El francotirador

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11—El francotirador

La bala hubiera penetrado el cráneo del ojos mieles si un segundo antes algo no se hubiera interpuesto otro objeto, el cual era la cabeza de Tanaka sama. Joey hablaba con él del lugar al que irían con una sonrisa cortés como la que lucía el propio nihon-shin cuando su cara se vio totalmente cubierta por un líquido pegajoso mientras ante sus asombrados ojos la cabeza del otro explotaba como una calabaza muy madura que cae al suelo.

Ante la horrible situación se quedó ahí muy quieto y entonces fue cuando, como si fuera una sensación lejana sintió unos brazos sujetándole y arrastrándole del lugar. Todo sucedía en cámara lenta para el empresario mientras sus ideas no lograban la conexión básica para fluir.

Miró hacia un lado para ver a quien le sujetaba y notó un deja vu. Estaba ahora arrodillado a un lado de un auto con la cabeza de Seto mirando por la ventanilla de este hacia los lados y arriba, lo sostenía contra su pecho por lo que podía percibir los latidos de su corazón, eran rápidos pese a que su semblante no demostraba pánico alguno, su mirada era alerta y buscaba con sus poderosos ojos azules la causa de ese mal, su rostro permanecía muy cerca del de él. Por un segundo los dos estuvieron solos en el universo porque el ojos mieles no percibía nada más.

Y entonces...

Todo regresó. Las sirenas, los pasos de gente enloquecida por el pánico y sus gritos. Miró a su alrededor y su mirada se detuvo en el cuerpo inherte de Tanaka, estaba desmanejado como una muñeca rota y en vez de cabeza quedaban unos jirones de piel con un ojo que le miraba y una gran mancha roja que se extendía cada vez más.

Seto le preguntó--¿Estás bien?—

Le miró de nuevo y sus ojos se encontraron. Por un segundo sintió la tentación de develarle todo lo que se agolpaba en su garganta, de decirle por fin sus sentimientos y besarle como, estaba seguro que, jamás le habían besado. Y entonces el otro lo haló al edificio corriendo y forzándolo a agachar la cabeza.

Una vez dentro, y después de recuperar el aliento el rubio recordó y preguntó--¿Dónde está Yami?—

¡Aquí!—dijo el otro desde el lado del mostrador contrario a la puerta de vidrio. Joseph respiró aliviado.

¿Pudo ver algo inusual antes del ataque?—preguntó el joven oficial a cargo de la investigación a Wheeler quien estaba sentado en su oficina con una taza de café en sus manos que temblaban.

No. No ví nada inusual. En un minuto estaba hablando con él y al siguiente...--el rubio cerró los ojos con fuerza víctima del mal recuerdo.

No creo que pudiera ver a quién lo atacó. Creo que el disparo fue hecho con un rifle de alta precisión—acotó Kaiba sorprendiendo tanto al ojos mieles como al oficial.

¿Qué le hace suponer eso?—preguntó el policía.

Estábamos rodeados de muchas personas, un disparo a corta distancia hubiera sido casi imposible—le dijo el custodio.

Perdón. ¿Pero en que se basa?—preguntó el detective. Obviamente sospechaba que Seto no hablaba solo por hablar y quería confirmarlo.

El castaño se dio cuenta de esto—Por mi experiencia. Soy francotirador—exclamó el guardaespaldas como lo haría cualquier profesional con su profesión.

¿Perdón?—preguntó el policía. No muchos declamaban un delito con ese tono.

¡No se preocupe usted, oficial! Fuí francotirador de la Armada, por eso estoy casi seguro de que se trató de un francotirador. El ángulo de disparo hubiera sido imposible con otra arma en la multitud y la calidad del daño sugiere algo muy potente como para ser un arma de mano que nadie oyera detonar—dijo con acertivo y desapegado tono el ojos azules dejando con la boca abierta a todos en la habitación a parte de él.

AMOR EN CUSTODIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora