Capitulo 11: Las aguas de la tranquilidad

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Ina

En una universidad está un baño, y en ese baño están los cubículos, y en uno de esos cubículos estoy yo, teniendo una llamada de las más importantes de todo el mundo.

- ¿Estas segura que no quieres que te lleve?

- No, claro que no, voy a estar bien, además de que no sería la primera vez.- sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

- Igualmente cuídate, me da miedo la sola idea de que te hagan daño.

- No tienes de que preocuparte.- trague saliva sintiendo más preocupación- que te parece, si no te llamo a las 23:30 vienes a mi trabajo ¿Te parece bien?

- Me parece bien.

Iba a preguntarle de su día, pero la puerta del baño se abrió pudiendo escuchar algunos pasos se las chicas que ingresaron. Con decepción me despedí entre susurros a Sally, al salir del cubículo de donde me encontraba, las chicas -que eran 5 siendo las típicas chicas que les gusta arreglarse- pararon su habla cuando me vieron, me era normal supongo que ver a una chica con cabello desalineado, vestida de una forma media vaga y con recientes ojeras no era normal en una "chica" como yo.

¿Porque lo digo?

Mi padre es el director de una escuela, mi madre es dueña de una mini empresa y yo soy hija única de ambos

Me frustra la idea de que solo por ser hija única tenga que ser una chica mimada que tal vez tenga que preocuparme solo por mi apariencia. Salí del baño con una cara de seriedad metiendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón.

Caminando por los pasillos de la "U" me encontré con una cara familiar, no di rodeos lo saque de la conversación que tenía como todo mujeriego que era.

- ¿Por qué me sacas? - reclamo mientras lo llevaba a rastras por el largo pasillo al salón que nos tocaba - estaba por llevar una conversación a otro nivel.

- Si quieres tener un trio con las chicas más fáciles, sería mejor que contrataras unas prostitutas si no quieres que te castre para después darte los huevos que tienes para comer.

- Te juro que esta vez usare un condón.- rodee los ojos apretándole mas la muñeca - no tienes por qué estar así, si es necesario me voy a hacer cargo del bebé de tu amiga.

- No quiero escuchar eso, se supone que tienes que hacerte cargo de Mili y de su hija como el padre que eres.

Soltó un chasquido que me hizo enojar, como yo aun seguía llevándolo a la fuerza, mi impulso hizo de que se callera, aproveche la oportunidad para ponerme delante de él y estando expuesta su entrepierna, puse mi pie apretándola viendo en su rostro su cara de dolor.

Henrick, un chico universitario que tiene las características de todo chico normal, no es ni guapo ni feo, solo normal. Pero la apariencia que tiene no le impide que sus coqueteos y la vida que lleva de mujeriego se detengan.

Me asquea.

- ¿Me prometes que le vas a dar el dinero que le corresponde a Mili por la crianza de tu hija? - lo mire de forma despreciable pisándole con más fuerza su entrepierna.

- L....LO PROMETO.- sonreí pisándole con más fuerza.

- Más te vale, si es necesario la voy a llamar y si no lo haces prometo que haré todo lo posible para que nunca más te vuelvas a acostar con una chica.

Les hubiera gustado ver su cara de horror, considérenme masoquista o no pero se lo merecía.

Saque mi pie sin siquiera mirarle la cara, me pase mi mano en mi cabello dándole la espalda. Saque mi celular viendo la hora entrando la duda si debería escaparme de la "U" o no.

Azúcar!: La mente de ClaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora