3. Eres un grano en el trasero.

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La mañana siguiente fue un poco mejor que el día anterior, cuando baje a desayunar no había nadie en el comedor a excepción de Connor, pero el desgraciado se irá a un torneo a Nashville de una semana, con un poco de suerte llegará antes que mis padres, aunque lo dudo mucho.

—¿Enana si sabes que hoy me voy de viaje? - Preguntó mi hermano con un poco de timidez, sabía que estos días mi cambio de humor es muy repentino.
—Si lo sabía. - Conteste un poco desconsolada, la única persona que me entiende se va cuando más lo necesito.
—¿Estas bien? - Preguntó de nuevo mi hermano examinando mi rostro.
—No creo que ese sea el término adecuado. - Conteste con la vista en el desayuno que Nanis, la señora de la limpieza que nos ha visto desde bebés, había puesto enfrente de mi, para ser sincera él hambre es la última cosa que se viene a mi mente.
—Hailey te veo demasiado mal, no me iré de aquí hasta que me expliques que es lo que te tiene de esa manera, ayer antes de irme a dormir fui a tu habitación y no había nadie, le pregunte a mamá pero no me supo dar ninguna explicación. - Dijo con el ceño fruncido, sus ojos verdes me veían con preocupación.
—Ayer en la noche, mamá me dio una cachetada. - Dije llorando nuevamente, las únicas personas que me habían visto llorar era Logan y Amber, y de tan solo verme se han puesto a llorar ellos, y no quiero que eso suceda con Connor.
—Maldicion. - Dijo antes de levantarse de su asiento y venir a darme un abrazo que tanto necesitaba.
—Connor, me siento muy mal, estoy cansada de que esto suceda. - Dije llorando aún más, seguramente mi cara era un desastre.
—Lamentó no haber estado en ese momento, hablaré con ella, créeme que eso nunca se lo voy a perdonar, tú eres mi tesoro y le prometí a mi abuelo que te cuidaría y te protegería de todos, inclusive de mis papás. - Dijo mi hermano con la voz entrecortada, creo que él tampoco se esperaba eso.
—Te quiero tanto. - Dije abrazándolo aún más.

El se encargó de llevarme a la escuela y levantarme un poco el animo, también me dijo que a la hora de la salida buscará un Audi color negro, adentro de ese auto iba a estar la persona que se va a encargar de mi por las siguientes semanas.

Las clases eran increíblemente torturosas, solo escuchaba lo que los profesores hablan pero mi mente no procesaba las palabras y no entendía nada, Kenia que es una de mis mejores amigas aquí en Los Ángeles, me entiende muy bien, ella también pasa por la misma situación, a excepción que ella es hija única, aveces creo que ella se siente peor que yo, debe ser terrible saber que no tienes un apoyo en casa.

La campana sonó y solo eso bastó para que saliera disparada hacia la salida, tenía mucha curiosidad de saber quién era la persona que mamá no me ha querido decir, tanto quería conocerla que me bastó un poco más de diez minutos encontrar el auto.

Llamada.
—¿Hola? - Conteste un poco confundida mi celular, el número que me había llamado era desconocido, no estaba completamente segura si ese era el auto correcto.
—¿Habló con Hailey? - Esa voz la he escuchado de algún lado, estupida mala memoria.
—Si. - Conteste con la voz un poco temblorosa.
—Estoy en el Audi negro que está casi enfrente de ti, date prisa que tengo un poco de hambre. - Y entonces es cuando me di cuenta que ese era el auto que había buscado tanto, y creo que quede como una estupida porque ha estado enfrente de mi todo el tiempo.

Camine con pasos rápidos, abrí la puerta del auto solo para darme cuenta que Thomas iba a quedarse encargado de mi, el idiota me veía con una sonrisa burlona, mientras que sentía ganas de echarme a correr a una dirección contraria, soporto todo menos estar varias semanas con este estupido.

—Eres un grano en el trasero. - Dije desesperada, llevaba diez minutos con el y no lo soportaba, seguramente terminare suicidándome por no estar con el.
—Vamos, debes admitir que soy agradable. - Dijo con aires de superioridad.
—No lo eres. - Dije fastidiada, después me tome la libertad de subir mis piernas al tablero del auto, siempre lo hacía y no creo que fuera algo malo.
—Nena, me caes muy bien pero por lo que más quieras en tu vida, baja tus sensuales piernas del tablero de mi bebe. - Aquí es donde me estabas riendo internamente, aunque no me pasa desapercibido que le dijo sensuales a mis piernas.
—Lo siento pero esta posición es muy cómoda. - Dije provocativa, quería ver que tanto hacia por un carro o mejor dicho como el lo llamaba su bebe.
—Te lo advertí nena. - Dijo antes de dar un giro increíblemente brusco y ocasionar que una gran cantidad de autos tocaran el claxon, aparcó el auto en una calle donde no había muchas personas, y se bajó a una velocidad antinatural para rodear el auto e intentar abrir la puerta, por suerte fui más rápida y puse el seguro, y quedo como un tonto con arranques de celos. Solo me reí en su cara para tomar el volante y conducir a mi casa, dejándolo ahí en medio de la nada, por suerte estaba a tres cuadras de mi hogar.

El estruendoso ruido de la puerta de mi habitación me saco de mi interesante serie, la cara de Thomas estaba enrojecida por la furia, inclusive podría jurar que veo humo saliendo por sus orejas, está situación se me hace tan divertida.

—No debiste haber eso hecho Brittany. - Al parecer Thomas no estaba enterado que odio mi segundo nombre, así que la enfurecida ahora era yo.
—Vete a la mierda. - Conteste.
—Oh vamos, la pequeña bebe se enojo porque la llame por su segundo nombre. - Dijo con el mismo tono de voz que había ocupado.
—Thomas no tengo ganas de estar discutiendo, así que vete mucho por donde viniste. - Conteste con toda la calma del mundo, pero mi cara aún tenía la expresión de enojo.
—Nena, me gusta verte más con una sonrisa. - Dijo antes de subirse a mi cama y subirse arriba de mi, quien abriera la puerta pensaría que estamos haciendo otra cosa, pero la única verdad es que me está haciendo cosquillas.
—Thomas detente, para. - Dije entre risas.
—No hasta que me des un beso. - Dijo haciéndome cosquillas en la cintura, es la parte donde siento más, así que no duda en reaccionar ante eso.
—Está bien, pero detente. - Dije respirando con dificultad, se detuvo pero aproveche para empujarlo con todas mis fuerzas y salir corriendo hacia el jardín, tenía una gran idea que podía hacer.
—¿Hailey donde estás? - Se escucho la pregunta por mi casa, agradezco que mi casa esté vacía así puedo escuchar el eco de las palabras que dicen. Mi posición era perfecta, cuando saliera al jardín tomaría uno de sus tobillos y tropezaría, y así caería a la piscina.
—Por aquí. - Dije para llamar su atención.
—Te tengo. - Contestó, fui muy rápida que al momento de tomar sus tobillos tropezó pero la mala noticia fue que caí junto con el.

Al final del día me divertí estando con el, al parecer esto no va a ser muy difícil.

El niñero resignado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora