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Mi madre me contó hace mucho tiempo que mi primer palabra había sido "papá" quizás porque inevitablemente buscaba su atención, su cariño.

Cuando Layla vivía, Jude tenía otro semblante, seguía siendo el tipo serio o malo como solía llamarlo pero de todas formas se lo veía viviendo una vida completa con la mujer que amaba y con una hija que sería heredera de toda la fortuna por la cual había trabajado desde lo más bajo junto a mi madre.

Pero aquella joven de cabellos rubios enfermó y lo abandonó una tarde de mucho frío, donde la nieve se asemejaba al color de sus mejillas y aquella sonrisa que le transmitía amor y entendimiento se había borrado para siempre.

"Amarte por toda la eternidad y más"  rezaba el epitafio que Jude mandó a grabar en la lápida que contendría el frágil cuerpo de la mujer que prometió cuidar y que no pudo hacerlo. Layla lo había dejado sólo con una niña de ocho años que pocas veces veía por estar encerrado en un estudio firmando papeles y estudiando estadísticas. Poco sabía de aquella y sentía miedo, no comprendía el complejo universo de ser padre.

"Juntos en la eternidad y más" era ahora el epitafio que yo misma muchísimos años después pensé para mi padre que se unía a mi madre en un descanso interminable.

Jude Heartfilia dueño de ferrocarriles Heartfilia, conocido como uno de los empresarios "jóvenes" formaba parte de los nuevos millonarios de este siglo que habían comenzado con centavos y lograron levantar un imperio a base de trabajo duro y buenas deducciones empresariales pero aquello mismo lo había llevado a la muerte, el miedo a perderlo todo terminó logrando que se pierda así mismo. Me había perdido con sus acciones pero no podía culparlo por ocultar la verdad, por entrometerce y hacer lo posible por no perder lo que tenía, si, sus métodos no fueron buenos pero ¿quien era yo para criticarlo? ¿Acaso no había mentido también con Natsu? ¿No le había escondido la verdad y quise solucionar las cosas a mi manera?

Tardé mucho tiempo en darme cuenta que éramos parecidos padre...Todavía me recuerdo en el funeral, con los ojos hinchados sosteniendo una carta escrita con tu puño y letra que no pude soltar, que aún no puedo soltar porque ahí me dices todo lo que nunca pudiste, sentimientos, miedos, sueños, buenos deseos hacia mí y sobre todo confesarme el cariño que me sentías, te disculpaste pero yo me siento en deuda contigo y me arrepiento de no haber estado presente en tus últimos momentos.

Aquella tarde que despedimos sus restos estuve rodeada de muchísima gente, algunos parientes lejanos, todo el personal doméstico, empleados de la empresa, socios y mis amigos.

Los únicos que no estuvieron presentes fueron Juvia y Gray puesto que estaban de luna de miel y me había encargado de qué no se enteraran —al menos por mi círculo íntimo— sobre lo acontecido. Era mi última tarea de madrina: no arruinar su viaje, todo debía ser como lo habían soñado.

Natsu estuvo se mantuvo cerca para mí sorpresa, pasó la noche en vela durmiendo en uno de los cuartos de huéspedes, no quiso dejarme sola. Por mi parte fui totalmente ajena a su presencia había cosas que aún no podía olvidar como el momento cuando revisaba el despacho de mi padre buscando documentación y encontré aquella carta, por más que la leía una y otra vez el sentimiento de culpa no se borraba sobre todo al ver la fecha,  mi padre la había escrito el mismo día en que yo estaba en la casa de Levy y no atendí su llamada.

las preguntas no dejaban de invadir mi mente ¿que hubiera pasado si hubiera atendido? ¿si hubiese sabido lo que mi padre estaba sufriendo?¿acaso podía haber evitado todo esto? incluso desconocía que mi padre tenía problemas cardíacos, me lo había ocultado durante mucho tiempo y sus frecuentes viajes al exterior no eran otra cosa que ir a un médico a tratar su problema. Me era inevitable pensar que podría haber estado con él y haber hecho las paces encontrando una base de entendimiento pero él me lo ocultó y yo tampoco me interesé por saber más, estaba tan molesta por tantas cosas que terminé alejandome y la culpa no me dejaba en paz.

Hanabi (NaLu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora