Dudas.

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NARRA SAMANTA

El país a sus pies.

No podía dejar de mirar la portada. Con las manos en su cintura, de negro, con el pelo recogido, la sobaquera perfectamente ajustada y, lo que no podía dejar de mirar, una camiseta tremendamente ajustada.

Pocas veces tenemos el lujo de poder conversar durante unos minutos con alguien tan importante. Esta vez no se trata de un superventas en la industria de la música, ni un rostro bonito en la pasarela de Cibeles; por primera vez tenemos el lujo de estar con la inspectora más importante del cuerpo nacional de policía.

Jessica Jenkins no es solo el catálogo perfecto para los calendarios benéficos anuales de la policía; sino que su inteligencia arrasa con todo lo que se encuentra.

Compartió con nosotros apenas cinco minutos, según ella, su agenda estaba muy apretada. Y aunque no nos ha dicho nada por confidencialidad; estaba en medio de dos casos importantes.

Otra foto de ella, con una tímida sonrisa, y apoyada sobre una mesa; acompañaba el texto de la entrevista. Con los brazos cruzados y esa mirada tan fría y tan oscura que tenía cuando trabajaba; pero que se transformaba completamente cuando estaba conmigo.

Con treinta y siete años nos preguntamos cuántos días le quedan para ser la primera mujer en dirigir al cuerpo de policía en su totalidad.

- Hola – levanté la vista - ¿Te molesto si como contigo?

- No, claro – sonreí cerrando la revista – Faltaría más, Hugo.

- Veo que te has hecho con una.

- Sí – asentí cogiendo el tenedor – Supongo que no todos los días ves a alguien que conoces en la portada de una revista.

- Memo ha encargado cinco por lo menos – sonreí - ¿Me dejas verla?

Le pasé la revista en la que salía Jessica. Era el tema de conversación esa mañana, nuestra jefa de brigada en portada.

- Ha salido guapa.

- Es guapa – rectifiqué yo – Dudo mucho que hayan retocado algo – Hugo asintió dándome la razón - ¿Has oído algo sobre cuándo viene?

- Me pareció escuchar a Memo decir que mañana o pasado; pero no estaba seguro porque le habían dicho que se quedaba.

- ¿Aquí? – Hugo volvió a asentir - ¿Y eso?

- Creo que tienen lío en la central, no lo sé. De todas formas no es la primera vez que dicen que se queda una semana y luego a los dos días la vuelven a mandar a tomar por culo – suspiró dándome la revista de vuelta – Yo soy ella y los mando a la mierda.

- A ella parece gustarle.

- Creo que es pura fachada.

- ¿Por qué?

- Tiene treinta y siete años; yo llevo trabajando con ella, cinco años – yo asentí – Y te puedo asegurar que no tiene una vida personal estable. Todo lo que ves aquí – dijo señalando la foto de Jessica – Es pura fachada – miré la foto – Por dentro no tiene nada, y ella lo sabe. La quiero lo suficiente como para saber que es inevitable que se sienta sola.

- No creo que Jessica esté sola.

- Rollos de una noche, en eso te doy la razón; pero acaba cansando.

- ¿Nunca ha tenido una relación estable?

- Que yo sepa, no. Las veces que ha estado aquí, la he visto tontear con mujeres e incluso irse con ellas; pero a la mañana siguiente, ni rastro de ellas – asentí – Llegará un momento que diga basta.

Fue en ese momento cuando mi teléfono vibró, por precaución siempre lo colocaba boca abajo; básicamente porque si me llamaba Jessica, una foto suya aparecía en toda la pantalla... Y no era una foto que pasara desapercibida. Salía ella sentada en la cama y arropada con la sábana; sólo tapada con una sábana. La luz del sol en un amanecer y la belleza de Jessica, hicieron de esa foto, la favorita para toda mi vida.

- Perdona, Hugo – me levanté alejándome de esa mesa – Hola.

- Hola, ¿la has visto?

- Llevo estudiándola toda la mañana – sonreí.

- ¿Y qué te parece?

- Que esa camiseta podrías ponértela más a menudo – escuché su risa – Sales increíble y la entrevista me parece maravillosa.

- ¿Te ha gustado?

- Sí. Mucho – suspiré apoyándome en la pared - ¿Cuándo vienes?

- Pasado mañana – ambas nos quedamos calladas – Y esta vez es de verdad. Jaime sabe que necesito parar un poco, y ni hablar de los días que me deben. Además, ya sabes cómo están las cosas con mi madre, no quiero irme muy lejos y luego tener que ir corriendo.

- Hasta que les salga un caso y te manden de nuevo lejos...

- Sam...

- Lo sé, lo sé – asentí mirando por una ventana que tenía a mi derecha – Mañana se supone que lo tenía libre y por un momento había pensado que podríamos irnos aunque sea a la ciudad de al lado, sin móviles y solas. Pero le cambié el turno a Soraya – Jessica no dijo nada – Te echo de menos.

- Y yo a ti. Esta vez se me está haciendo eterno.

- Llevar veintitrés días fuera seguidos, es lo que tiene.

- ¿Quieres que pare?

- No quiero que pares, ya te lo dije. No me perdonaría que parases por mí. Seguiremos igual y aprovecharemos las horas que estés en la ciudad, ya está.

- Sabes que te quiero, ¿verdad?

- Lo sé – asentí – De eso no tengo ninguna duda.

- ¿Y de qué tienes dudas?

Sería muy sencillo responderle que de nosotras, pero era preocuparla en un momento en el que no la tenía al lado para hablarlo. De hecho, creo que nunca había estado al lado para hablar nada.

- No dudo, no te preocupes.

- ¿Seguro?

- Seguro – asentí – Te tengo que colgar, tengo que terminar de comer y cerrar el caso.

- Vale... Te veo en dos días.

- Cuento las horas ya – sonreí – Te quiero, Jess.

- Y yo a ti, Sam; mucho.

Me jodía mucho admitir que nuestra relación se basaba en ese aparato, en el puto móvil. Hablábamos todos los días e incluso algunas noches, las videollamadas nos habían alegrado a ambas. Pero para mí no era suficiente. No había estado más de un día en la ciudad; no habíamos dormido dos días seguidos juntas, porque incluso, lo que más habíamos compartido fueron doce horas seguidas. Pero nada más.

Lo habíamos hablado muchas veces, incluso la última vez antes de irse; dormí en el sofá y ella se marchó a la mañana siguiente dejándome una nota. No estaba siendo nada fácil. No le echaba nada en cara, y ella a mí tampoco; las dos lo intentábamos con todas nuestras fuerzas y ganas, pero no era fácil. Yo sabía a lo que me enfrentaba al mudarme; tener una relación con Jessica Jenkins, era estar más sola que con ella.

¿Era un buen balance? Empezaba a dudarlo.

Este es un pequeño adelanto, la historia completa estará disponible... Muy pronto. Podéis seguir disfrutando de Miradas de deseo, la primera parte.

- KBex - 

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