LA MISIÓN

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1- La misión

Su traje azul oscuro hacía juego con sus ojos, su cara era la esperada para un profesional de su calibre. Eso es lo que pensó Willhelm Wheeler, un exitoso empresario de Seto Kaiba, el aspirante a guardaespaldas de su hijo. Su apariencia le gustó, también la rigidez de su semblante y las cosas que dijo durante la entrevista.

No haré esto más largo de lo necesario. Necesito un guardaespaldas para mi hijo y usted parece el candidato apropiado. Ya le hemos descrito las condiciones del trabajo y la razón de necesitarlo y si usted está de acuerdo querría que empiece mañana a las 7 y 30 ya que Joseph se va a la universidad a esa hora—le dijo Willhelm.

Muy bien. Siendo así nos veremos a esa hora mañana—dijo levantándose de su asiento el ahora protector de Joseph Wheeler.

Por favor acompañe a mi secretaria, ella tiene instrucciones de llevarlo a legales para que firme el contrato—pidió su ahora jefe.

Así lo haré. Necesitaré también los horarios de su hijo—dijo el guardaespaldas.

Eso será un problema—dijo el mayor pasándose una mano por la frente—Mi hijo no conoce nada parecido a un horario estable. Yo y mi esposa no nos separamos en buenos términos y ella se volvió a casar pero a parte de formar una nueva familia no ha intentado verle de nuevo desde que era muy niño por lo que lo he criado yo solo como se dice y aunque nunca esta solo me temo que está acostumbrado a hacer lo que le viene en gana por lo que es difícil lidiar con él—

Entiendo. Es un chico difícil—contestó Seto.

No me mal entienda es un buen chico solo que...--dijo el empresario.

Los padres siempre dicen eso—le dijo en respuesta el ojos azules antes de irse.

La habitación de Joseph no era como la de un chico común, era blanca y espaciosa. Con un gran ventanal que daba a un balcón sobre el jardín de atrás que rodeaba una extensa pradera en donde se encontraba un establo que contenía algunos de los caballos propiedad de su padre y que él montaba en ocasiones. En ese balcón desayunaba en las mañanas pues tenía un juego de jardín para acomodarse, además de una espaciosa escalera por la que se accedía a él desde el patio para no tener que entrar de nuevo si no se quería a la habitación y para que los sirvientes pusieran el desayuno sin pasar por dentro y así cuando se levantaba todo le estaba esperando como por arte de magia.

Salió al balcón esa mañana renovado por un buen descanso, llevaba blue jeans, camiseta verde, una chamarra de cuero negro y borceguíes de cuero marrón. Joey solía llamar la atención a donde iba por su actitud y su apariencia que lo hacían parecer modelo, de hecho había posado a veces para la clase de arte para tener puntos extras, un curso que tomaba aparte ya que el estudiaba administración de empresas pues algún día le tocaría dirigir el emporio familiar algo a lo que se había resignado ya, pero hasta entonces planeaba disfrutar de la vida.

Ese día le esperaba una sorpresa junto a la puerta. Cuando lo vio junto a su padre pensó que era un nuevo miembro del personal de la empresa ya que nunca le había visto y tenía pinta de ejecutivo. Cuando su padre le saludó, él hizo lo mismo y se dispuso a partir. Su motocicleta lo estaría esperando como siempre frente a la casa en el camino de acceso, los sirvientes cuidaban de que así fuera cada mañana. Llevaba su morral en la espalda con las cosas que necesitaría.

¡Joey!—lo llamó su padre. Este se detuvo y lo miró con cara de hastío.

¿Qué pasa ahora papá? Tengo que salir o llegaré tarde a la primer clase y el señor F...--dijo el susodicho.

Tomará solo un momento—le dijo el mayor—Este es el señor Kaiba—añadió apuntando a Seto.

¡Fantástico! ¡Un gusto conocerle!—dijo el rubio haciendo notar su falta de euforia por ser presentado con el tipo--¿Eso es todo? Me voy—agregó.

No. No es todo—dijo el padre ya perdiendo la paciencia—Joseph el señor Kaiba se hará cargo desde ahora de tu seguridad personal—

Joseph que había volteado para irse los miró con cara de entender un poco y luego su ceño se frunció—¡Yo no necesito ninguna niñera, papá! Se me cuidar solito—exclamó.

¡Esto no está en discusión! A partir de ahora el señor Kaiba te acompañará vayas donde vayas—le dijo su padre.

No creo que el quepa en la motocicleta—dijo el furioso universitario sabiendo que era inútil discutir con él.

¡Fantástico porque no la usarás!—dijo Willhelm.

¿Qué?—preguntó su hijo encrespándose como un gato furioso.

He mandado que la mantengan en el garage. De ahora en más usarás el BMW—le informó el empresario y luego dirigiéndose al castaño agregó--¡Que pase bien señor Kaiba!—

El ojos azules había observado impasible la discusión y el furioso chico lo miró para preguntar luego--¿Y tú no dices nada?—

¿Tenía que decir algo?—preguntó Seto poniendo al otro más furioso aún.

Esa noche planeaba salir en su moto a reunirse con sus amigos pero cuando salió se encontró con el mequetrefe ese parado junto al auto.

¿Qué? ¿Le vas de chofer ahora?—preguntó tratando de humillarlo.

Tengo varios talentos. ¿Tú no?—preguntó el otro enfureciéndolo.

Llegaron a la fiesta media hora después. Su amigo Tristán tenía una casa que rentaba junto a otros dos y organizaba fiestas cada poco. Joey siempre estaba invitado y las razones eran a todas luces obvias, Joey era un chico rico y dado a los excesos. Durante la fiesta su guardaespaldas descubrió que no solo se emborrachaba sino que también era adicto a las drogas que sus amigos les vendían a todos y que las chicas se arracimaban en manada alrededor del heredero.

Después de su noche de juerga Seto lo cargó en el auto y lo llevó a su casa donde despertó al otro día con resaca. Cuando salió a su balcón Seto ya estaba ahí, acomodado en una silla nueva que habían puesto junto al barandal.

Veo que sabes sentarte—le dijo al guardaespaldas pero el otro se limitó a mirarlo con los brazos y piernas cruzados. Después de un rato en que Joey se dedicó a tomar un analgésico, ya dispuesto, con agua y untar una tostada con manteca preguntó--¿Ya le dijiste a mi padre?—

Me pagan para protegerte no para espiarte. Lo que hagas es asunto tuyo—le respondió Kaiba con rostro adusto.

Después de otro rato de observarlo intermitentemente mientras desayunaba Joseph preguntó—No te agrado. ¿Cierto?—

No tienes que agradarme—respondió Seto.

¡Eso lo sé! –replicó el otro para después añadir--¿Es porque soy adicto, no es así?—

Eso no es de mi incumbencia—respondió el otro con cara de póquer pero quedó claro que así era y es que a Seto le desagradaba cualquier persona dada a los vicios. Sabía por experiencia propia que esas debilidades podían dañar a los que rodeaban a dichas personas incluso más que a si mismos y es que Seto era un ex marine, en las pocas ocasiones que le tocó trabajar con adictos las cosas se pusieron muy feas para él porque estos siempre causaban problemas gracias a su adicción, incluso una vez estuvo a punto de morir por un mal vigía y es por eso que no le agradaban los adictos de ninguna especie, ni siquiera al tabaco o al alcohol.

¿Cómo le esta yendo con Joseph?—preguntó el señor Wheeler cuando se encontraron bajo la escalera principal de su casa pues él salía y Kaiba llegaba.

Bien señor—fue todo lo que respondió el parco guardaespaldas.

He sabido que le da muy poco descanso. Mañana es su día libre por lo que espero que pueda recuperarse. Uno de mis guardaespaldas se encargará de él. Los domingos salgo poco salvo a alguna recepción por lo que no necesito a todos los míos—le informó su jefe y Seto asintió mudamente. --¡Hasta el lunes entonces!—se despidió.

¡Hasta el lunes!—respondió Kaiba.

AMOR EN CUSTODIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora