Segunda Parte: Capítulo 9 | Aunque no pudiera saber con exactitud.

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Si había llegado el momento, dudaba si ya había llegado de la media noche, solo dedujo por el silencio de todo el sector de celdas que estaba aproximándose poco a poco a la hora cero.

Ni siquiera había dormido ya que estuvo pensando mil y una formas de cómo llegar al techo, desechando ideas llegó a una alternativa usando el candelabro metálico central que daba la poca luz a su celda, sin poder esperar más se puso en pie con precaución de no alertar a cualquiera y eso incluía a los carnívoros que si bien amaban la oscuridad, siempre tenían ansias de encontrar carne fresca esa noche.

Tomando el par de sábanas viejas que lo arropaban parcialmente decidió amarrarlas juntas a los extremos creando así una tira lo bastante larga para alcanzar la luminaria, había pocas opciones de fallar y dependían sobre todo de la resistencia de la tela, Naelani no estaba confiado ni un poco así que optó por probar intentando escalar a la tercera cama de piedra que era la más alta con cuidado de no pisar a un durmiente Beilni.

Lo que hizo no fue tan fácil como pretendía ya que tenía que tirar de la manera más precisa posible un extremo de la sábana por encima de la luminaria, esta al tener terminados puntiagudos, facilitarían el agarre de la tela haciéndola quedar enredada.

Tras tres intentos fallidos ¡El cuarto dio en el blanco! Así esta quedó sujetada de manera provisional permitiéndole que fuera casi imposible zafarse tras un gran impulso, bajando cuidadosamente de la cama probó ya en el suelo trepar inmediatamente.

— Vamos, no puedo ser tan pesado ¿No? — susurraba para sí mismo en voz baja respirando profundo antes de encaramarse en la «soga» improvisada.

Cabe aclarar que la distancia del suelo al techo era de unos siete u ocho metros aproximadamente y que las camas de piedra se ubicaban a uno de los costados del muro posicionadas una encima de otra a manera de camarote conectadas por una escalera metálica.

Escalando poco a poco, se dio cuenta que la tela tensada soportaba su peso en la luminaria, así que comprobado esto empezó ascender tratando de no balancearse tanto y hacer el mínimo ruido posible, con mucho esfuerzo, unos brazos adoloridos y cansados estaba aún más cerca de alcanzar el agujero.

— ¡Vamos! Solo-un-poco-más — susurraba exhausto.

Tras descansar un par de segundos con todas sus fuerzas se sujetó del candelabro, al sostenerse también comprobó que el objeto colgante poseía una estructura metálica que podía haber soportado más peso del que Naelani pensaba, ya a unos centímetros del agujero, tomó el impulso y se agarró de los salientes del techo, la abertura se veía aún más grande que desde el suelo, aunque tampoco era muy grande, solo su cuerpo cabía en posición acostada.

— ¡Por los dioses que asqueroso! ¡Por favor! ¡Esto está lleno de sesos y huele horrible! – susurraba asqueado percatándose de que los bordes estaban manchados de sangre y restos de partes.

Su expectación subía cada segundo y el temor a encontrarse con un carnívoro fue mayor, sin dejar que esos pensamientos nublaran su mente siguió arrastrándose más adelante escalando por aquel estrecho incómodo hasta salir a una especie de cámara iluminada tenuemente y poniéndose en pie admiró lo peor.

Era una toma de putrefacción pura, sangre esparcida, huesos y partes de prisioneros desmembrados en todo el lugar, todo acompañado de un hedor repugnante que hizo que el interior de Naelani se revolviera, recomponiéndose y atravesando parte del horrible lugar, sintió de nuevo gotas de sangre caer del techo, al mirar hacia arriba contempló a varios de los carnívoros quienes lo detallaban como la presa perfecta, sin mucho espacio y un poco aturdido por el pesado ambiente intentó retroceder, pero le fue imposible, estaba rodeado de ellos.

Tierra de Oscuridad. [Ouckranium #1] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora