Capítulo 5

2.9K 194 7
                                    

- Me importa una mierda. Averígualo.
- Luca estamos haciendo todo cuanto podemos.
- Pues esforzaros más. Casi nos matan. ¡Dos veces!
- Lo sé, créeme. Estamos haciendo todo cuanto podemos. Sabias que esto podía pasar. Era un riesgo. Te avisé.
- Lo se. Lo siento. Estoy algo nervioso.
- No hace falta que lo jures.
- ¿Qué hay de mi progenitor?
- Bisbal está escuchando. Todavía no tenemos nada importante.
- ¿Sabrá que hay micros?
- No lo creo. Se hubiera deshecho de ellos. Tranquilízate. Tarde o temprano darán un paso en falso y ahí estaremos nosotros.
- Tengo que acabar con ellos. Tengo que recuperar ese video como sea.
- Lo haremos. Recuperaremos ese vídeo y acabaremos con ellos. No vivirán para contarlo.
- Mantenme informado.
- Así lo haré.
- Gracias, Ese.
- De nada, tío. Te llamaré en cuanto sepa algo más.- tiré el teléfono sobre la mesita. Y me llevé las manos a las sienes. Me dolía la cabeza. Tenía miedo por Cata. No quería que le hicieran daño. Que se vengaran de mi a través de ella. No me lo perdonaría. Mi dulce Cata... Cada vez estoy más cerca de recuperarla. Mi mente me lleva a hace unas horas, cuando la he echo mía de nuevo. Sobre su mesa en el despacho. No puede resistirse a mi. Al igual que yo no puedo resistirme a ella. Es increíble como una sola persona puede cambiarte tanto. Yo, que siempre había creído que terminaría mis días solo. Que jamás encontraría el amor, que ni siquiera creía en él... Y ahora mi mundo empieza y acaba con ella. Solo con ella. Los días sin ella han sido horribles. Me sentía tan sólo y desesperado. Pero ahora confío en que pronto volvamos a estar juntos. Si tengo que hacerlo por medio del sexo, lo haré. Pero volverá a mi. No pararé hasta recuperarla.

Estoy perdido. No veo. Me han tapado los ojos. Tengo frío. Me duele el costado. Siento un tirón en el cuello que me deja sin aire. Toso e intento respirar, no sin dificultad. Llevo mis manos hacia el cuello y toco un collar, de hierro. Está frío. Alguien vuelve a tirar de la cadena que lo ata y vuelve a extrangularme.-
- Ven aquí mocoso...- su voz. Me da escalofríos. Pero no me muevo. Sigo arrodillado en el suelo frío. No pienso ceder. Que me maten si quieren, sería un favor que me harían, si acabaran con mi miserable vida. Pero no lo harán. Lo se.- ¡Muévete, imbécil! ¡He dicho que vengas aquí, mocoso asqueroso! ¡Tú lo has querido!.- oigo sus pasos acelerados venir hacia a mí, me tira fuerte de la cadena y oigo el ruido de una cremallera al bajar. Se lo que viene ahora, lo sé y me muero de asco. Suelta ruidosamente la cadena de hierro que me ata al cuello y me agarra fuertemente del pelo, tanto que me duele el cuero cabelludo. Y me la mete en la boca. Me obliga a tragarla una y otra vez, sin descanso. No me deja respirar. No puedo respirar. Lloro. Me maldigo una y otra vez. Hasta que se derrama en mi boca, me obliga a tragar. Incluso me hace abrir la boca para cerciorarse. Después me da un puñetazo tan fuerte que pierdo la consciencia.
Me despierto sobre saltado. Sin aire en los pulmones. Ha sido tan vívido que aún puedo sentirlo. Aún puedo sentir aquel... Me voy en busca del bourbon. Me bebo un vaso. Me bebo otro. Llevo cuatro cuando paro. Cojo el teléfono y marco. La doctora torres me pide que deje un mensaje.-
- Yo. Yo... Lo siento. Es tarde. He tenido una pesadilla. Estoy bebiendo. No puedo parar. Ellos... Lo que. Me doy asco. Lo que hice. Lo que me obligaron a hacer. Necesito que pare. Necesito que pare, doctora. ¡Hágalo parar!
¡Ayúdeme a no recordar! Párelo... - corté la llamada y sentí como las lágrimas bajaban calientes por mi rostro. Estaba llorando. Volví a beber. Ya ni si quiera en el vaso. A morro de la botella. No quería hacerlo. No quería hacerlo, pero necesitaba olvidarlo. Necesitaba que parara. Que esas imágenes salieran de mi mente. Pero no paraban. Se reproducían una y otra vez sin parar. Y no sabía que hacer. Aparte de beber. Cata me enseñó a no necesitarlo. Cata...- no dudé en llamarla aunque eran las tres de la madrugada. Creía que no lo cogería, aunque lo hizo en el último momento.-
- ¿Si?.- estaba durmiendo.-
- Lo siento. No quería despertarte. Sigue durmiendo.
- ¿Luca? ¿Estás bien?
- No importa. Vuelve a dormir.
- No, espera un segundo.- yo aproveché para dar otro largo trago a la botella de bourbon.- Dime, Luca.
- No importa.
- Si que importa. ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
- No se porque te he llamado. Bueno, creía que lo sabía. Pero ahora...
- Luca, ¿estás bien?
- No.
- ¿Qué te ocurre?
- He tenido una pesadilla. Una horrible.
- Dios mío... ¿Estás bebiendo?
- Si.
- No lo hagas. Se fuerte.
- No puedo. No puedo, Cata...- lloré frustrado.-
- Chsss... Tranquilo. Yo estoy aquí. Estoy aquí. No te dejaré solo. No lo necesitas, Luca. No necesitas beber. Habla conmigo. Habla conmigo, por favor.
- Cata.
- Tienes que ser fuerte. Tienes que aguantar. Hazlo. Se fuerte.
- Te quiero... Te quiero y no sabes cómo lo siento...
- Lo sé. Se que lo sientes. Se que si no hubiera sido por el alcohól, nunca me habrías engañado. Pero aún así duele. Solo necesito un poco de tiempo.
- Eso no es un no.
- No. No lo es. Necesito que confíes en mi. Y yo recuperar la confianza en ti. Necesitamos tiempo.
- Pero te quiero.
- Y yo a ti. Pero debes de ser así. Debes respetarme. Respetar mi decisión.
- ¿A qué te refieres?
- A que me esperes. A que esperes a que esté preparada. A estar preparado tu.
- ¿Yo? ¿Preparado para qué?
- Para contármelo todo.
- No puedo hacerlo.
- Podrás. Cuando llegue el momento.
- No. No puedo.
- Podrás hacerlo. Si de verdad me quieres, y quieres recuperarme, encontraremos el modo.
- ¿Y si no?
- Será el destino.
- No puedo perderte. Eres lo único que me mantiene cuerdo.
- Pues empieza por ti. Empieza por perdonarte tu. Cuando lo hagas, podrás hablar conmigo. Podrás contármelo todo.
- No puedo hacerlo. Me repugnarás...
- No. Nunca podría. Nada de lo que me cuentes me hará dejar de quererte. Ni siquiera lo has conseguido follándote a otra. No hay nada que puedas decir.
- Tu no lo entiendes. No lo sabes. Cuando lo sepas...
- Te querré igual que ahora. Igual que siempre. Incluso puede que más.
- Eso es imposible.
- No lo es.
- ¿Entonces? ¿Volverás conmigo?
- No. Aún no. Necesitamos tiempo.
- ¿Y...?
- ¿Si follaremos?
- Si.- admití avergonzado.-
- No puedo resistirme. Lo he intentado con todas mis fuerzas. Pero no puedo. Posiblemente flaqueemos y caigamos en la tentación. Aunque deberíamos intentar no hacerlo.
- ¿Cómo?
- Siendo sólo amigos.
- Será difícil.
- Mucho. Pero por ahora es lo mejor. Si queremos que funcione, tendremos que hacerlo.
- Lo intentaré. Pero no te prometo nada.- oír su suave risa me devolvió el alma al cuerpo.-
- Ya es un gran paso, viniendo de ti.
- Gracias. Por escucharme. Por calmarme. Has echo que deje de pensar.
- Somos amigos. Llámame siempre que me necesites. Prometo estar siempre aquí. Contigo. Siempre que necesites que te traiga de vuelta, lo haré. Da igual la hora que sea. Estaré aquí, Luca. Siempre voy a estar.
- Me llenas mi alma oscura...
- Tu alma no es oscura. Empieza por perdonarte. Por dejar de pensar que tienes la culpa.
- En parte...
- No. No lo digas, Luca. No la tienes. Punto.
- Gracias. He llamado a mi psicóloga. Le he dejado un mensaje. Nunca lo había hecho. Hasta ahora.
- Tu también quieres mejorar. Has echo bien en llamarla. Me gustaría conocerla.
- A ella también. Le he hablado mucho de ti.
- ¿De veras? Espero que cosas buenas.- me hizo sonreír.-
- No hay nada malo que se pueda decir de ti, cielo.
- También de ti.
- Qué sigas pensando en mí de ese modo, después de lo que te he echo... No sabes cuanto lo siento.
- Nada puede hacerme cambiar de opinión. Eres un gran hombre. Una buena persona, Luca. Aunque te empeñes en hacer creer lo contrario...

Adicto A Tu Piel 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora