10—Carl
Carl Grinberg se encargaba de los problemas de otras personas por un precio que él consideraba más que justo. Ese día se encontraba en su auto esperando a un nuevo cliente. Una limosina se detuvo en el edificio de aparcamientos a unos metros de su automóvil. Una tipo pelado y gordo bajó de la limo y fue a su auto--¿Es usted Carl Grinberg?—preguntó asomando la cabeza por su ventanilla.
Carl asintió y el otro le pasó una carpeta y un sobre, luego dio media vuelta y se fue.
Carl abrió el sobre, dentro había dinero, lo contó, era la suma acordada. Luego abrió la carpeta, dentro estaba la información sobre su objetivo, más adelante estaban fotos del mismo pero esto no atrajo tanto su atención.
Mira donde vengo a encontrarte—expresó con una sonrisa al ver en la misma foto a un antiguo conocido.
Estaba apostado en un apartamento alto mientras su objetivo tomaba una soda y miraba televisión en su living. Carl lo observaba a través de su mira telescópica y sonrió un segundo antes de disparar. La soda se derramó en el regazo de su víctima y la cabeza impactada se fue al lado contrario. Desde su punto de vista parecía que el otro se había acostado a dormir la siesta.
Salieron de compras, Joseph, Yue, Tea, Seto y Seiren. Joey disfrutaba de la compañía de su secretaria que era graciosa, complaciente y eficiente. A Yue le caía bien y al verlas juntas Wheeler se dio cuenta de que había elegido bien. Si algo llegaba a pasarle la joven sería una excelente madre para la niña.
Salieron al aparcamiento del centro comercial llenos de bolsas de compras. Yue iba muy feliz porque le compró juguetes y una cama a Miel. El rubio se ponía feliz solo de verla. Kaiba llevaba la cama muy a su pesar pues él no era un valet sino un guardaespaldas y tenía que tener las manos libres por si era necesario usar su arma.
¡Relájate Seto! Estamos en un centro comercial. No creo que los asesinos que esperas vengan justo hoy—dijo Seiren risueña. El la miró mal y el ojos mieles se sintió fuera pues no podía tener esa interacción con él. Estaba celoso, debía admitirlo.
El señor Brown siempre revisaba el correo antes de trabajar y esa mañana como siempre llevó a cabo su costumbre sin saber que hoy tenía audiencia. Los ojos avezados observaron cuidadosamente el rótulo en la puertilla de la caja de correo del hombre y tomaron nota mental de lo que allí estaba escrito: 4 to D.
Con unas ganzúas que ya llevaba pues tenía previsto hacer eso entró en dicho apartamento y sin prisa se dirigió a la ventana. Carl observaba la escena con unos largavistas especiales. Veía la interacción entre los cinco miembros del grupo Wheeler y sonreía, pero no con una sonrisa alegre por la escena familiar sino con una sádica, muy sádica.
¿Cómo te va, viejo amigo?—dijo al rostro de ojos azules y pelo castaño que estaba observando.
Eran las 15 horas y Joseph se preparaba para recibir al señor Tanaka, un próspero comerciante japonés que deseaba invertir en el hotel con la condición de que el restaurante en el mismo fuera de su propiedad. Nadie puso reparos ante esa idea.
Tea contrató los servicios de una confitería de la zona para el catering lo que apantalló al empresario que amaba las cosas dulces. Ellos no cayeron en el habitual recibimiento estilo japonés porque sabían que muchos empresarios de esa nación gustaban de probar las cosas de la civilización occidental. Claro que trajeron si un té importado de Sry Lanka el país más famoso por su té negro que combinaba a la perfección con las masas elaboradas.
Es un placer hacer negocios con usted Wheeler san y con usted Moto san, son personas muy cultas, me he dado cuenta y es agradable oír su conversación—dijo el señor Tanaka.
Me alegro que así lo crea. Entonces... ¿Comenzamos?—preguntó Joseph.
Y el otro con pequeños asentimientos y una sonrisa feliz respondió--¡Hai, hai! ¡Comencemos!—y su cara imperturbable se mantuvo durante toda la discusión acerca de los contratos de arrendamiento y facilidades, de los planos hechos por los arquitectos y de la diversificación de los negocios que existirían en el edificio. Aunque Tanaka parecía un hombre simpático y bonachón en el fondo de su alma se escondía un tigre para los negocios lo que le agradó descubrir al rubio quien en toda la tarde no se lo vio venir pero que anteriormente se lo esperaba pues uno no puede hacerse un coloso en el negocio de los restaurantes sin haber ganado muchas batallas.
Joseph ofreció, después de haber terminado hasta el más mínimo detalle tanto con el afilado tigre de Asia como con la esfinge egipcia (Yami) --¿Por qué no vamos a cenar?—
¡Me parece bien!—dijo el nihon shin (japonés) ahora vuelto todo sonrisas.
¡Muy bien entonces! ¡Vayamos por el mejor sushi de...!—trató de animar Moto pero se detuvo ante la mirada de los otros--¿Qué pasa?—
Sumimasen (Disculpe) Tanaka san—se disculpó por su socio y luego añadió—Lo llevaré al mejor restaurante de carnes de este lado del mundo. Se llama "Bulls' Ranch" (Rancho de toros) pero no se deje engañar por su tosco nombre, su comida es excelsa. No lo llevaría ahí de otra manera—
Me siento muy honrado—dijo el pelinegro inclinándose. Wheeler extendió un brazo apuntando a la puerta y el otro accedió a su invitación.
Cuando estuvieron solos Yami le preguntó--¿Qué rayos pasó...?—
El ojos mieles le cortó—Ellos no viajan miles de kilómetros para comer una copia de lo que ellos hacen tan bien, sobretodo un hombre que se dedica a ello. Claro que se sienten halagados pero para agasajarlos hay que invitarlos a experiencias nuevas y típicas del lugar que visitan—dijo Wheeler dándole gratis una lección de relaciones exteriores que el callado Kaiba admiró desde las sombras aún en su posición, lo había observado todo pues Joseph insistía en que se mantuviera cerca aunque él no veía el motivo.
Había admirado el despliegue de atenciones que desplegaron tanto Joseph como Tea para con el nuevo inversor. En verdad se complementaban. Tea parecía adivinar lo que se necesitaría de ella y anticiparse haciéndole todo más fácil a su jefe y prometido.
Hicieron que el chofer llevara el auto hasta la puerta principal pues era más cómodo y agradable para el señor Tanaka ir por allí. Bajaron del ascensor y recorrieron el lobby, el japonés elogió una obra colgada ahí y siguieron rumbo al auto luego salieron por las puertas eléctricas al exterior.
Carl no podía creer su suerte cuando tras el asiático aparecieron las cabezas dorada y castaña--¡Vaya! ¡Qué oportuno! Ya me estaba por ir—dijo pues la luz de la tarde comenzaba a menguar y no le gustaba utilizar "aquello" con poca luz. No había traído la mira nocturna porque no creyó que asomaran la cabeza tan fácil pues hacía días que les seguía y sabía que entraban y salían por el estacionamiento subterráneo. Definitivamente esta era una llamada de los dioses a que lo hiciera hoy.
Su dedo se tensó en el gatillo mientras centraba su mira en su objetivo. Sería mejor que dispararle a él, pensó. Si mataba a su protegido en sus propias narices sería un golpe su orgullo, del que Seto Kaiba no se recuperaría. Aunque estaba en una azotea, claramente podía ver a cada uno de ellos, pulsó y el arma se detonó con un "¡Puff!" para enviar un cartucho de aluminio de alta graduación lleno de pólvora explosiva a ciento veinte kilómetros por hora hacia el hombre de la cabellera dorada, era una bala expansiva, diseñada para que al momento del impacto se fragmentara y causara el máximo de daño. Eran europeas y por lo tanto muy caras, diseñadas especialmente en Bélgica para compradores exigentes pero Carl creía que valían cada centavo. Con ellas no cabía la posibilidad de que su objetivo sufriera un daño no letal. Siempre y sin excepción su blanco moría y el cobraba en 5 dígitos.
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AMOR EN CUSTODIA
FanfictionSeto es un guardaespaldas profesional contratado por un millonario al que han amenazado con hacerle daño a su hijo para que lo proteja. El muchacho es rebelde y él no le cae bien porque hace es su niñera y al castaño no le cae porque es contestatari...