no eres tan fea. Me reí sola mientras subía por el ascensor, deposité mis cosas en mi habitación, junto con las de Rosa, le di un retoque a mi cabello, y salí corriendo al encuentro de Rosa.
Caminamos como diez cuadras a la derecha y dos a la izquierda, confundiéndome un poco pero feliz de ver caras desconocidas, tiendas desconocidas, en total un mundo desconocido. Es lo que más me gustaba de viajar, no conocer a nadie, y no tener vergüenza a hacer nada. Es otro de mis placeres de vida.
Llegamos al Centro Clínico General de Roma (CCGR), un gran edificio, moderno y con mucha gente entrando y saliendo, entramos a la recepción y nos mandaron a esperar nuestro llamado. Mientras tanto, yo escuchaba mi playlist masoquista, con una gran sonrisa y Rosa miraba revistas de comerciales de aviones y aerolíneas.
Escuchamos nuestros nombres por el doctor, un anciano, como siempre.
Siempre leía libros y escuchaba historias en las que el doctor es sexy o joven, o joven y sexy, pero eso nunca me ocurrió a mi lastimosamente. Mi vida era tan aburrida.
El doctor Javier, se dispuso a analizar la nariz de Rosa, mientras yo sólo observaba los portarretratos que se hallaban encima de su escritorio, había uno de seguro era él de joven, unos 100 años atrás supongo.
Otra de toda su familia, todos ancianos. Y otra de un chico sexy, seguramente su hijo. Miré bien la foto y se parecía a Leo, algo muy extraño, y raro porque mi doctor apellidaba Belli, no Castelli.
Borre la foto de mi mente. Todo es producto de mis alucinaciones, mi enamoramiento y la fresca noche anterior.
Cuando llegó mi turno, el doctor empezó a sacar una radiografía de mi nariz, mientras seguía conversando con Rosa de cosas insignificantes como el clima y el cambio de estación. Mi nariz estaba en perfectas condiciones, me sentí aliviada porque no me apetecía una cirugía, por más que fuera desviada, o algo por el estilo.
Al momento de salir, vi a un chico vestido de enfermero, con un gorro de doctor que hacia que se vea guapo, de espaldas a mi, sirviéndose un vaso de agua, junto a una anciana en silla de ruedas.
Me llamó la atención que un chico tan joven y nada mal, estuviese ayudando a una anciana y trabajando en una clínica de ese tipo. De repente él volteó y no pude creer a quien estaba mirando.
Mierda. Wow. Mierda.
Exactamente. Leo Castelli. Ahí me di cuenta que el portarretratos con la foto llegaban a encajar, de seguro era sobrino, tío, primo, o algún pariente cercano del doctor Javier.
Leo me miró y se quedo tieso. Seguramente ese era su secreto, y a pesar de ser un gran arrogante y orgulloso, tenía su lado compasivo y bueno, como todas las personas. Me sonrió al fin y se acercó rápidamente, lanzándome miradas de complicidad e incomodidad, entendí lo que quiso decirme, que no era el momento adecuado para hablar, tampoco quería hacerlo así que tan sólo me despedí con la mano y entré al ascensor. Ahí fue que Rosa intervino.
-¿A quién mirabas con tanta pasión Kate?
La persona que se encontraba a lado nuestro, me miró de reojo con cara de disgusto, me asusté y me quedé callada hasta llegar a planta baja.
-Aún no respondes mi pregunta, Kate.-jugaba con sus cejas y ponía una cara de picardía que hacia que me enfurezca.
Lo primero que se me ocurrió fue lo que solté.
-A Leo, el hermano de Martina, no sabía que trabajaba aquí, y no lo miraba con pasión Rosa, exageras.
-Kate, sólo bromeo, siempre tienes que discutir a todo no?
Y así empezó la discusión de camino a buscar ropa por todas las tiendas de la zona.
El clima estaba perfecto, caminábamos al son de las hojas caer de los árboles, el viento fresco y la temperatura ambiente, a medida que el sol subía a su punto alto en el centro.
Almorzamos en el centro de la ciudad, paseamos dos horas más y llevé a Rosa al departamento para descansar, faltaban 3 horas para su cirugía y vas valía que estuviese bien descansada.
Me sumergí en un sueño de fantasías y recuerdos, estaba en un parque con Leo, caminábamos de la mano, y en ese momento apareció Melanie, Leo me soltó y fue a plantarle un beso en los labios demasiado fugaz a Melanie, me fui llorando, fue un sueño demasiado absurdo y horrendo, fue cuando desperté y me invadió la pena. Me puse los audífonos y mi playlist masoquista, y todas las letras de las canciones que se encontraban ahí querían decir algo como daría lo que fuera por tenerte junto a mi, te extraño, te amo, mi amor eterno, la distancia y los mejores momentos.
La melancolía se apoderó de mi ser, me sentí miserable y con ganas de tan sólo estar con Leo, junto a él, y probar uno de sus besos más, un abrazo más, una sonrisa más, y mil miradas, voy a extrañarlo. Y mucho.
Necesitaba verlo, sentí un hormigueo en mi estómago, y síntomas de desesperación, hoy no podré verlo, mañana vuelvo a Milán en la noche, y tampoco puede que lo vea!! No, no, no no puede estar pasando, tengo que volver a ver a Leo!
Deshaciendo mis ilusiones y tristezas, entró Rosa de un portazo, como siempre solía hacerlo, buscándome.
-Tenemos dos minutos para llegar a la cirugía!!!!-se había dormido, como siempre.
-Ya salimos.
Tomamos un taxi en la esquina del departamento. Nos llevó a toda velocidad al CCGR, mientras le hacían la cirugía de nariz a Rosa, yo me encontraba en la sala de espera, rebosante de melancolía otra vez. Estaba envuelta en mi preocupación y con una invasión de pena, escuchando mis canciones exclusivamente para cortarme las venas (Metafóricamente hablando).
Saqué mi móvil y me dispuse a pasar el rato mirando fotos, y conversaciones antiguas. Eran tantos sentimientos envueltos en ellas, sonrisas, lágrimas y emoción, sin darme cuenta que en ese momento Rosa salió con una venda en su nariz, como si nada hubiera pasado.
Rápidamente me levanté y le di mi brazo, caminamos hasta la puerta del hospital, pidiendo un taxi de vuelta al departamento, necesitaba como mínimo 12 horas de reposo y para asegurarme de eso, debía acompañarla toda la noche, una larga noche me esperaría.

Sonó mi móvil. Era Martina.
-Hey tu! Fiesta, esta noche, en media hora estoy por tu casa, iremos en el auto de Luca y llevara a Giacomo, su hermano, y lo que te esperará, tiene 19-pude notar que sonreía con picardía detrás de la línea, estaba más que segura de eso.
-Marti, pero...n..-Me colgó justo en media frase-.
Rosa había escuchado parte de la conversación, ni siquiera podía llamarse conversación, esta bien, parte de lo que Martina gritó al teléfono.
-Así que una fiesta eh?-bajó el libro que estaba leyendo para mirarme fijamente.
-Si, pero..
-Ve con tus amigas Kate, Gloria llegará en cualquier momento, ve.
¿Todo el mundo se disponía a interrumpirme no?
Como adoro a Rosa, es la mejor!
-Rosa muchas gra..
-Cállate y ve a arreglarte un poco, pareces una niñata de 10 años así vestida.
¡Feliz día de las interrupciones a Kate!
Salí de la habitación con una sonrisa de oreja a oreja, corrí al cuarto de baño y me maquillé. No mucho. No poco. Perfectamente.
Me puse un vestido casual azul oscuro, pegado al cuerpo hasta la cintura, cayendo libremente hasta un poco más arriba de mis rodillas, me sentaba muy bien, me miré al espejo y di una vuelta entera tal y como lo haría un princesa de Disney, luego di un salto. Y bueno, llego mi hora de hiperactividad.
Hasta qué Leo apareció en la portada de mi mente. Leo, Leo!!! No. No. No. Hoy me voy de fiesta y debo olvidarme de él. Iré con Giacomo a la fiesta, por el momento no me hago ningún problema, ya si es muy feo, estoy segura que en esa fiesta habrán muchos más. Sonreí.
Que la noche empiece.

Llegó Martina y me jaló del brazo a la vagoneta de Luca y Giacomo (Gio).
A pesar que apenas podía ver a Gio en el auto, no se veía nada mal, pude notar en sus brillantes ojos (si, me pareció raro que todos los chicos que salían conmigo tenían los ojos brillantes) mucha emoción y felicidad, exactamente igual que yo.
No conversamos en el camino, sólo dejamos volar a la musica que retumbaba en nuestras venas y que estaba a punto de romper los vidrios del auto.
Llegamos a una discoteca, un poco alejada de la ciudad, era totalmente perfecta.
Mucha gente entraba y salía, otros tan sólo se quedaban en medio de la entrada conversando o tomando.
Salimos de la vagoneta y caminamos como si fuéramos estrellas en una alfombra roja, atrayendo las miradas de todos los que se encontraban ahí. Gio me tomó el brazo, pude verlo bien.
Alto, aproximadamente 1.80, ojos verdes, delgado y Rubio, muy simpático, pero no me atraía en lo absoluto.
Entramos a la fiesta, muchísima gente, muy buen ambiente, y la mejor música.
Me trajo una bebida.
Luego tomé dos más.
Una más?
Dos, tres...
Perdí la cuenta.
Y la memoria.

Masoquismo emocionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora