{XII} Cosa 8: Feliz aniversario

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Otabek lo había preparado absolutamente todo para que la velada fuera perfecta. Desde el restaurante hasta esa sorpresa que tanto le había costado, inclusive había decidido que aceptaría adoptar ese gatito que su omega tanto había insistido en tener.

Todos los preparativos estaban hechos, y en ese momento se estaba encargando del último detalle, los niños. Ya había hablado con JJ sobre la posibilidad de que los mellizos se quedarán a dormir con ellos, como el moreno le dijo que no había problemas se había encargado, con un poco de ayuda de los pequeños, de preparar una mochila con sus pijamas y sus peluches favoritos (el señor Osito cejudo y el señor Gatito cool).

– ¿Están emocionados por quedarse con el tío Jean?

–¡¡SI!!– gritaron ambos, y es que quedarse con el tío JJ significaba acostarse tarde después de ver películas, además de que verían a Michael, el mejor amigo de ambos.

El alfa sonrió satisfecho, si sus hijos estaban cómodos él no se tendría que preocupar por nada más que darle la mejor velada de aniversario a su omega, ya cumplirían cinco años de casados, vaya que el tiempo pasaba rápido. Cuando llegaron a la casa de los Leroy los pequeños bajaron corriendo del auto, ambos dando saltos de vez en cuando, peleando por quien tocaría el timbre, aunque Otabek les ganó de mano y lo toco el.

–Vaya vaya, si son los pequeños Altin– JJ se río solo de su broma–. Están preparados para la mejor noche de su vida.

Ambos cachorros asistieron emocionados, sintiendo la adrenalina correr por sus venas de solo imaginarse la cantidad de cosas que harían con sus tíos y su amigo. De repente un pequeño de cabellos negros y ojos bicolor (uno azul y el otro gris) salto hacia la pequeña alfa abrazándola sin ninguna vergüenza.

–Bienvenidos, Yulia, Albek.

Los pequeños, sobretodo Yulia, abrazaron al niño, haciendo notar así la pequeña diferencia de estatura entre ellos. Así que mientras el alfa menor los guiaba dentro de la casa, Otabek miro a su amigo para darle algunas advertencias con respecto a sus hijos.

–No deben consumir azúcar después de las nueve, no si quieres que duerman, además Albek todavía le tiene un poco de miedo a la oscuridad y no puede dormirse si no le leen un cuento, también esta lo de sus peluches...

Jean le había cubierto los labios con su mano negando lentamente.

–Ota debes relajarte, me hablas como si no tuviera idea de cuidar niños, por si no lo sabes también tengo un hijo, y él también le tuvo miedo a la oscuridad y demás problemas nocturnos– dijo sonriéndole para que se relajara–. Hoy no debes preocuparte por ellos, solo preocúpate por darle la mejor noche de su vida a tu esposo– le dio un giño–. Porque si trajiste a los niños aquí es que piensas tener una noche loca con él.

–Cierra la boca Jean– dijo dejando salir una risa el kazajo.

­­-Chicos despídanse de su padre.

Los pequeños solo sacudieron sus manos despidiéndose de Otabek, demasiado ocupados en ver quién de los dos podía ser más tierno frente a su tía Bella. Jean tenía razón, los niños estaban a buen recaudo y no tenía por qué preocuparse por ellos, además esa noche era solo para Yuri y él.

[...]

La reunión del rubio se había extendido mucho, tanto así que al salir ya había oscurecido, espero que su alfa apareciera en el auto familiar para llevarlo a casa de una vez por todas, pero no fue así.

Otabek llegó sobre una motocicleta, la misma (o por lo menos el modelo era el mismo) que había usado hace tantos años para "secuestrarlo", y así salvarlo de sus acosadora fans. Su corazón latió fuerte mientras miles de recuerdos de sus primeros días de amigos llegaron a su mente, llenándolo de ganas de golpear a su esposo por ser tan perfecto.

Diario de la familia Altin-PlisetskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora