«Narrador Omnipresente»
Aitana estaba tan cómoda en su cama qué cuando el sol pegó en su rostro no pudo evitar gruñir y colocarse la manta en la cabeza, quería seguir durmiendo, ya no se sentía tan mal, pero estaba tan cansada que no era una opción levantarse de aquella cama.
—Linda...—Rose entró a la habitación, tenía una tasa de café en sus manos, el desayuno estaba listo y era hora de levantarse—. Arriba nena, debes comer.
Aunque quisiera, no podía quedarse en la cama todo el día. Aitana, sólo le pidió unos minutos para alistarse y bajar, tenía que darse una ducha y vestirse, pues seguía con la ropa de anoche.
Se sentía incómoda, no estaba en su hogar y estaba incomodando a Chris y Rose, no pertenecía a ese lugar.
Aunque su familia fueran unos cabrones, ella no se sentía cómoda en otro lugar que no fuera su casa, pues sin ellos, Aitana estaría en las calles desde muy joven.
—Buenos días.
Aitana bajó tímida hasta el comedor donde se encontraban los dueños de la casa comiendo en la mesa. Ella tenía la mirada centrada en cómo la pareja tenían las manos agarradas mientras comían y hablaban de cosa triviales. Al llegar la chica hasta la mesa, ellos la saludaron con una amplia sonrisa que por primera vez la hizo sentir en casa.
Durante el desayuno nadie preguntó nada sobre la vida de la menor, para que la chica fuera tomando confianza en ellos y no se sentiera hostigada u obligada en responder.
—Te ayudaré.
Ella se ofreció a lavar los platos pero Rose no la dejó, Chris quería hacerle un par de preguntas para saber que clase de vitaminas le compraría.
"Din-Don"
El timbre sonó por todo el lugar, dando el anuncio que alguien estaba en la puerta, aunque Aitana se encontraba hablando con Rose en la cocina, sin darse mucha importancia a lo que pasaba fuera de allí, Chris sabía bien quién era.
—¿Dónde está?
Tom no tardó en preguntar, ni siquiera saludo a su amigo, a lo que Chris decidió soltarle otro de sus comentarios sarcásticos.
—Hola amigo, yo estoy bien, pasa, vamos a tomarnos una birra mientras háblamos de nuestras vidas.
El moreno no pudo evitar, otra vez, sentirse irritado, odiaba con su vida el sarcasmo con lo que le hablaba Chris. Para no perder más el tiempo, Tom entró a la casa del rubio, y con indicaciones del anterior mencionado, buscó a Aitana en la cocina.
—Aitana.
El hombre tenía un gran nudo en la garganta, el sentía que había pasado tiempo desde la última vez que la vio de frente. Ella permanecía estática en su lugar, luego de tanto tiempo no pensó que le volvería a ver de aquella forma tan fugaz.
Rose y su pareja decidieron dejar a los susodichos solos, y salieron de la casa con la excusa que iría al supermercado para comprar algunas cosas que faltaban para el almuerzo.
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Para ambos era una sensación extraña, había tanta tensión entre los dos, la última vez que se vieron él había sido tan... Bueno con ella, y ella simplemente no pudo recibir esa ayuda por estar tan atada a su "familia".
—¿Quieres hablar tú? ¿Ó refieres que lo haga yo? —Habló por fin Tom, quien no había dejado de mirar a la menor en ningún momento desde que llegó a ese lugar. Se sentía impotente, era algo que no podía negar... Se sentía atraído hacía la niñata que tenía a unos metros de él.
—Yo... —Aitana abrió la boca pero lo único que pudo dejar salir de ésta fueron balbuceos— Yo lo siento. —Dijo bajando la mirada.
—¿Lo sientes? ¿Qué sientes? ¿Haberme dejado como un tonto? ¿Haberte ido a un lugar donde obviamente te seguía maltratando? ¡DIME!
Aunque Tom estaba exaltado hablaba con toda la verdad que había dentro de su ser. Estaba enojado y se sentía como un idiota por estar al borde de las lágrimas por ver su estado. Estaba peor de la última vez que la tuvo enfrente.
–Dime, por favor.
—Lo siento —La voz de la pequeña salió en un par de susurros, aún tenía la mirada baja, no tenía el valor para mirarlo a los ojos luego de todo lo que había pasado, tanto lo que él pasó, como lo que ella pasó.
Lo que no espero fue sentir los brazo del hombre rodeándola y dándole el calor que tanto necesitaba. Tom la estaba abrazando pues se sentía desesperado y sin salida del lugar donde estaba metido, pero si sabía como se llamaba y tenía el nombre de la muchacha.
—No me culpes —Dijo Aitana soltando un par de lágrimas. Ella decidió dejar todos los miedos atrás y abrazarlo de la misma manera—, por favor.
—Cállate nena.
Tom ya no necesitaba disculpas de parte de la chica, sólo necesitaba que le dejara de doler el hecho de que fuera tan frágil. La sentía como una muñeca de porcelana que el cualquier momento que se iba a romper.
Tom había sido un rompe corazones durante mucho tiempo y algo había pasado dentro de él lo estaba cambiando, llegó ese pequeño y oscuro paraíso que estaba moviendo todo su mundo y ahora solo la necesitaba en su vida.
—Sólo... Por ti cruzaría esa línea.
Susurró él mientras dejaba un beso en la sien de la chiquilla. El se refería a una línea mental que había creado hace años, había prometido jamás volverse a enamorar o sentirse atraído por alguien.
—También estoy dispuesto a perder todo mi tiempo y mi cabeza, si es necesario.
Él parecía era perdiendo la cordura, porqué a pesar de que Aitana esté pensando que todas las palabras de Tom solo eran otra técnica más para engañarla y acostarse con ella, Tom estaba hablando con tanta dulzura y sinceridad, que hace años su corazón no sentía, y ahora estaba a punto de derretirse por estar rodeado de los brazos de su nena.
—Pero no me culpes por sentirme a borde de la locura.
Tom decidió separarse un poco de ella, lo suficiente para tomar el rostro de la chica y plantar un beso sobre los labios de la menor, apenas era un casto beso pero aún así Aitana estaba también derritiéndose por él, cuando ella abrió sus labios dando la iniciativa de dejar que el hombre la besara como debía, el no perdió la oportunidad de dejarse llevar.
Ahora ahora estaba claro que su nena era su droga.
EME.
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Mía nena, mía. || Tom Hiddleston FanFic ||
FanfictionElla era tan dulce e inocente como la miel y la luna. Él era tan malo e impulsivo como la noche. Tom Hiddleston es un hombre ambicioso, tan cambiante e excitante, usaba a las personas a su gusto, sobre todo a las mujeres que tocaban la caliente ca...