11 de Julio

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Si nunca has vivido no sabes lo extraño que es. Es una de esas cosas que no puedes describir con palabras. Es como saber que el cielo no existe, y que estás siempre sobre él. O que las estrellas hablan, o más bien gritan, porque están tan alto que no son escuchadas. Y piensan que no viven porque no saben lo que significa, ni saben nada de nada porque eso es la vida. Como un canto de alegría disfrazado de una sílaba que ni sentido tiene pero que todos aman. Y se grita desde un tercer piso, porque es lo que se hace y se debe hacer así. Casi como una apuesta en la que no se gana nada que no sea felicidad, y se aprovecha porque se tiene, y eso pocas veces pasa. Y es como vivir cuando sucede algo como eso. Porque está bien, y es casi como si vivir fuera lo correcto.

*** *** *** ***

—¿Alguien la ve?

—No. Por aquí no está.

—Creo que es esa...

—¡MAURO!

En retrospectiva, creo que Mauro estaba escondiéndose. Ella nos ama. Pero también puede que se avergüence un poco de nosotras. Y en ese momento en especial, tenía sus razones para huir.

Verás: un día como hoy pero hace quince años, ella pisó por primera vez este mundo.

Y sigue tratando de quitarle importancia a la fecha.

—Listo. uno, dos, tres... —dijimos en coro— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS A TI!

—Yo no las conozco.

—¡FELIZ CUMPLEAÑOS A TI!

—Dejen de hablarme, extrañas.

—¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAU-RI-CIO!

—¿Qué hice para merecer esto?

—¡FELIZ CUMPLEAÑOS A TI!

—Sí. Se acabó. Muchas gracias a todas. Ya se pueden ir.

—Espera, espera —dijo de repente una chica que estaba por ahí, creo que era una de las que ayudaban a que no viéramos a Mauro—. ¿Por qué le cantan a un Mauricio?

—Porque son pendejas. Ellas no se saben mi nombre y...

—Eso es —interrumpió Lena— porque su nombre es Mauro.

—Mauro... —dijo la chica— Entonces ahora puedo llamarte Mauro...

—¡No!

—Pero ellas...

—Lo que pasa es que nosotras somos especiales —dijo Christina.

Mauro no dijo que era cierto, pero tampoco dijo lo contrario.

Ya lo decía yo. Ella nos ama.

—¿Y yo no puedo ponerte ningún apodo exótico?

—Tú llámame Laura.

Hasta ese momento me di cuenta de que no conocía el nombre de Mauro. Y eso me hizo dudar de su existencia. Digo, nos llamamos porque nos llaman, y a Mauro la llamamos así. Ella responde al nombre incluso mejor de lo que responde a Laura, entonces tu nombre es sólo la excusa para llenar espacio en un trozo de papel que guardas en tu billetera.

Pero Lena, al parecer, estaba pensando en algo muy diferente, porque empezó a reír.

—¿Se la imaginan a lo James Bond? —dijo con voz gruesa—. Me llamo Laura —giró la cabeza—. Solo Laura.

—Dios.

Todas reímos porque somos la clase de gente tonta que se ríe de todo. Y eso nos hace geniales.

Cuatro ParedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora