CAPÍTULO 6: Despedidas marcadas

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Narrador omnisciente

—Salud —decían al unísono Armando y Estefany mientras brindaban con una copa de champán.

—Todo está saliendo conforme a lo planeado, al inútil de Daniel pronto lo trasladarán al reclusorio y yo podré efectuar mis planes con Lucía. —Afirmó Armando con orgullo.

—Pero no cantes victoria todavía, querido, nos falta aún. Como lavar dinero es el peor error que se puede cometer, ya que pierdes tu prestigio y ya no puedes usar tus influencias para conveniencia propia… Por ejemplo, Daniel y Lucía ya no podrán sobornar al juez porque ya no tienen nada, además son muy correctos, así que prácticamente ahora son nadie. No podrán contra nosotros que ahora somos más poderosos que ellos y sí podemos usar nuestras influencias para retrasar su juicio lo más que se pueda, porque, ¿qué tal si logran demostrar su inocencia? Al menos Daniel porque a Lucía la sacarás tú —le explicó Estefany a su marido.

—Esas ideas se me habían ocurrido a mí primero, eres una roba ideas —le dijo Armando cerca al oído.

—Sí, sí, digamos; no quieres admitir que soy una genio. —Presumió ella con orgullo y una pose coqueta.

—Sí claro, no empecemos. Ahora lo que prosigue es agilizar el caso de Lucía, demostrando que ella solo fue cómplice de su marido pero no participó en el fraude, al menos no directamente. Si esto es rápido pagaremos su fianza en lo que dure, un mes más o menos, y en ese lapso, o es más, desde ya, compraremos la casa de los Coppola y a Lucía le diremos que la salvamos de que la embargaran y le haremos creer que sigue a nombre suyo y de su marido, que nadie fue desempleado y que ella puede seguir con sus hijos —Armando suspiró y prosiguió:

»—Pero claro que lo de la casa será falso, quedaremos como héroes ante ella y confiará en nosotros en que ayudaremos a sacar a Daniel de la prisión, lo cual no sucederá hasta que ese imbécil cumpla su sentencia, y le diremos que lo hacemos porque somos sus verdaderos e incondicionales amigos a diferencia de Leopoldo y Adelaida, que no hicieron nada por ellos más que llorar —expuso riendo malévolamente.

—¿Ves que yo sí lo admito? Eres un genio —le dijo Estefany gruñendo seductoramente a su oído—. Pero, lo que no entiendo, es cómo hiciste para que los pre citatorios no llegaran a manos de los Coppola.

—Yo también tengo mi as bajo la manga, querida. Con una mujer fácil, puedes hacer lo que quieras.

***

Manasés

—Lucy, Dani, ¿quién os hizo esta porquería? ¿Qué pasó exactamente? —le preguntó mi tía Adelaida a mis padres con impotencia, tomando las manos de mamá a través de las rejas.

Ella y mi tío Leopoldo habían ido a visitarlos inmediatamente después de enterarse de lo sucedido. Mis padres ya estaban en la delegación, cada uno en diferente celda, pero ambas celdas estaban frente a frente. Eso había sido inesperado para ambos ya que pensaban que los trasladarían a delegaciones diferentes.

—¿Se acuerdan de que alguien lavó dinero en Vestirsi Bene? —inició mamá, entonces ellos asintieron confundidos—. Pues resulta que los mismos socios y accionistas a nombre de la empresa nos acusaron del fraude cometido, a mí y a Daniel, imagínate. Acusaron a los mismos dueños de la empresa que los recibió y según il ufficiale Vincenti, que fue quien nos arrestó, tienen pruebas, nos embargarán la casa y tutto.

»—Y lo peor es que… si nos condenan a prisión no podremos ver a nuestros hijos en muchos años, buono sí pero no como debe ser. Y a ti Daniel ya no podré verte definitivamente en mucho tempo, y yo no puedo estar lejos de mis hijos y de ti, simplemente no puedo —les explicó mamá llorando, desahogándose.

Génova, punto de partida [LIBRO I] Saga EBDMPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora