29 de Julio

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Si la vida tiene sentido, no tiene suficiente. Vivimos nuestras vidas pensando que valen algo, y no nos preocupamos por lo que las vidas sean. La vida es autómata; es casi una obligación, algo que nadie se molesta en definir. Las personas viven, tanto si son buenas como si son malas, viven solas o acompañadas, sabiéndolo o ignorándolo... y siguen pensando que es especial. Todos esperan ser más importantes que los otros que hacen exactamente lo mismo, porque olvidan por completo que lo excepcional deja de serlo cuando es mucho; y son muchas personas, sin suficientes vidas y sin suficientes dioses, que se consideran triunfadoras en un mundo de fracasados, las mismas que fracasan solo por costumbre y por temor a formar parte de la insignificante victoria. Nadie se detiene a entenderlo, y mucho menos a cambiarlo.

*** *** *** ***

—«Me hace falta un palo grande».

—¿Qué?

—Es probablemente lo que dice todo el tiempo una ninfómana que juega Tetris.

Andrew me dedicó una mirada que decía claramente «No entiendo lo que dices y no es el momento para pensar en ello, así que concéntrate en la presentación». Bueno, era eso o tenía hambre, pero como fuera me dediqué a hacer una buena presentación sobre nuestra propuesta para salvar el mundo.

—Hola —dije, dirigiéndome a mi curso y a Diana—. Nuestro proyecto se llama Eco-Ornaments, y se basa en la reutilización de prendas de ropa y en el uso de materiales reciclables para su fabricación.

Ana, a mi lado, explicó por qué habíamos escogido este tema, antes de que Christina explicara cómo esperábamos que funcionara y Lena diera las estadísticas del gasto de agua y energía por parte de las empresas textiles. Cuando dimos por terminado el tema, nos aplaudieron cortésmente y nos dirigimos al escritorio de Diana.

—Bueno... me gusta su proyecto, pero hay que aceptar que es muy hippie.

—No, ni tanto —dijo Christina, con una pequeña nota de sarcasmo.

—Y, a la hora de la verdad —continuó Diana—, no podemos vivir de pan integral, comiendo margaritas e inhalando miel.

Todas nos miramos entre nosotras antes de volver a mirar a Diana.

—Esta vieja esta loca —nos susurró Ana.

—Aunque —dijo Christina— Thalia sí que vive comiendo Margaritas.

Mi cara se calentó un momento antes de que Diana le dedicara a Ana una sutil mirada asesina y continuara con sus prácticas observaciones.

—El nombre —dijo—. Me causa mucha risa. ¿Por qué no pudieron llamarlo Eco-Cachivaches o Eco-Bisutería? No lo sé, no las entiendo, y además, en la presentación dijeron que había grandes compañías poniendo en práctica su propuesta, y mencionaron a Victoria's Secret. No sé ustedes, pero me cuesta trabajo visualizar unos cucos de plástico reutilizado. Pero ya qué, arreglen esos objetivos y sigan con sus vidas. ¡Siguiente proyecto!

Christina, Lena y yo nos dirigimos a la mesa en la que nos esperaba Andrew, mientras Ana se iba por su cuenta a la suya.

—¿Qué les dijo? —preguntó él.

—Un montón de cosas sin sentido —respondió Christina, antes de sacar un cuaderno de su maleta y comenzar a anotar en él.

—¿Qué haces? —le preguntó Lena.

—La tarea de inglés.

—La que era para hoy y no te dignaste a hacer en tu casa.

—La misma. Y ya que estamos en esto... ¿podrías pregutarme una pregunta sobre la segunda guerra mundial?

Cuatro ParedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora