El escape

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3—El escape

Eres asfixiante. ¿Lo sabías? ¡Quédate aquí! ¡Ya salgo!—dijo el joven antes de entrar en su habitación, dejando al castaño en la puerta. Lo que Seto no esperaba es que el chico escapara por la escalera de atrás porque nada en el día había anunciado su intención de hacerlo, más bien la de dormir después de esa agitada noche. Había ido a clases como el castaño intuyó aún con tanta protesta y volvió sin resabios de mal humor en apariencia aunque sabía que muy dentro no estaba a gusto no esperaba que huyera y para evitar que lo viera venir el joven lo hizo.

Cuando salió saltando por el muro este de la propiedad, su amigo Devlin le esperaba. --¡Fue mas facil de lo que esperabas! ¿Eh?—preguntó el amigo de Joseph con una sonrisa.

Si—respondió Joey.

¡Vamos, vamos!—gritó el otro y cazándolo del brazo lo arrastró hasta un auto. Todo iba bien hasta que después que se aproximaran dos hombres que el rubio no conocía se bajaron. --¡Aquí está!—dijo el pelinegro empujando al ojos mieles. Y de pronto Joseph se sintió como un cordero para el sacrificio.

¡Bien hecho chico!—dijo uno de los hombres mientras el otro fortachón agarraba a Joey con los brazos por detrás--¡Aquí esta lo tuyo!—

¡Lo siento pero necesito este dinero carnal!—dijo el ojiverde al otro chico.

Seto sintió que tardaba mucho por eso golpeó, y lo hizo varias veces. Luego entró pues Joseph no había puesto el seguro para no despertar sospechas. Cuando vio el cuarto vacío de inmediato se dio cuenta de lo que pasaba y soltó una maldición. Fue al cuarto de vigilancia para ver lo que había en las cámaras y allí halló el video que lo mostraba saltando el muro.

No necesitaba averiguar a donde se dirigía. Esos arranques infantiles le costarían caro algún día, pensó sin saber que ese día era ahora.

¿Es cierto que mi hijo escapó?—preguntó Willhelm Wheeler.

Si, señor—respondió Kaiba.

¡Tráigalo y después hablaremos usted y yo!—ordenó el magnate.

Seto se dirigió a la casa de Taylor.

¡No está aquí! ¡Lo juro! Llamó hace un rato y dijo que vendría pero no ha llegado—dijo para asombro y preocupación del custodio el amigo de Joseph.

¿Quién iba a recogerlo?—preguntó el castaño. Era obvio que no caminaría hasta el otro lado de la ciudad por muy buena que fuera la fiesta.

Yoooo no sé—respondió el otro castaño y Seto supo que mentía por su dubitación.

¡Escucha pendejo! ¡Vas a decirme quien fue por él o juro que voy a meterte toda tu mercancía por donde no te da el sol! ¿Has entendido?—dijo el ojos azules como el otro no dijo nada, ordenó—¡Responde! ¿Has entendido?—

Ssssssssí... ¡Duke, Duke Devlin, el dijo que Duke lo traería!—respondió el ojos café con su voz temblando.

¡Buen chico! Ahora más vale que si Joey viene a tu casa lo mandes de vuelta a la suya o tendrán que sacarte el negocio con sopapa. ¿Entendiste?—le amenazó el muy furioso guardaespaldas.

¡Oye!—se envalentonó el otro pero al ver su mirada solo dijo—Si—

Había subido al auto cuando su teléfono sonó. Contestó a la segunda.

Señor Kaiba, su ineficiencia me ha costado caro. Acaban de llamarme para decirme que mi hijo está en sus manos—le dijo su jefe.

No se preocupe. Yo averiguaré donde está—le tranquilizó el castaño.

AMOR EN CUSTODIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora