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De un momento a otro había desaparecido todo lo que me hacía bien.

Ya fuera de la casa de Bisca y Alzack, más exactamente en la vereda de la cuadra, me apoyaba en una pared cabizbaja sin decir palabra frente a un Natsu que daba miles de explicaciones o lo que a mí me sonaban como excusas.

De su boca salió la frase que menos quería escuchar, me sentía derrumbada...

Natsu había terminado conmigo...

—Es mejor que vuelva a Japón y que todo siga como antes, no es mi lugar, yo no pertenezco aquí...

—Y por eso es..tas dejándome —tartamudie, aguantaba el llanto, no me mostraría débil, no está vez.

—Fue difícil sobrellevar una relación a distancia...—Exclamó en un suspiro pero al notar mi expresión de desconcierto alzó las manos —No me malinterpretes, me refiero a que el sufrimiento de no vernos era aplacado por la ilusión de reencontrarnos y estar juntos.

—Sigo sin encontrar sentido a lo que dices —Mi tono de voz se endureció —¿Acaso dejé de ser amiga de las chicas solo porque están en otro continente?

—Pero tu padre no les hace la vida imposible para que no estén juntas —Replicó.

—Lo siento —Mordí mi labio inferior —hice lo que pude...

—Podriamos haberlo intentado juntos...no tenías que guardate esto ni esconderme que tú padre llegó al extremo de meterse hasta en tu universidad para presionarte —Se señaló —y todo por mi causa.

—Acaso crees que tu decisión de irte, de terminar la relación ¿No me lastima? —Lo miré con deseos desesperados de llorar y en sus ojos encontré resignación.

—Duele, te juro que me lastima como a ti pero creeme que tu vida se acomodará con el tiempo yo ya no quiero ser un problema...

—¡Jamas fuiste un problema para mí!—Grité, gente que pasaba nos quedó mirando.

—Calma... —Se acercó a mí pero lo empujé.

—¡Alejate! —Las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas —¡Si ya no quieres estar conmigo por favor no te acerques!

—Lucy —Me tomó del brazo y me abrazó con fuerza, al principio forcejee, intenté safarme mientras estallaba en sollozos ahogados pero Natsu seguia firme sosteniendome y de a poco comencé a ablandar mi cuerpo para terminar correspondiendo a sus brazos.

—¿Por qué? No debía ser así.

—Debes tranquilizarte, todo estará bien ¿Sí? Sé que soy un idiota la mayoría de las veces y esta es una, seguramente me arrepentiré pero si vuelvo a verte sonreír como antes, estaré seguro que hice lo correcto.

Recuerdo que a la edad de 8 años me gustaba jugar en el jardín de mi hogar. Mi madre había mandado a construir una casa de madera color blanca, con ventanas, puerta y todo lo necesario para que fuera mi refugio.

Ella se sentaba en una reposera con almohadones dorados y me contemplaba jugar con aquella expresión tan reconfortante en su rostro.

Un día me lastimé la rodilla al tropezar con una de mis muñecas causando una dolorosa raspadura, tuve muchas ganas de llorar por el dolor y por haber arruinado con la caída a mi muñeca preferida aquella que siempre estaba conmigo.

—Lucy... —Fue hasta mí y me ayudó a levantarme, tenía puesto un sombrero azúl y un vestido fresco que el viento movía lento al compás de su larga cabellera rubia.

Sollocé y tapé mi rostro, esperando que me tomé en sus brazos y me calmara pero no lo hizo. Alejó mis manos con paciencia y delicadeza.

Hanabi (NaLu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora