∆25∆

985 69 3
                                    

Mierda, fue lo único en lo que pude pensar.

¿Cómo es que puedo estar embarazada?

No puede, y menos en estos momentos.

Mamá comenzó moverse, así que guardé rápidamente el papel en el sobre y este en mí bolsa.

—Iré al baño, ahora vuelvo —le dije a mi madre levantándome de mi asiento.

Al llegar dejé mi bolsa en el lavabo y me miré al espejo. ¿Qué había pasado conmigo?
Estaba despeinada, con ojeras, no tenía puesto maquillaje y me sentía muy cansada, tanto física como psicológicamente.

No estoy lista para ser madre. Y dudo mucho que Toby lo esté para ser padre.

Al salir del baño miré hacia abajo, ya que estaba buscando mi celular para ver la hora, hasta que choqué del hombro con alguien. Al sentir el golpe me detuve y levanté la mirada y tratando de disculparme por mi descuido, vaya sorpresa al verla aquí.

—¡_____!, pero que sorpresa encontrarte —dijo Amy algo emocionada —hace tanto que no te veo, ni sé nada de ti. Pero, ¿qué haces en un hospital, estás bien? —preguntó.

—Hola, lo sé, cuanto tiempo. Y no te preocupes, estoy aquí porque vine a ver a un amigo —no quise decirle de quien se trataba, ya que ella lo conocía, de nuestra adolecencia, y yo sé que suena algo egoísta, pero, sentí que no debería —Y ¿qué tal tu, estas bien? —pregunté.

—Sí, no es nada grave. A noche estaba conduciendo y mi auto se descompuso a medio camino, así que me bajé para pedir ayuda y resbalé y me torcí un tobillo.

—Oh, espero que te mejores pronto.
—Gracias, oye ¿por qué no me pasas tu número, para estar en contacto y tal vez quedar alguna vez para ponernos al día, por los viejos tiempos —dijo, asentí y le dicte mi número mientras lo anotaba en una agenda.

—Bien, estamos en contacto —volvió a hablar y se acercó a mi, me dio un abrazo y le correspondí.
—Cuidate —dijo cerca de mi oído.
—Igual.

Al llegar con mamá quise contarle sobre el repentino encuentro, pero ella estaba charlando con una enfermera.

—Puede entrar a ver al Señor Reyes —dijo la enfermera. Yo sólo asentí, le hice un ademán a mi madre y ella entendió. La enfermera me guió hasta la habitación y se fue.

Toqué un par de veces, pero nadie respondió, así que entré.

Fue lastimoso verlo ahí acostado en esa cama de hospital.
Tenía algunos rasguños en el rostro que se recorrían hasta el cuello y tenía un pequeño moretón en la mejilla.

Me senté en una pequeña silla que estaba junto a la cama y tomé lentamente su mano, los nudillos de estas estaban vendados completamente.

Al sentir el tacto de mis manos con la suya, comenzó a abrir lentamente los ojos.

—Hola señora Reyes —dijo con un tono burlón, pero la voz ronca y débil  al mismo tiempo.

—No recuerdo el día en que acepté —contesté con el mismo tono.

—Pues que mala memoria tienes —dijo entre tosiendo —por que yo sí lo recuerdo.
Lo dejé seguir.
..
....
Estabas sentada en uno de los columpios, cuando un chico -que por cierto era muy guapo osea yo- se sentó en el columpio al lado tuyo.

—Hola —te dije felizmente, volteaste a verme y como creías no conocerme,  solo te limitaste a decir un seco y cortante
—Hola.
Ante tu respuesta me llevó la mano a la barbilla y me quedé pensando unos segundos
—¿Estas sola? —te pregunte con el ceño fruncido
—De.... —no te deje terminar de hablar
—Adivino, estas esperando a tu primo Gabriel, ¿cierto?

Volteaste rápidamente y me miraste, me examinaste con la mirada intentando recordar si me conocías, pero todo fue en vano.

—No te asustes —dije con voz relajada mientras tu te levantabas del columpio para irte —Lo sé porque me dijiste lo mismo el día que nos conocimos —te dije

Esas palabras te hicieron detener en seco

Volteaste a verme a la cara, y para tu sorpresa, yo estaba parado frente a ti

—¿Ya me recordaste?

—No, bueno, no completamente, tengo un vago recuerdo, de casualidad ¿tú te llamas Jack?

—Sí, ése es mi nombre, nos conocimos en este parque, en los juegos que están por allá hace diez años

Luego de que me recordaste la pasamos juntos ese día, jugamos como niños, reímos y charlamos, hasta el anochecer. Y sólo eso nos vasto para que nuestro amor de niños se hiciera algo más consolidado.

—Sabes, creo que no lo recuerdo así, estoy casi segura de que algo te está fallando. Tal vez sea la fecha —dije obviando la verdad.

—Está bien —dijo soltando unas risitas, que se veía que lo lastimaban, porque luego de intentar reír tosía con dificultad —tú ganas. Al recordarme te fuiste, me dejaste ahí.
Cerca de seis meses después, yo estaba fumando un cigarrillo tranquilamente en una fiesta, de día de muertos. Mis amigos se fueron por ahí con sus novias y yo me quedé bebiendo un poco, hasta que me aburrí y decidí irme.
Cuando salí de la casa, en donde era la fiesta, te vi sentada en los escalones que había en la entrada, así que decidí sentarme contigo. Me miraste feo como siempre y yo te sonreí.
—Linda noche, ¿no?
—Si a que tus amigas te dejen sola en una fiesta en la que no conoces a nadie y no sabes ni de quien es, y encima, lejos de casa, si a eso le llamas lindo, entonces sí, es linda —dijiste con un tono un poco triste y sarcástico.
—Auch, ¿hay algo que pueda hacer para que tu noche sea mejor? —te pregunté amablemente.
—Ahora que lo pienso, sí, hay algo.
—Dime que es y lo haré —dije muy entusiasmado.
—Desaparecer —dijiste tan apática a la situación y rompiendo mis esperanzas, pero no destruyéndolas.
—Tengo un mejor plan, puedo resolver los problemas de esta noche.
Mira si lo vez de esta forma, Ya no estas sola y, bueno, ya conoces a alguien en la fiesta, a mí —dije con una gran sonrisa.
—Bueno, ese es un buen punto.
Silencio.
—¿Por qué eres así conmigo? —dijiste mirándome confundida —mira, eres un chico lindo, pero yo he sido muy mala contigo, ¿por qué sigues haciéndolo?
—Fácil, porque me gustas desde que eramos niños, aquél día que te conocí jugando en los juegos del mini parque.
Cada noche recuerdo como en el pequeño túnel que llevaba de una resbaladilla a otra, ambos entramos al mismo tiempo, cada uno por un lado y quedamos frente a frente. Nos quedamos atorados, sí, pero todo ese tiempo, mientras tú estabas enojada yo estaba como tonto viendo tu linda carita.

—No exageres, mis pecas no me ayudan a tener una linda carita, como tú dices —le dije interrumpiéndolo.

—Te equivocas. Siempre las has querido tapar con maquillaje, pero a mi me encantan.

—Bueno, sigue contándome.

—Oh, claro. Esa noche, de la fiesta, te lleve hasta tu casa, charlamos y nos reímos mucho juntos. Fue una linda noche.
Cuando estábamos afuera de tu casa te di un beso en la mejilla y tu me abrazaste.
Por fin me habías dejado conocerte y saber como eras. Eras la chica perfecta, así que te pedí que te casaras conmigo y tu aceptaste —terminó de contar.

—Ya lo recuerdo... —fue lo único que pude decir. La verdad es que la pasé muy bien con él, todo a su lado fue maravilloso. Hasta el día que terminamos.

De pronto entró una enfermera que interrumpió mis pensamientos.

—Señor y Señorita Reyes,  en unas horas ya lo podemos dar de alta, el médico dijo que está bien, pero que necesita guardar reposo.

—No se preocupe, yo soy doctora, lo cuidaré bien —le dije a la enfermera, ella asintió y se marchó.

No Te Alejes De Mi (Ticci Toby y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora