Perdida. Sumida en el letargo más oscuro y largo que existió alguna vez en la historia de la magia. Le pedí que me devolviera con ellos, o que me alejara de la vida si así volvía a verle a él. Pero no parecía estar en ninguno de esos lugares. No escuchaba sus voces reclamándome que volviese, que abriese los ojos. No sentía los brazos fuertes de mi hermano Athan sacudirme desesperado. No percibía nada que no fuera la misma nada. No estaba muerta. No estaba viva. Ya había rescatado a Fuego de las Tinieblas. ¿Dónde estaba ahora? La negrura era mucho más de lo que mis ojos cerrados podían ver. El pánico era algo que mi corazón ya no podía sentir. Perdida.
Y todo perdió el poco sentido que tenía.
Me ahogaba. Mi garganta cerrada gritaba como desquiciada por un mísero segundo de aire. Mis labios no se separaban. Por mi nariz no entraba el oxígeno. Podía haberme muerto, y acabar en un lugar menos extraño que ese, pero no ocurrió nada. Los instantes pasaban, y seguía sin poder respirar ese aire negruzco que flotaba a mi alrededor.
Y todo cobró el sentido que no tenía.
Dejé escapar un grito gutural. Pedía ayuda, socorro, amparo, y una mirada dulce que me diera la certeza de que moriría en paz. Pero no ocurrió. Volví. Volví de nuevo a sus brazos. Y sin percatarme, había separado mi cuerpo de la hierba mojada que antes no sentía, dejándome sentada entre su abrazo cálido. Con los ojos abiertos de nuevo, pero incapaz de ver nada, me eché a llorar. ¿Era la propia indignación? ¿El alivio de no estar ni muerta ni viva, si no por fin haber muerto? ¿Era el miedo que tenía de volver a la vida y de ver que no había solucionado nada? No lo sé, pero dejé de entenderlo todo cuando su voz pronunció mi nombre.
—Ivy...
No tengo idea de cómo lo hice, ni de dónde saqué las fuerzas suficientes, pero el miedo a pensar que él estuviera muerto conmigo me obligó a buscar su rostro.
—Athan... ¿Has fallecido tú también?
Su rostro, manchado de barro seco, dejaba ver pequeños ríos de su piel pálida a causa de las lágrimas que le limpiaban la cara. Sus ojos verdes resaltaban ahora más que nunca, y solo de imaginarme cómo había podido perder la vida, quise revivir para hacérselo pagar a quien le hubiera hecho daño.
—¿Fallecer? No, claro que no- estuvimos unos instantes en silencio, asimilando cada uno las palabras del otro- ¿Crees que estás muerta?
No dije nada. El parar de llorar había sido un error, porque al brotar de nuevo mis lágrimas comprendí que ese día lloraría por todas las veces que no lo había hecho. Hundí mi rostro en su hombro y gimoteé, sollocé y derramé lágrimas de culpa, miedo y dolor hasta que esas dejaron paso a las de alivio.
—Estás viva, hermanita. No sé cómo, pero lo estás. Eres una maldita superviviente- y rompió a llorar conmigo- Te quiero, sé que no te lo digo mucho, pero confío en que lo sepas.
Me estrechó más fuerte entre sus brazos, y entonces, fui capaz de escuchar más allá de nuestros llantos. Un llamado con mi nombre cruzó el cielo y atravesó las copas de los árboles, posándose en nuestros oídos. Era una voz que reconocí como conocida de antes. Supe que era de alguien que conocía, pero en ese instante, todas las voces para mí eran portadoras de salvación.
—Aquí están- susurró Athan contra mi pelo sucio y enmarañado- Se quedaron en la retaguardia, yo te encontré primero.
—¿Quiénes?- pregunté.
—Todas las personas por las que has llorado, gritado y sufrido. Pero también has vivido, reído y sonreído. Todas esas personas a las que has amado y continúan a tu lado, esos son quiénes vienen- me dijo.
![](https://img.wattpad.com/cover/155737863-288-k206958.jpg)
ESTÁS LEYENDO
En los ojos del bosque
FantasyElla es una hechicera, pero no una hechicera cualquiera, una hechicera perseguida por el Consejo de Magos. Ivy Valduciel corre un gran peligro, que ni ella misma sabe. Para bien o para mal, lo descubrirá, y el bosque, su fiel aliado será. Él es mago...