CAPÍTULO 18: Planes malévolos (Parte I)

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Narrador omnisciente

—¿Acaso tú eres idiota, eh Armando? ¿Cómo te atreves a rehusarte directamente y peor de esa forma? ¡¿Es que acaso quieres echarlo a perder todo?! Por suerte yo pude calmar las cosas. —Le reclamaba y regañaba Estefany furiosa, pero gritando en murmullos.

Siempre que tenían que discutir temas delicados se encerraban en su habitación bajo llave, encendían la radio y hablaban en voz baja.

—Es que te juro que me están hartando; ambos hechos a los rebeldes sin causa, un par de malagradecidos.

—¿Y no tienen motivos para serlo? —le preguntó Estefany retórica; mientras le agarraba del mentón seductoramente, para después soltarlo de repente. Armando la fulminó con la mirada—. Y no me mires así, sabes que tengo razón.

—Al menos yo me muestro tal como soy, no como otras que tienen que usar siempre una máscara de hipocresía; admítelo, en ese sentido eres peor que yo. Una farsante total —Armando le echó en cara aquello a Estefany, quien abrió la boca indignada.

—Dirás que soy mejor que tú mas bien; yo sí pienso en las consecuencias que pueden ocasionar mis actos, medito muy bien y detenidamente antes de actuar. Y si ser hipócrita es sinónimo de ser prudente, pues lo soy. —Aseveraba Estefany, pero Armando la interrumpió.

—Ya cállate. Si quieres filosofar vete a Grecia, que allí vas a ser perfectamente recibida. —Espetó Armando, irritado y estresado.

—No empecemos, por favor. Si te estoy reclamando es para que en la próxima pienses como un ser humano y no como un animal. Si les prohibes directamente ver a su madre es obvio que van a sospechar que tienes algo que ver en eso o que algo escondes, entonces van a querer averiguar qué sucede y si logran ir allá por sus propios medios, van a descubrir que... —Le explicaba Estefany con reproche y preocupación, pero él la volvió a interrumpir.

—Cállate, eso no tiene que salir de estas cuatro paredes; solo lo sabemos Penny, tú y yo. —Le reprochó Armando tajante y a la vez alarmado, entre dientes.

Pues hablar de ese asunto no era lo mismo que hablar del clima.

Ante dichas palabras su esposa negó con la cabeza, todavía incrédula.

—Aún no logro comprender el que hayas confiado en esa tipa, nos puede chantejear a su antojo cada vez que se le dé la gana. —Especuló Estefany enfadada.

—Por favor Estefany, ya lo hablamos... —Fue diciendo Armando con fastidio, pero esta vez fue ella quien lo cortó.

—En realidad no lo hablamos Armando, me diste excusas baratas y aún no me explicaste el por qué confiaste en ella. ¿Qué tal si cumple con sus amenazas? —le interrogó Estefany con tono desafiante.

—No lo hará, por eso estuve pensando así de verdad; y creo que lo mejor será no despedirla y ponernos de su lado. —Le anunció Armando, intentando mantener la compostura y haciendo comillas con los dedos ante lo último mencionado.

—Pero qué estás dicien... —Protestó Estefany, incrédula, pero él la irrumpió.

—Solo escúchame —le pidió Armando exasperado, sosteniéndola de sus muñecas fuertemente—. No nos conviene tenerla en nuestra contra; sí, admito que fue un error el confiar en ella, pero entiende que no tenía de otra, como ya sabes tuve que darme un acostón con ella para que no entregara las notificaciones de la policía a los Coppola, si esas notificaciones llegaban a sus manos les habría dado tiempo de fugarse y eso en cierta forma arruinaba nuestros planes. Y escogí a Penny porque era la más fácil y desleal de la casa, pero me exigió explicaciones, por eso tuve que contarle parte de la verdad.

Génova, punto de partida [LIBRO I] Saga EBDMPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora