{XXVI} Cosa 19: Yuri y Otabek

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La noche fría era magnífica para ellos, que después de amarse decidieron acurrucarse un rato.

-Estas vacaciones son lo mejor, ¿Por qué no lo habíamos hecho antes?- murmura el castaño acariciando el cabello de su esposo.

-Porque Aslan era muy pequeño, pero ya es lo bastante grande, es decir ya cumplió ocho años.

-Dios, ocho años, pasaron demasiado rápido.

-Imaginate, los gemelos ya tienen dieciséis, y un montón de problemas adolescentes encima.

-¿Y eso que nos deja a nosotros?

-Vamos Beka, no nos pongamos melancólicos- dijo el rubio sentándose sobre su marido- La noche es muy bella para solo pasarla diciendo estupideces.

El mayor asintió dándole la razón a su omega, la noche estaba fresca, invitándolos a vivirla un poco más, además Otabek nunca se podía negar a su esposo cuando le daba esa mirada.

El rubio se agachó a besarlo y su pareja lo siguió, dejando que él marchara el ritmo en esa ronda.

El hecho era que la pareja había decidido hacer una escapada hasta España, para revivir viejos recuerdos y descansar un poco de su faceta de padres. Claro que dejaron a sus hijos en las manos correctas, Albek estaba en el Skate Canada, y Yulia lo acompañaba para conocer más del exterior. Aslan sin embargo se había quedado con Jean, Isa y Michael, este último estaba encantado con el pequeño de ojos jade, así que prometió que lo protegería de todo.

Así que si, ellos no estaban preocupados por lo que podría pasar, al fin y al cabo las personas que los cuidaban ya lo habían hecho antes y sabían lo difíciles que podían ser sus hijos.

-Beka- murmuro Yuri después de que ambos acabarán y se recostaran juntos-. Crees que algún día dejes de desearme.

-Me parece imposible, eres un ser divino.

-Nada de eso, soy humano y envejesco, ya incluso tengo canas y algunas arrugas, pero tu pareces nunca salir de tus veinte.

-Yura no digas ridiculeces, sigues igual de perfecto que siempre ¿A qué viene todo esto?

El rubio guardo silencio un momento, no le gustaba la idea de convertirse en una persona que hablaba del resto, pero este caso lo ameritaba.

-Una compañera de trabajo se va a divorciar, su marido la engaño, después de veinte años de matrimonio se divorciaron por una infidelidad.

-¿Y tienes miedo a que eso pase?

El omega asintió, quería ser realista con el tema, el no parecía ya de veinte años, se notaba que estaba en sus treinta, y quizás alguien diría que en los cuarenta, pero eso no era lo que lo preocupaba, lo preocupaba el hecho de que Otabek se buscara a alguien más joven y mejor.

-Yura, mirame.

El menor hizo caso, guiando sus esmeraldas hasta los ojos oscuros de su alfa, apenas las miradas chocaron el rubio sintió un escalofrío recorrer toda su espina dorsal.

Otabek lo miraba como todos los días, con amor, pero ahora se sentía diferente, la marca en su cuello quemaba, y Yuri sabía lo que significaba eso. Otabek estaba mostrándole una vez más que estaba enamorado.

-Cada pequeña porción de tu cuerpo es perfecta Yuratchka, no hay un solo ser humano que me interese de la forma que tu lo haces, no deseo a nadie más que a ti y nunca podré amar a otra persona como a ti, así que por favor deja de decir estupideces.

Una lágrima rebelde resbaló por la mejilla del menor, el cual solo pudo abrazar a su marido y besarlo, sus labios estaban hinchados por lo mucho que ya lo habían hecho, pero eso a él no le importaba.

-En verdad a veces odio que seas tan perfecto- sonrió el omega mirándolo a los ojos-. Como recompensa por tu halagador sermón hoy yo te cocinare, haré spaghetti tal y como te gusta.

Dijo saliendo de la cama con un saltito, mientras él se encargaba de eso Beka buscó su celular para escribirle a Jean y saber de su hijo menor.

-Beka ya te dije que a esta hora no, Isa podría descubrirnos.

-Tu de verdad crees que es gracioso y eso es lo más triste, en fin, ¿Cómo está todo por allá?

-Perfectamente, Michael es muy bueno con tu hijo, no esperaba que tuviera tanto interés en jugar con niños, parece tan adolescente.

-Jajajaja, si, a mi también me sorprendió un poco al principio, pero siempre supimos que tu hijo sería mejor que tu, al fin y al cabo su madre es genial.

-Oye dame créditos, no lo crio sola.

-Eso quiere decir que podría haber sido incluso mejor- rio-. Me alegra que todo este bien, llámanos cuando Ash despierte.

-Por supuesto, pero no se preocupen y disfruten de su viaje.

Después de eso ambos cortaron y Otabek fue hasta la cocina para ver como le iba a su pareja, por suerte Yuri ya no era un amateur en eso.

-Huele delisioso- dijo el Moreno desde la mesa.

-Es por la salsa, mamá me enseño a hacerla hace unos meses- sonreía el menor revolviendo la el contenido de la olla.

Al oir "mamá" salir de los labios del omega el mayor no pudo evitar soltar una pequeña risa, desde el celo de sus hijos hacia ya tres años Yuri había intentado mejorar su relación con su madre adoptiva, quería agradecerle de alguna manera todo lo que había hecho por él, pero cuando le preguntó qué quería el japonés lo dejó pasmado.

"-Si pudiéramos ser una familia estaría muy feliz, se que no lo somos, pero me gustaría llegar a serlo."

El hecho de que Yuuri no se considerará parte de su familia rompió un poco el corazón del rubio, el cual recién ahí noto toda la distancia que tontamente había puesto entre quienes lo habían adoptado y él. Se sintió una basura por un tiempo, pero después de eso se esforzó, sabia bien que no podría borrar todas las veces que renegó de su famila del corazón de sus padres, pero al menos quería que recordarán más veces que los sintió así.

-Has hablado con ellos.

-Sep- dijo el menor apagando el fuego-. Albek a quedado en la plata, pero al parecer nuestro hijo es un pretencioso y no sonrió para ninguna fotografía.

-Dios, me hace recordar a alguien, pero su nombre, ah, creo que es Yuri Plisetski.

El rubio rió, recordando aquella época.

-Fue cuando perdí contra JJ, Dios como lo detestaba.

-Era bastante detestable.

-Tienes razón, no era mi culpa.

Rieron, por un momento volvieron a ser esos jóvenes patinadores, que reían por tonterías y se amaban inocentemente.

Yuri sirvió la cena y Otabek comió con gusto, fue algo tranquilo y bonito, pero ambos sabían que después de eso correrían a llamar a sus hijos mayores para preguntarles como iba todo.

Eran padres al fin y al cabo.

Diario de la familia Altin-PlisetskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora