Noche de Juegos [TodoBakuDeku] BNHA AU

Icy Hot, hora del té.

Quería asegurarse de que el pequeño peliverde llegase bien a su casa, pero Bakugou se le había adelantado y no cabía entre sus planes el dejar solo a ambos. Tomar un camino distinto del usual lucía como una buena idea, y con la lluvia nadie se percataría de su presencia.
Estaba demasiado lejos como para escuchar la conversación, detestó no tener un quirk como el de Jiro por unos instantes.

Aún así podía sentir la tensión entre los chicos, cosa que le hizo sonreír de forma leve al estar consiguiendo parte de su objetivo. Pero su sonrisa se borró tan pronto como apareció cuando notó la alegría en el caminar del más bajo.
Al parecer Bakugou le ofreció una disculpa o le prometió algo que todos sabían que no cumpliría. Lo poco que había logrado progresar se esfumó en cuestión de segundos. ¿Cómo podía Midoriya ser tan crédulo?

Refunfuñó negando con la cabeza, apoyándose en un árbol y congelando la mayor parte de este. Obviamente eso le informaría luego al rubio que alguien los siguió, pero no le importó en lo más mínimo. Prefirió dejarlo como una señal de guerra, no iba a rendirse, no ante alguien tan detestable.
Debido a la forma en la que su familia le crió, la palabra "ceder" no estaba ni estaría en su vocabulario jamás.

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Por otro lado el rubio acompañó a su amigo hasta la puerta de su casa, donde la señora Inko lo había recibido con un apretado abrazo e invitado a pasar la tarde. Y aunque quisiera ir a encerrarse a su habitación y dormir, no pudo negarse ante los ojos de cachorro que ambos peliverdes le ofrecieron.

La mesa estaba cubierta con panecillos y pequeños dulces. Por un momento la absurda idea de que los hubieran preparado especialmente para su llegada cruzó su mente, aunque era algo imposible debido a que su visita no era anunciada.

—Izuku me ha hablado sobre ti, por lo que veo te va muy bien en la academia.— comentó la señora mientras servía té verde en unas tazas.

—Uh, supongo.— Katsuki alzó una ceja, mirando de reojo al nombrado, quien bajó la mirada sonriendo con nerviosismo.

—Ay... estoy tan feliz... — Inko afirmó, sentandose en su lugar.— Me alegra que ustedes dos sigan siendo tan buenos amigos como siempre.

Ambos jovenes sabían que no era cierto, por lo menos no la mayoría del tiempo. El más alto carraspeó al sentir una milésima de culpa recorrer su cuerpo, pero lo ocultó comiendo un scone que había en su plato.

Midoriya jugaba con sus dedos bajo la mesa, asintiendo ante lo que su feliz madre decía. Le mentía cada vez que preguntaba por su amigo de la infancia, pero tenía sus motivos. No quería que lo odiara puesto que tenía la esperanza de que algún día las cosas pudiesen volver a ser como en el inicio.
Y ese cambio estaba sucediendo. Primero una disculpa luego...quien sabe... Un paso a la vez. Solo eso necesitaba para avivar el fuego en su corazón.