Capítulo 23 (Parte I)

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—¿En dónde es la coronación, princesa? —silba Henrik.

Gigi gira dos veces en mi dirección antes de soltar un grito de euforia a mitad del departamento.

—¡Estás preciosa! —añade—. ¡Mucho más que preciosa!

El rubor cubre mi rostro al agradecerles en voz baja, no se marcha ni mientras espero en el sofá por Dimas.

—Nunca te arregles así para subir al escenario con Gray o estaremos perdidos —dice Henrik recargado en la pared de un costado con un cigarro en los labios—. Por favor...

—No le hagas caso —bufa Gigi—. La dichosa gala de beneficencia nos ha dejado también sin Eric y Sofía.

—¿Por qué? —inquiero sin desear saber la respuesta.

—Eric acompañará a Aura y también invitaron a la familia de Sofía.

—No sabía.

Henrik empieza a quejarse por la ausencia de ambos en la presentación que tendrán que hacer en el bar en lo que mi mente vuela lejos. Dimas no me comentó que Aura estaría en la gala, aunque tampoco es que la mencionara mucho en los siguientes días a nuestra cita informal.Se ha esforzado en actuar diferente conmigo, incluso vimos una película en su departamento sin que nada más sucediera. También estuvo en mi habitación escuchando mis avances de la primera canción en la que estuviera trabajando, se ofreció a hacer unos coros. En algunas ocasiones avanza un poco más de un simple beso, se detiene cuando sabe que está muy cerca de perder el control. No me atrevo a pedirle que continúe, por mucho que desee que lo haga, pero sé que pronto lo hará... Posiblemente hoy.

—¿En qué estarás pensando para ruborizarte así? —me pregunta Gigi—. Sospecho que en cierto chico de ojos azules.

—No es cierto —musito.

Ya no es un secreto que salgamos, creo que piensan que hacemos mucho más que besarnos.

—Hablando de él —ríe Henrik cuando llaman a la puerta—. Quiero ver su cara.

—¡Sí, sí! —exclama Gigi—. Ven.

El agarre firme de la chica sobre mi mano no me permite retraerme como normalmente haría.

—Tu princesa aguarda —anuncia Henrik al abrir la puerta.

Dimas abre la boca para decir algo, se queda así sin emitir sonido alguno. Me observa de pies a cabeza al tiempo en que Gigi suelta una carcajada satisfecha. Yo solamente bajo la vista convirtiéndome en nervios con patas.

Hace dos días que me acompañó a comprar el vestido, encontramos el ideal en la primera tienda. No fue en cualquier sitio, sino que pertenece a un diseñador que suele hacer los vestidos de su madre. Dimas quería pagar, que fuera un obsequio suyo, pero me negué.

La Melodía de Cristal 1 - AllegrettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora