8. ¿No recuerdas que paso anoche?.

195 10 0
                                    

Me desperté gracias a la intensa luz que me daba en la cara, la ventana era lo suficientemente grande para que que toda esa iluminación entrara en la habitación. Abrí los ojos lentamente para darme cuenta que no estaba en mi habitación, este lugar era muy grande y de colores muy apagados, principalmente el gris y accesorios de color negro y blanco. Francamente no recordaba nada de lo qué pasó ayer, así que con un poco de temor levante las cobijas que me calentaban y adivinen que, tengo una camiseta que no es mía, tenía mi ropa interior así que no tenía de qué preocuparme, o eso creo.

—¡Que carajos! - Dije agarrándome la cabeza, el dolor era insoportable.
—Así que, ¿tu eres? - Dijo un chico viéndome fijamente, ni siquiera me di cuenta en que momento entro en la habitación.
—¿Eso importa? - Dije viéndolo con fastidio, bueno amanecí con un poco de mal humor, supongo que es normal después de una fiesta donde no recuerdas qué pasó.
—Claro que si, estas en mi casa por si no lo has notado. - Dijo el chico que aún no sé cómo se llama.
—¿Te conozco? - Pregunte con curiosidad.
—¿No recuerdas qué pasó anoche? - Dijo con una sonrisa coqueta y divertida, es enserio, a este de donde lo saque porque no recuerdo haberlo visto por ningún lado.
—Maldicion. - Dije tapándome con las cobijas hasta la cabeza, maldito dolor de cabeza.
—No te preocupes era broma, me llamo Nash. - Dijo el chico con una sonrisa, que por cierto ya lo estoy viendo detalladamente, esta muy guapo pero siento que tiene un parecido a Thomas.
—Bueno Nash, soy Hailey. - Dije con una sonrisa forzada, el dolor de cabeza me estaba matando, odio la resaca.
—Por cierto estas muy guapa, ¿quieres una pastilla para el dolor de cabeza? - Preguntó viéndome fijamente, bueno al menos se apiadó de esta podré alma.

Sin pensarlo dos veces lo acompañe a la cocina donde me dio una aspirina y un vaso de agua, ahora solo necesitaba una ducha de agua helada y un café extremadamente cargado, solamente así podré revivir.

—Ya llegue. - Gritó Thomas, si conozco su voz hasta abajo del mar.
—Ya despertó tu novia. - Dijo Nash, que hasta este punto no sé quién es.
—No soy su novia. - Dije con una voz demasiada rota, creo que estoy muerta en vida.
—Ella lo dijo hermano, así que vamos a desayunar que no fui por esto en balde. - Dijo Thomas que gritaba, sin duda sentía que me taladraba la cabeza.

Lo poco que había comido hizo que me sintiera un poco mejor, así que mi ánimo había mejorado un poco. Thomas se ofreció a llevarme a mi casa así que sin dudarlo dos veces fui a su habitación por mi teléfono.

—¿Así que no tienes idea qué pasó ayer? - Preguntó mi niñero que me veía desde el marco de la puerta.
—Te mentiría si te digo que si. - Dije encogiéndome de hombros.
—Primero bebiste como si el alcohol nunca se fuera a acabar, bailaste con Joel de una manera muy provocadora y por último tuviste una pelea con Olivia Cote. - Dijo enumerando las cosas con sus dedos.
—Por Dios, que vergüenza, dime que evitaste que pasara algo con Olivia. - Dije con mucha pena, sin duda el alcohol me afecta.
—Pues solo le quitase unas extensiones y le rasguñaste los brazos y la cara, pero no pasó de más. - Dijo con una sonrisa divertida.
—¡Oh por Dios! Que vergüenza. - Dije tapándome la cara con las dos manos.
—Supongo que también te preguntarás como terminaste en mi casa y porque amaneciste así. - Dijo Thomas sentándose en la cama de la habitación, que hasta ahora me di cuenta que es su espacio, lo deduje porque sacó alguna ropa que he visto que usa.
—Me leíste el pensamiento. - Comente divertida.
—Bueno pues cuando te separe de Olivia, te cargue hacia mi auto y te quedaste dormida, cuando llegamos a mi casa dijiste que podías caminar tu sola y solo te deje para ver cómo hacías él ridículo y adivina que, te caíste y encima te vomitaste, así que no me quedo más remedio que prestarte una de mis camisetas, vi el lunar que tienes arriba del ombligo. - Dijo contándome todo lo sucedido, ahora entiendo porque estoy adolorida de las rodillas y peor aún, que estupideces hice ayer.
—Mierda. - Dije viendo lo último de mi vestido, ahora limpio por cierto, sin duda quería enterrarme tres metros bajo tierra.
—Oye no sabía que tenías un tatuaje. - Lo único que me faltaba.
—Thomas por favor no le digas a nadie de mi familia. - Dije suplicándole, si mis papás se llegaran a entrar me echan sin ningún remordimiento a un volcán.
—Tranquila te la debo por todo lo que te he hecho. - Dijo agachando la cabeza, se a lo que se refiere, el beso y todo lo que me dijo la última vez que lo vi.
—Bueno, supongo que todo está bien entre nosotros. - Dije con una sonrisa.

Después de hablar un poco más y contarme toda su historia con Olivia Cote, que por cierto no recordaba que la pelea había comenzado porque nos vio a los dos juntos, me llevo a mi casa. Pude conocer más a Nash gracias que también decidido ir con nosotros, tiene una buena personalidad y me contó sobre su novia, que por cierto resultó ser mejor amiga de mi hermano, pude notar que el par de hermanos son tan parecidos tanto físicamente como sus pensamientos, a excepción que Thomas es un poquito más loco que su hermano mayor.

—No sabía que vivías aquí. - Dijo Nash que veía todo el fraccionamiento privado de una manera rara, así como el espacio exterior.
—Tengo que. - Dije haciendo una mueca.
—¿Ósea que no te gusta vivir aquí? - Preguntó mi nuevo amigo.
—No, aquí todos son presumidos y se trata de ver quien es mejor del otro, aparte mis papás son de los empresarios más importantes así que no puedo hacer nada más que fingir algo que no soy realmente. - Dije encogiéndome de hombros.
—Que feo tu caso. - Dijo Nash riéndose.
—Por cierto Hailey, sabes que puedes ir a nuestra casa cuando quieras, creo que es mejor que vuelvas pero en otras circunstancias. - Dijo Thomas viéndome por el espejo del automóvil.
—Lo se, creo que conocer tu casa gracias a la fiesta no fue el mejor momento. - Dije riéndome y era cierto, la casa de Thomas era enorme y muy linda, había mil habitaciones y un jardín muy lindo, era cierto que no vivía en un fraccionamiento privado pero su casa era muy lujosa y de las más alejadas del centro de la ciudad, pero las circunstancias no eran las correctas.
—Cuando quieras puedes volver, me encanto conocerte. - Dijo Nash que me había guiñado un ojo, sin pensarlo dos veces comencé a reírme.
—Gracias chicos por todo, nos vemos luego. - Que ya me habían dejado en la puerta de mi casa, espero que no haya nadie no quiero que mi mal humor se arruine.

Camine a pasos cansados y torpes, estaba descalza, los pies me dolían como para usar los tacones que me había puesto el día de ayer, no entiendo como fue que baile e hice mil cosas con estos tacones tan altos; mi cabello estaba hecho un desastre y no usaba maquillaje, gracias a que los chicos se habían apiadado de mi y me habían prestado desmaquillante de su mamá, mi vestido estaba limpio gracias a las señoras de limpieza de la casa de mis amigos, así que quien me viera pensaría que era un indigente.

—Hasta que te dignas a llegar linda, ¿que démonios te sucedió? - Habló una voz que conocía bastante bien, la extrañaba tanto.
—Tía Verónica. - Dije corriendo a abrazarla, ella es una de las hermanas menores de mi madre, era de una personalidad muy diferente a la de mamá, y siempre me consiente en todo, sin duda es mi compañera de aventuras.
—Cariño te extrañe tanto, vamos a tu habitación necesitamos hablar de lo qué pasó y porque llegas a esta hora. - Dijo arrastrándome con ella a mi habitación.

Sin duda me espera una larga tarde.

El niñero resignado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora