Capítulo 9.

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El joven campesino y el patrón  están en el auto personal del patrón dando una vuelta en la carretera.

-¿A dónde me lleva? -pregunta el joven campesino.

-A ningún lado, quiero que hablemos y un viaje en carretera es muy bueno para eso.

-Patrón, no sé que quiere que le diga, no hay mucho que yo tenga para contar.

-Tienes mucho para contar, pero poco que quieras decir -dice el patrón viendo a los ojos a su campesino.

Rodrigo fija la vista en el paisaje de la carretera.

-Quizá oiste a mi mamá decirte esto: quedarte con las penas dentro solo daña el alma -dice el patrón citando las palabras de Doña Matilde.

-Solo falta que ahora digas me vengas con la frase de "si no lo quieres hablar lo debes gritar" -dice el campesino sin quitar la vista de la ventana.

El patrón lo mira de reojo y ríe.

-Nadie dice eso -dije el patrón entre risas.

El joven comienza a sonreír y no logra evitar comenzar a reír.

Hernán se siente bien al notar que ya está avanzando para poder conocer a Rodrigo.

-Sé que no confías en mí del todo, pero quizá puedas intentar decirme lo que te atormenta tanto -dice Hernán.

-No soy muy bueno dicindo lo que siento -dijo el joven campesino.

El patrón ríe suavemente.

-Entonces grítalo -dice con una sonrisa victoriosa.

El joven campesino le mira desconcertado.

-No te burles de mí -dice el campesino.

-No lo hago, lo digo en serio.

-No voy a gritar el auto, eso sería aterrador -dice el campesino.

El patrón presiona un botón y una pequeña puerta en el techo del auto se abre.

-Pues grita en auto pero hacia afuera -dice el patrón sonriendole al joven campesino.

Al principio el campesino sintió vergüenza, pero al imaginarse gritando una chispa se prende en su pecho.

Rodrigo se quita el cinturón, se pone de pie sobre el asiento y saca su cuerpo por la escotilla del techo del auto.

-Ten cuidado -dice el patrón.

Finalmente el patrón ve a su campesino sonriendo de felicidad.

-He vivido cosas horribles durante el inicio de mi vida, tengo cicatrices en mi alma. Pero mira, aún sigo vivo. Soy inmortal, así que nada me podrá pasar -dice el campesino sintiendo el viento en su rostro y su cabello.

El patrón sonríe a las palabras de Rodrigo.

-¡Soy un inmortal! -grita el joven campesino -. ¡Estoy cansado de tolerar a todo el mundo, estoy cansado de tolerar el peso de mi pasado. Estoy cansado de tener que perdonar! ¡Quiero ser feliz, quiero dejar ir todo aquello que me atormenta! ¡Soy más fuerte que antes, ya no me pueden lastimar! ¡Soy inmortal!

Los ojos del joven campesino se llenan de lágrimas.

-¡He estado tan aferrado a mis miedos que tengo miedo a ser feliz, tengo miedo de amar y temo que alguien me ame! Pero ya me cansé... -dice Rodrigo con la voz quebrada -. Ni el miedo ni mi pasado me impedirán vivir. ¡Me he perdonado!

El campesino y el patrón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora