Capítulo 6

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Esto es lo que pasa cuando eres medio famosa en Internet, que tu tranquilidad se va a la mierda, y vuelves a encontrarte con personas a las que creías que no volverías a ver, a causa de ello. Este es el caso de Christian Grey.

- ¡Sueltame!, no quiero nada contigo, ya me ha dicho tu novia, tus intenciones, así que vete si no quieres que grite como una loca y te lleven detenido. - Al menos en la justicia real, pasaría lo que acabo de decir.

- ¿Qué dices?, para empezar no sé que dices de mi novia, porque no tengo en estos momentos, y para terninar, a mi nunca me detienen ni me llevan detenido. - Maldito millonario, para él la justicia siempre le sale a favor.

- ¿No tienes?, me ha amenazado de muerte si te veía o te contaba algo, así que ahora que lo has visto, ¡marchate o intentaré ponerte una orden de alejamiento!. - Sólo intentar, porque siendo famoso, más famoso que yo. Le van a creer antes a él que a mí.

- Te juro que no tengo nada que ver con eso. - Si claro. Menudo farsante, aún más diciendo que no tiene novia. ¿De qué va?. No hace falta que me mienta en ese sentido.

- ¿Ah no?, ¿y cómo has conseguido mi número y mi dirección?, por favor, marchate ya me ha quedado claro que mi papel es estar muy lejos de tí. - Es lo mejor, que cada uno siga con su vida.

- Eso no es exactamente así, Ana, quiero hablar contigo en privado, no en un portal. - Pues yo no. Al menos aquí si grito, salen los vecinos a ayudarme, a esos que no conozco y que sería un placer conocerles si las cosas entre Christian y yo, se ponen difíciles.

- Yo no quiero hablar contigo, ¡no te acerques a mí, olvida que existo!. - Quiero deshacerme de su agarre pero no puedo.

- Lo que me pides, es imposible, te estuve buscando después de lo que pasó, y después de no encontrarte, meses después de no conseguirlo, veo un video tuyo confesando que...- Le interrumpo.

- Exacto, estoy de puta madre, mi hijo y yo nos apañamos bien solos, y no te necesitamos. - Consigo deshacerme de su agarre.

- También es mío, no lo olvides, y puedo hundirte si quiero. - ¿Eso es una amenaza?. Así mal vamos, si lo que quiere es conversar tranquilamente conmigo. Ya sabía yo que no tenía buenas intenciones.

- Inténtalo si puedes, mientras tanto, vete a tu mansión de millonario, y olvidame. - Me encierro en mi piso. Cerrándole la puerta en la cara.

- Esto no va a quedar así, te lo juro. - Golpea la puerta.

Observo por la mirilla como se va, por ahora se ha rendido.

Me llevo la mano al vientre y me tiro al suelo. Ya estoy llorando. Por su culpa he dejado mi vida y se ha atrevido a amenazarme. Sólo espero no volver a verle nunca más. No es bueno para mí. Los hombres buenos se quedan, no te engañan, solo siguen contigo sea como sea, aún sin ser de tu misma clase social.

Me da lástima porque lo que vivimos fue mágico, y ahora nada más que me quedo con que todo ha sido un sueño. Un sueño que en muchas ocasiones sigo soñando.

Lo admito, hace meses, pensé que había esperanza para estar con el, pero estaba equivocada. No hay esperanza alguna, ni ahora, ni nunca.

Christian piensa que sólo soy una niñata, lo que no sabe es que no me doy por vencida, y aseguro no volver a verle en la vida. No le necesito, que se quede con su mujer, su dinero y deje de enviarme a otros para que me amenacen, como a su mujer. A saber que le ha contado de nosotros.

No dejo de llorar en ningún momento. No me siento tranquila, ni si quiera me siento a salvo. ¡Esa puta grabación me ha cambiado la vida!.

- Tranquilo pequeño, no te va a pasar nada, tu papá no va a poder hacer nada. - Acaricio a mi niño, y este me da una patada. Tiene tanto miedo como yo.

Mi hijo me da fuerzas para seguir adelante, por él pienso luchar, pase lo que pase. No me van a hacer decaer, mi niño y yo, viviremos felices sin que nadie nos moleste o intente hacernos daño.

Me levanto del suelo porque me parece mejor opción tumbarme en la cama. Trato de mantener la calma mientras veo una película en Neflix, y acaricio a mi bebé. Me gusta hacerlo, ya mismo va a salir de mi vientre y va a tener que acostumbrarse al mundo. Visto lo visto, conociendo la sociedad y los peligros de la vida, me da miedo que salga de mí, aquí está protegido y no le pasa nada. Además, tengo fobia a los hospitales y miedo al parto, pero lo que más miedo me da, es Christian, sus amenazas y viceversa. Eso sí que da miedo.

Me he puesto la película del caso de Benjamín Button, y acabo llorando a mares. Es imposible no llorar con esta película, quien no llora es de piedra, o tiene un don para aguantarse la llorera. La película es muy triste, si a eso le añadimos lo triste de mi vida, pues como para no acabar llorando.

Me hace ilusión ser madre, por eso he renunciado a todo lo demás. Los hijos son lo primero siempre. Antes que mis padres, y mi antigua vida.

Se termina la película, y me quedo dormida abrazada a mi misma. Miento si digo que no tengo miedo.

(...)

Ya es por la mañana, y he salido a pasear por el parque. Hace un buen día, por ahora no está lloviendo, y eso es bastante raro en Seattle.

Mi cuello está cubierto por una bufanda gris, y llevo un gorro negro, cubriendo mi rostro. Además, voy vestida con un vestido negro pre mamá y botas blancas. No voy nada mal.

Debido al viento, se me vuela el gorro, y acaba sostenido entre unos fuertes brazos. No me lo puedo creer.

- ¿Me la devuelves?, por favor. - No creo que me ayuden los buenos modales, pero por intentarlo, tampoco pierdo nada.

- Depende, ¿vas a hablar conmigo?. - Christian, siempre tan insistente. No pienso hablar, no tengo nada que hablar con él.

- Pues la verdad es que no. - Soy muy clara.

- Hola, ¿Anastasia Steele?. - Un niño de unos 9 años, se acerca a nosotros.

- Si, soy yo. - Le sonrío. Es un niño bastante tierno, tiene unos ojos azules muy bonitos.

- Soy Clay Grey, un placer conocerte. - Vale. Definitivamente es monisimo. Es un caballero, mucho más que otro que yo me sé...

- Lo mismo digo, eres un amor. - Me agacho a su altura. ¡Me ha parecido un niño adorable!.

- Mis amigos van a flipar cuando les diga que he estado contigo, ¿podría hacerme una foto contigo?, es que eres el amor platónico de los niños mayores. - ¿Ah si?. No tenía ni idea. - Papá, ¿me dejas tu móvil?. - ¿Cómo que papá?, ¿es hijo de Christian?.

- ¡No!, vete a jugar, no me hagas repetirtelo. - Tono de voz bastante grave y de alto volumen. Está enfadado.

- Pero papá...- Se queja el pequeño Clay.

- No hay peros que valgan, vete a jugar, Taylor está por ahí, no te separes de él.

Un momento, ¿Taylor su guardaespaldas?. Aún le recuerdo, pobre hombre.

El pequeño Clay se marcha enfadado.

- Puedes irte con tu hijo, devuelveme el gorro que me voy. - Intento arrebatarselo, pero no resulta un método factible.

- No te vas, no, hasta que hables conmigo. - Me vuelve a amenazar.

- ¿Sabes qué?.

- ¿Qué?. - Sostiene mi gorro con aires de superioridad.

- Puedes quedartelo, porque será lo único que tengas de mí.

Me marcho corriendo todo lo que puedo. Nota mental. No volver a ese parque.

MomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora