8 de Julio

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Hola, mi lector, bienvenido a mi vida. Mi nombre es Thalia, y escucho voces.

Usualmente voces de personas que no puedo ver. Pero no es que sea la gran cosa, digo, nos pasa a todos en un momento de la vida ¿No? En algún punto habrá personas que quieren entrar en tu vida, y te hablan aunque no las veas. Así como yo hago contigo. Pues a mí me está pasando ahora. Y sólo en caso de que seas una excepción a la regla o algo así, voy a explicarte como funciona.

A ellas les gusta hablar en cursiva y con un ligero eco. También les gusta ser escuchadas. Tanto como cuando apoyan, como cuando juzgan; tanto cuando son de ayuda como cuando no.

Hola

Esa es una. Son agradables la mayor parte del tiempo, y espero que puedas acostumbrarte a ellas y, en la medida de lo posible, no confundirte. El concepto es sencillo: ellas hablan conmigo, y yo te hablo a ti.

Y eso es. Eso es todo

*** *** *** ***

Lena llegó a la hora de siempre, me ayudó a levantarme y me llevó al mundo real.

Yo tenía una mano en su mano, mientras en la otra llevaba un pastel de cumpleaños. Porque si nunca has llevado un pastel en un vórtice de luz interdimensional... Bueno. No has vivido en absoluto.

Así que, dadas las circunstancias, pasé las primeras tres horas de clase intentando esconder un pastel. ¿Por qué? Pues es obvio que era para que nadie lo viera. En serio, mi lector, debes prestar más atención o... Un momento... ¿Puede ser que estuvieras preguntando la razón por la que tenía un pastel? Por que eso tendría más sentido. En ese caso ¿Has escuchado hablar alguna vez de Ashley? Estoy segura que no. Y si resulta que sí... es otra Ashley. El caso es que Ashley (la que no conoces) es una de las mediocres mentes del futuro que aún no te he presentado. Ella estuvo hace poco visitando otras realidades bastante lejanas. Y el hecho de que haya vuelto hoy convierte este día en su bienvedía. Que, como dice la ley, tiene que celebrarse.

En lo que respecta a Ashley... Pues no tengo ningún adjetivo que logre definirla. Pero tiene esta habilidad para encontrar errores en cosas que no se supone deban tenerlos. De su apariencia física lo más relevante es su cabello rojo brillante. Y, por el momento, lo importante es evitar que coma.

—Bueno —dijo Christina, dirigiéndose a Lena—. Tú ve con Thalia, e intenten convencerla de que tiene que dejar espacio en su estómago para algo que no es un pastel. Esquiven las preguntas y díganle que venga. Y de paso... Necesitamos un cuchillo.

Lena y yo asentimos y salimos a correr. En nuestro camino a la cocina, encontramos a Ashley. Le gritamos lo que sonó como un «¡NO COMAS!» esperando que entendiera el mensaje; y seguimos.

Resulta que en el mundo en el que vivo si un par de adolescentes agitadas irrumpen en la cocina de una cafetería escolar exigiendo un cuchillo... se lo dan. Y gracias a esa clase de reglas nunca estipuladas, teníamos el cuchillo.

—¿Qué estás haciendo?

—Escondo el cuchillo.

—¿Para qué?

—Para que nadie lo vea.

Esa era Lena, usando mis expresiones en mi contra.

—Y... ¿Por qué no quieres que lo vean?

—Ya lo verás

Ella sostenía el mango del cuchillo mientras guardaba las manos en los bolsillos de su pantalón, para que la hoja quedará escondida entre su brazo derecho y su costado.

Así que, acompañadas de nuestro cuchillo semi-invisible, nos dirigimos campantemente hacia donde estaba Ana.

Lena me dedicó una última sonrisa malvada y puso la mejor cara de no-escondo-ningún-arma-letal que pudo lograr.

Cuatro ParedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora