PREGUNTAS SIN RESPUESTA

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Llevábamos 4 horas caminando, sin contar los veinte minutos corriendo. Se suponía que teníamos que haber acampado hace 1 hora, pero estaba claro que mi padre lo decía para dar ánimos.

—Ivy- la voz de Matt me sacó de mis pensamientos- deberías hablar con Cadie.

—¿Por qué?- le pregunté echando un vistazo a mi hermana pequeña.

Él tardó un rato en responder, como hacía a veces cuando hablaba de temas serios. Cuando lo hizo, me miró directamente a los ojos.

—No está pasando por su mejor momento.

—Eso ya lo sé- le respondí- pero ya he hablado con ella y, además, ha tenido diez años para acostumbrarse a esto.

Matt negó con la cabeza.

—No es eso a lo que me refería.

—Entonces, ¿a qué te referías?- le pregunté sorprendida.

Cadie no tenía problemas, es decir, tenía diez años. No cargaba con el peso de toda una familia, ni tenía que hacer de segunda madre o de la hermana más mayor.
Matt abrió la boca para decir algo, pero mi padre se adelantó diciendo que ya podíamos acampar.

—Después seguimos- le susurré, y él asintió.

Yo dejé las mochilas en la mullida hierba y ayudé en lo que pude. Cuando todo estuvo listo, encendimos una pequeña hoguera. Ya estábamos en el bosque. Es lo que quería mi padre, él quería acampar donde estuviésemos seguros, pues los hombres de rojo, no se atrevían a adentrarse en el bosque.
Todos se fueron a dormir menos Matt y yo. Él se acercó a mí.

—¿Por qué?

—¿Por qué qué?- me preguntó bastante serio.

Yo no aparté la mirada del fuego.

—¿Por qué eres mi amigo? Podías ser el compañero inseparable de Athan, pero aún así, eres mi amigo.

Matt suspiró. Últimamente solía hacerlo más.

—No lo sé. Yo también me lo he preguntado alguna vez, pero no lo sé.

Los dos guardamos silencio. Al final, no pude evitarlo y me reí.

—¿De qué te ríes?- me preguntó.

—No lo sé.

Él sonrió y cruzó su mirada con la mía.

—Supongo que por eso.

—¿Por qué?- le volví a preguntar.

—Por las risas, las lágrimas, por las preguntas sin respuestas...- seguía sin apartar la vista de mí- por todo.

Entonces, ya no sabía que responder. Era la primera vez que me dejaba sin habla, y no me gustó.

—Vamos, no me mires así- me dijo riendo.

—Es que, no creo que estés diciendo la verdad. No puedes ser amigo mío por eso.

Matt se puso serio.

—¡Claro qué puedo! Lo estoy haciendo- respondió.

Ahí tampoco supe que decir. No me gustaba nada que hiciera eso.

—Creo... creo que me voy a dormir- respondí.

—Pero Ivy, ¿y lo de tu hermana? Debes hablar con ella, recuérdalo.

—¡Ya lo sé! Pero no puedo- le espeté

Matt parecía confuso. ¿Me estaba portando mal con él?

—Muy bien- contestó apretando los labios- no te molestaré más.

Y dicho esto se metió en la tienda con sus padres. Ahí me di cuenta de lo mal que lo había tratado y estuve a punto de entrar en la tienda, pero no lo hice, sus padres estaban durmiendo y no quería despertarlos. Apagué el fuego, y me metí dentro de la mía. No podía dormir, di vueltas y más vueltas a lo que acababa de hacer, y no pude evitar echarme a llorar. Al final, después de desahogarme, pude dormir, eso sí, con pesadillas.

En los ojos del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora