Ya no sentiría ese calor hogareño al que tanto se había acostumbrado, ya no habría un «¡Buenos días!» de sus padres, ni un «¡Buenos días hermanito!» por parte de la pequeña Anne, también empezaría a extrañar las extensas fiestas que tenía con sus colegas y su tiempo con muchas de las hermosas chicas de la alta clase con las que había salido sólo para intentar encontrar al amor de su vida y que sólo terminaron en sexo casual y nada más, Naelani se preguntaba si toda la vida se quedaría solo ya que poco a poco perdía la esperanza de encontrar a una mujer que lo quisiera más allá de los millones que poseía o de las propiedades que administraba, ahora de nuevo en el ejercito tendría que despedirse de todo aquello ya que no volvería a disfrutar de esos pocos años en los que después de la guerra había dedicado a su familia, a sus amigos y a él mismo.
También pensaba que quizá en esta nueva misión ya no habría sangre como en la última vivida, tal vez en esta ocasión reconquistar estos solitarios territorios sería más fácil, tal vez, sólo tal vez, todo comenzaría de la manera más idónea posible y los Olvadias dominarían Ouckranium, eso era lo que Naelani llevaba en su mente, los primeros días en el bunker pasaban con normalidad cumpliendo con sus compromisos, pero pronto cosas extrañas comenzaron a suceder en las noches, horribles recuerdos evocados desde aquella primera pesadilla llena de gritos, escenas de masacre y muerte perpetradas a cientos de innombrables.
— ¡Por el gran Pharoom! ¿Qué ha sido todo eso? Son gritos, no solo de las mujeres sino de los niños que con mi espada asesiné despiadadamente, pero ¿Por qué susurran desgarradamente mi nombre? ¿Por qué vuelven del inframundo y me evocan en sus maldiciones? — se preguntaba nervioso, sentado en la cama de su dormitorio en medio de la noche.
— Aun es de madrugada, será mejor que intente dormir, esto solo ha sido producto de lo vivido en la última guerra, nada más — se dijo volviéndose a acostar siendo acogido por el calor de la noche.
A la mañana siguiente...
Naelani despertó temprano y su ya conocida rutina comenzó, su grupo de varios sirvientes se encargaban de sus uniformes, su alimentación y su comodidad dentro del bunker, a la hora del desayuno ya estaba listo y ahora su porte era el de un verdadero general del ejército portando un finísimo atuendo militar lleno de medallas.
— Buenos días a todos, gracias por las atenciones — saludó y agradeció sentándose a degustar de la primera comida del día con sus subalternos.
En todo lugar donde estuvo aquella mañana luego de comer era saludado de la manera más respetuosa por todos, el término «general» para con él dentro y fuera del búnker era la más escuchada, su agenda se dividió para los 4 días restantes en dar el visto bueno a uno de los factores importantes dentro de la misión como lo eran las embarcaciones, su ejército y la comitiva.
Fueron días cargados de muchas novedades, extensas reuniones y la elaboración de muchos informes, para él nada de esto fue un problema ya que, aun siendo nuevo en el cargo, adoptó un método efectivo para acostumbrarse a sus funciones, luego de ir a varios sitios su rutina concluía en las tardes cuando luego de llegar y encerrarse en su despacho, comenzaba a escribir una serie de cartas, así como lo había prometido, el objetivo era entregárselas a sus padres en cuanto partiera definitivamente de exploración. Él no era muy extenso al escribir, pero describía muy bien los detalles más relevantes que le llamaban la atención a lo largo del día.
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El Bunker, Agron. Semana tres, mes 1, año 1010.
¡Vaya días los que he tenido!
En principio me avergüenza todo esto de tener un grupo para que me vista, me limpie y me alimente ¡No soy un niño! Pero los reyes dicen que alguien de mi estatus lo merece todo.
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Tierra de Oscuridad. [Ouckranium #1] ✔
FantasíaNaelani Frackers es un respetado soldado de las fuerzas militares Olvadias. Tras el fin de la 1ra batalla de los reinos, es nombrado general del ejército del reino Olvadias, con una vida casi perfecta y el planeta a su merced, los reyes le ordenarán...