Capítulo 21

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Aguardé en el estacionamiento del aeropuerto hasta que el avión de Mike pasó volando sobre mi cabeza. Observé la pequeña ave metálica alejándose en el firmamento, llevando a Mike de regreso a su hogar.

Emprendo en silencio el camino hacia el departamento de Henrik sumergida en el tráfico de una ciudad que empieza a despertar. No canto, ni me molesto en encender la radio, permanezco cautiva de la opresión en el pecho, de aquella sensación de abandono que ha anidado ahí. Es por eso que descubrir el BMW de Dimas aparcado frente a los departamentos me embarga de una calidez dolorosa.

El vocalista de Gray duerme en el sofá con la apariencia de haberse emborrachado hasta olvidar su nombre. Una dulce venganza sería despertarlo con un sonido estridente, algo que le haga escupir el corazón por la boca; para su fortuna no soy una persona vengativa. Me saco las zapatillas cubiertas de un ligero rastro de arena y camino descalza hasta la habitación de Henrik; sin embargo, unos gemidos bajos me obligan a regresar sobre mis pasos.

Dimas duerme en una posición incómoda, no podrá girar el cuello en todo el día. Intento acomodar una almohada bajo su cabeza cuando el movimiento lo despierta.

—¿Cristy?

—Buenos días —murmuro.

Dimas se frota el cuello, intenta girarse en alguna dirección, pero suelta un quejido.

—¿En dónde estoy?

Parece que ha olvidado mucho más que su nombre.

—En el departamento de Henrik.

Cierra los ojos colocando sus dedos sobre el puente de su nariz.

—Mi cabeza explotará.

—Creo que no has dormido mucho...

Pregunto si quiere tomar un poco de agua, responde que sí en un débil murmullo.

—Tienes la misma ropa.

Casi dejo caer el vaso de agua cuando le escucho hablar en la entrada de la cocina. El cabello está revuelto, la ropa arrugada y.... sigue luciendo igual de atractivo que siempre, ni si quiera importan las ojeras o la mirada enrojecida.

—Tú también.

Dimas acepta el vaso de agua al tiempo en que me analiza de pies a cabeza.

—¿Te la pasaste bien?

—Sí... ¿Y tú?

—Parece que no tanto como tú.

Frunzo el entrecejo sin comprender.

—¿De qué hablas?

—Mike y tú...

—¡No! —interrumpo—. ¿Cómo puedes decir eso? Si Nidia lo obligó a venir...

La Melodía de Cristal 1 - AllegrettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora