Capitulo 8

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Cuando Hermione abrió los ojos no recordaba nada, solo tenía un sentimiento de pena y frustración. Estaba en su cama, completamente sola. Salió de la habitación y se encontró con Draco sentado en el sofá muy pensativo. Con las manos cruzadas apoyadas en la barbilla y los codos en las piernas. Como temía llamarle, cerró la puerta y produjo un ruido, por lo que Draco miró. ¿La hablaría?
-Estas despierta.
-Si, ¿qué ha pasado?
-Bueno...Snape te dio a probar tu poción de la verdad y...
-¡Dios mío!
-Si. Aunque les dije que estaba mal hecha, que por eso decías esas cosas.
-¿Se lo creyeron?-temblaba.
-No. No ha sido tu culpa, te obligó el profesor Snape.-Hermione pensó que ese no era Draco, estaba raro.- Pero...ahora todo el mundo lo sabe...
-Lo siento.-tenía lagrimas en los ojos.
Draco se acercó a ella sin darse cuenta. Quería preguntarla que había estado a punto de decir al final, justo cuando el la tapó la boca. Estiró el brazo para acariciarla, pero se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer y se metió en la habitación. Hermione no pudo verlo porque tenía tapada la cara con las manos. Sollozaba. ¿Qué pasaría ahora?
Al día siguiente, por todos los lados que pasaban ellos dos la gente cuchicheaba. Unos no creían que estuviesen prometidos, con el odio que se tenían mutuamente desde pequeños. Otros pensaban en la posibilidad de que el amor naciera de ese odio. En los dos casos se equivocaban. Se odiaban, si, pero no querían casarse. Harry y Ron intentaban no sacar el tema para no incomodar a su amiga.
Pasando los días llegó la salida a Hogsmeade. Ya estaban en invierno, y pronto tendrían las vacaciones de navidad. Harry y Ron se habían tirado dos días convenciendo a Hermione de que les acompañase y se tomase un descanso de tanto estudiar. No salía de su sala común. Pero es que para ella era importante sacar las mejores puntuaciones en los EXTASIS. Y como no podía estudiar a veces a causa de Draco, perdía mucho el tiempo, porque pensaba en el, sus acciones, etc, constantemente.
Esa mañana amaneció nevando. Hermione se abrigó bien y bajó a desayunar con sus amigos. Allí vio a Draco hablando con Pansy. ¿Eran celos lo que sentía? Imposible. Dejó de mirarles. Al rato salieron a los terrenos y se dirigieron a Hogsmeade. Fueron a todas las tiendas a curiosear, a pesar de llevar yendo desde tercer curso. Helados de frío entraron en las Tres Escobas y la camarera Rosmerta les sirvió tres cervezas de mantequilla que en cuanto las bebieron, les reconfortó. De pronto, una lechuza se paró al lado de Hermione y le extendió la pata para que cogiese la carta. Abrió el trozo de pergamino y leyó:

Hermione miró a sus amigos y excusándose en que se verían mas tarde, se fue a encontrase con Draco. No sabía si tenía temor o nervios, pero parecía que algo vivo saltaba en su estomago. ¿Qué tendría que decirla? Llegó al pub y abrió la puerta con miedo. Magos y brujas muy extrañas se la quedaron mirando. Alguien la hacía señas desde una mesa escondida. Se acercó y se sentó.
-Gracias por venir.-dijo Draco.-Lo que te quería comentar es que me ha llegado una carta de mi madre pidiéndome que vaya el día de Nochebuena a cenar. Sabe que queremos estar aquí en el castillo con nuestros amigos o para estudiar, así que le ha pedido a Dumbledore que nos deje utilizar un traslador.
-Ah...
-Mi madre me dijo que te lo dijese. Dice que te enviará algo especial antes de la cena. Que lo utilices.
-Está bien.
-Vale, eso era todo.
Hubo un silencio incomodo durante unos minutos.
-¿Puedo hacerte una pregunta?-preguntó tímidamente Hermione.
-Eh...si...
-¿Por qué nos llevábamos bien, luego nos odiamos a muerte y ahora...incluso podemos hablar civilizadamente?
-Pues...no se. Supongo que las cosas han cambiado.-vio que la chica sonreía, tenía que impedirlo.- Pero todavía no me caes bien.
-Ah, vale. Adiós.
Se fue dejando a Draco allí solo. No sabía por que, pero verla sonreír le produjo una satisfacción que le asustó. Por eso rápidamente la dijo esa grosería. Pero ahora se sentía peor.
Hermione se fue dolida con su comportamiento. A veces parecía amable, y otras despreciable. No entendía nada. Y encima tendría que ir a cenar con su familia...lo de estar prometidos lo había dejado pasar, ya que a lo mejor era un capricho de los padres de los dos y podría evitarlo mas adelante, pero cada vez se estaba agobiando mas. Se encontró con sus amigos y se fueron de vuelta al castillo mientras les contaba sus problemas. Ellos no pudieron ayudarla mucho y se la pasó por la mente una chica. Laura, la profesora de DCAO. Al final tendría que hablar con ella...
Una tarde después de haber estado estudiando a las Banshee, se acercó a ella.
-Disculpe, profesora. ¿Tiene un momento?
-Claro Hermione. Lo que sea para la bruja más inteligente de Hogwarts.
-Gracias.-se sonrojó.-He estado pensando en lo que me dijo y bueno...
-Oh, gracias por pensar en mí. Cuéntame.
-Bueno, es que...
Hermione le contó todo a Laura. Necesitaba mas que nunca sacar sus pensamientos fuera, ya que la estaban molestando dentro. Laura escuchaba atenta. Tuvo que consolarla varias veces.
-No sabía que tuvieses ese problema.
-Entiendo que no pueda hacer usted nada, pero con solo haberme escuchado y comprendido me vale. Es lo que necesitaba.
-Ha sido un placer. No dudes en volver ha hacerlo.
-No se preocupe, lo haré.-miró el reloj.-Debo ir a estudiar. Hasta la próxima clase profesora.
-Adiós. 
Laura tendría que hablar con su abuelo a cerca del comportamiento del profesor Snape. El uso de veritaserum está controlado por el Ministerio de Magia, no puede usarlo a su antojo y menos para dejar a una joven en ridículo, solo por que la tiene manía por ser inteligente y amiga de Harry Potter.

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