0.15

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«Narra Tom»

Luego de ese beso, mi corazón no dejaba de latir con fuerza, ella había respondido mi beso y no podía sentirme más feliz. Su mirada era tan dulce y parecía no tener miedo, al acariciar su rostro, ella me regaló una tierna sonrisa.

—Eres preciosa.

Le dije sin apartar mi mirada de la suya.

No podía dejar de sentir una tranquilidad abrumadura y una sensación de vitalidad que abrazaba todo mi cuerpo, sabía que decir aquello no le hacía justicia para como realmente me sentía. Le sonreí dulcemente, había plantado una flor en su pecho que no dejaba de crecer, llenando todo mi pecho de enredaderas, sin ninguna espina que pudiera hacerme daño, solo suaves ramas y flores se que hacían más y más grandes cuando miraba los ojos de la chiquilla que estaba a mi lado, era apresurado decir aquello pero sería mentir si no lo digo.

—No quiero que vuelvas a alejarte de mi así... ¿Sí?

Hablé casi suplicante, tenía la ligera sospecha de que no iba a ser la última vez que escaparía de mis brazos pero no me importaba ir tras de ella si luego podría tenerla de vuelta en mis brazos, si volvería a besarla.

—No es bueno... Tú quieres... —La interrumpí con otro casto beso, no quería que se volviera a sentir insegura, no en mi presencia, era algo que me revolvía el estómago y no me dejaba caminar en paz.

—Eso es pasado, ahora quiero que no te alejes de mi, quiero que seas feliz, quiero ver una sonrisa en su rostro y sobre todo... No quiero que tengas miedo a vivir.

Yo durante un tiempo había tenido miedo a vivir, pues habían tomado mi corazón y se lo llevaron a un lugar oscuro y lleno de peligros, y por eso ahora soy quién soy, un bastardo. Pero con ella, mis piernas tiemblan como adolescente y me siento de 15 otra vez.

—Intentaré.

Aquello era suficiente para mí, lo intentaría y como niño que estaba aprendiendo a andar en bicicleta yo estaría con ella detrás para ayudarla a levantarse.

Deje un beso en su frente antes de separarme de ella, no quería pero estar tan cerca y respirar su aroma no me haría bien, estaría como ahora todo el rato, con el corazón andandome a mil por hora.

—¿Ya comiste? —Preguntó ella echando todo su cabello hacía atrás, ahora se movía por la cocina como una diosa sin miedo alguno, era como ver al agua correr por los ríos, o ver como las hojas de los árboles se movían gracias al viento, con naturalidad. Mi estómago rugió, pues no había probado un bocado desde la noche anterior y aunque el dolor de cabeza era mínimo, no se iría del todo hasta que probara algo. Negué con la cabeza, quería ver que haría ante mi respuesta.

Cocinar. Eso haría. Ver cocinar tan concentrada era maravilloso, con una sonrisa en el rostro, me relajé sobre la silla de la isla, aquel escenario blanco, me hizo apreciar aún más su cabello largo e ondulado. Preciosa.

—Disfruta...

Otra vez su comida alegraba mi día. Era excelente en todo lo que hacía y de tan solo imaginarme aquello me ponía como loco, ¿Así cómo cocinas eres en la cama gatita?

—Regresamoooos.

Gritó Rose entrando a la cocina, yo estaba terminado mi plato, estaba tan concentrado hablando con la chiquilla que olvide por completo que estábamos aún en su casa.

—¿La hiciste cocinar? —El comentario de Rose me causó gracia, al igual que a Aitana, quien le defendió diciendo que nadie la obligó a nada, ella sola me había cocinado y gustosa lo hizo. Ella sonrisa que estaba dejando sin sentido.

—Bien... Les parece si nos metemos en la piscina.

Por Dios. No me hagas ésto. Ver a Aitana en un traje de baño, no podría controlarme. Chris aceptó pero Aitana lucía dudosa, quizás tenía el mismo miedo que yo.

—Vamos Aitana, te presto un traje de baño mío.

Aquella escena era maravillosa, Chris y yo estábamos en el bordillo de la piscina con una cerveza en la mano, era mi tercera en el día, y Rose trataba de hacer bajar a la menor pero estaba dudosa. Llevaba una toalla rodeando su cuerpo y caminaba con miedo hacía nosotros. Creo que la palabra preciosa se quedaba corto.

—Te ves divina —Le escuché decir a Rose, y aquello hizo que la chica se sonrojara, yo quería hacerla entrar a la piscina pero mi idea era tomarla por la cintura y lanzarla, pero no era una de mis mejores ideas.

Luego de estar un rato alentando que la chica se metiera a la piscina, por fin aceptó. No era para mí la mejor vista, pues habían cicatrices en sus piernas y su figura era aún más delgada de la última vez que la vi, si eso era posible.

Tenía que hacer algo al respecto, no podía quedarme de brazos cruzados.

EME.

Mía nena, mía. || Tom Hiddleston FanFic ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora