Capítulo 21

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Volví a sentarme, temiendo caerme al suelo de un momento a otro. No podía creer todo lo que estaba escuchando. Era demasiado doloroso.-
- Se como debes sentirte ahora. Se que debes estar echo un lío. Pero es la verdad. Te lo juro por mi vida. ¿Crees que yo no sabía que aquella noche estabas allí? ¿Crees que no te vi escondido? ¿Acaso crees que dejé el ordenador abierto sin querer? Yo sabía que estabas allí, Luca. Pero ellos no. Ellos aún no sabían quién eras. Empezaron a investigar y a buscarte tras tu viaje a Ámsterdam.- lo miré sorprendido.- Ricardo te reconoció cuando te vio con Catalina. Un día fuiste a recogerla al trabajo, y te vio. Te reconoció.
Yo ya tenía un plan para escapar de ellos. Y solo me hiciste tener que acelerar los planes. Ahora el único que queda vivo es Jerry. Voy a acabar con él. Voy a recuperar la familia que me robaron hace diecisiete años. Aunque deba morir en el intento.
- ¿Por qué ahora? ¿Por qué no te arriesgaste antes?
- Estaba muerto en vida. Sólo cuando te vi en Málaga, aquella noche, sentí que no podía dejar que te ocurriera nada otra vez. No por mi culpa.
- Tu mataste el otro día a Ricardo. Y luego contactaste con Cata para darle la información.
- Quería habértela dado a ti, pero temía que no me escucharas como cuando nos vimos en Málaga. O incluso, que no me creyeras.
- ¿Tienes alguna prueba de lo que dices? ¿Tienes alguna prueba de que mi madre está viva? ¿Y de que de verdad tengo una hermana?.- él negó con la cabeza.-
- Lo único que tengo es una foto de la Navidad pasada. Pero la tengo en casa, bien guardada.
- ¿En una caja fuerte?
- Si.
- Pues vamos a ver esa foto...-nos pusimos en pie todos y bajamos a la base. Mi padre parecía sorprendido por todo cuanto veía. Yo iba con la mano de cata entrelazada con la mía.-
- Como puedes ver, yo también los he estado buscando todos estos años.
- Ahora lo entiendo.- Leo estaba intentando averiguar la combinación de la caja fuerte cuando llegamos.-
- Jefe, no hay manera de hacer que se abra. ¡Cata! ¡Estás a salvo!
- Si. Gracias, Leo.
- La combinación.
- 19051989.- escuché a mi padre atentamente, el número de la combinación de su caja fuerte, era la fecha de mi cumpleaños. No lo voy a negar, me sorprendió. La abrió y todos nos asomamos. Había infinidad de carpetas y algún dinero en efectivo. Mi padre me miró y yo asentí. Él sacó todo y un fondo secreto, bajo todo lo demás, había una fotografía que él miró con cariño solo unos instantes. Después me la dio a mi, y la miré con cierto miedo y resquemor. Nada más verla, solo un vistazo me bastó, para que un flash me cruzara la mente. Mi madre. Mi madre dándome un beso en la frente antes de dormir. Mi madre sonriendo. Mi madre cogiéndome de la mano. Mi madre en el parque, conmigo. Jugando. Y de repente, todo vino como si de un ciclón se tratara. Mi madre con el vientre hinchado, sonriendo feliz.-
- Debes quererla y protegerla, mi amor. Tu serás su super héroe. Ella te adorará, porque tú serás sus pies y sus manos.
- Yo te ayudaré, mamá. Yo cuidaré del bebé. Siempre la voy a proteger.
- Eso es, mi vida. Siempre.- las lágrimas me impidieron seguir observando la fotografía. El recuerdo perdido de mi madre embarazada, me había golpeado con fuerza el corazón. Pero seguía sin recordarla. No me acordaba de ella. De mi hermana. Cata me abrazó con fuerza, dándome su amor y su consuelo. Mientras los demás observaban la escena con un nudo en la garganta.-
- He recordado algo que no había recordado en todos estos años. A mi madre, embarazada. Diciéndome que debía quererla y protegerla.- mi padre asintió.- Pero no la recuerdo. No recuerdo su cara. No tengo ningún recuerdo de ella.
- Eso es porque tenía solo tres meses, cuando se la llevaron. Apenas tuvimos tiempo.- observé de nuevo la fotografía. Mi madre era igual que la recordaba, solo que con más arrugas, y el pelo más corto. Y mi hermana... Era preciosa. Morena. Piel morena y bronceada. Y unos ojos iguales que los míos, verdes y profundos. Teníamos cierto parecido. Los dos nos parecíamos a nuestro padre.

Mi padre le dio a Ese todas las carpetas que tenía en la caja fuerte. Tenía todas y cada una de las operaciones realizadas por... Por ellos. Había dedicado su tiempo libre a recabar información. Ese lo miró maravillado, sabía que era una información valiosísima para el CNI. Pues ahí había nombres, direcciones, países, ciudades... De todos y cada uno de los monstruos que se habían dedicado a la trata de blancas.-
- Ya que me vi obligado a ensuciarme las manos, pensé que al menos, les debía esto. Que no caigan en el olvido. Se que tu no dejarás que eso pase, muchacho.- Yo seguía en estado de shock. Aún intentaba comprender todo. Aún tenía muchas preguntas, pero temía las respuestas. Porque ahora mismo, solo tenía una cosa en mente. Recuperar a mi madre y mi hermana. Cata me propuso dejar que mi padre se quedara allí con nosotros. Y a mi, me pareció bien. No quería perderlo de vista.
Nos sentamos en silencio a cenar, los cuatro. Ese, Cata, mi padre y yo.-
- A ti también deben de estar buscándote, ¿no es así?
- Si. Seguramente. A estas alturas, Jerry ya debe saber que he sido yo quien ha matado al resto.
- Perdón por la pregunta, pero... ¿No cree que pueda atentar contra la vida de su mujer y de su hija por eso?.- yo levanté la cara de inmediato al escuchar a Ese y los miré. Él sonrió entristecido, para luego negar con la cabeza.-
- Por supuesto. Pero yo tampoco soy estúpido, muchacho. Tenía un as bajo la manga.
- ¿Cuál?.- dijo ese entusiasmado. Parecía que había encontrado un nuevo amigo con el que contarse batallitas. Puse los ojos en blanco.-
- Aprendí del mejor. Lo mismo que él grabó a mi hijo, yo hice lo mismo. Lo grabé matando a dos policías. Sin contar, las numerosas fotografías, vídeos, grabaciones, etc... Que he ido recolectando a lo largo de los años.
- ¿Y de qué se trata?
- Torturas. Muertes. Subastas en las que subastaban a mujeres como si fueran animales. Ahí abajo tienes toda la información. Tienes que protegerla con tu vida, muchacho. Es lo único que nos mantiene vivos a todos.- Yo me retiré sin apenas haber probado bocado. Y Cata lo hizo poco después. Estaba sentado en el sofá del dormitorio, con un vaso de bourbon, cuando apareció delante de mi.-
- Luca, ¿quieres hablar?
- No.
- Cielo, son muchas las cosas que han ocurrido. Te acabas de enterar de todo esto, deberíamos hablarlo.
- No quiero hablar.- me sentí un poco culpable, al verla entristecida. Ella también debía haber pasado por un calvario. Pero cuando quise darme cuenta, se había ido. Pasé la noche allí sentado, pensando en todo lo que mi padre me había contado. Seguía sin confiar en él. Pero es que con los años, me había obligado a encerrarme en mi mismo. En no confiar en nadie. Sólo confiaba ciegamente en unas cuantas personas. Entre ellas, Cata. Que no había vuelto al dormitorio. Seguramente se fue a otra habitación. Porque no vino a dormir. Me sentí culpable. Me sentí mal por haberla dejado sola, después de lo que había tenido que pasar. Pero es que no me encontraba bien emocionalmente. No sabía que hacer. No sabía que hacer con la información que mi padre me había soltado así, de sopetón. Había visto a mi madre en esa fotografía. Sabía que era ella. En su mirada. Aún así le pedí a Leo que la investigara. Por si podría haber sido una foto retocada. No confiaba en él. No podía hacerlo así como así. Eran las ocho cuando me metí en la ducha, tras vestirme bajé a la cocina a desayunar. Esperaba ver a Cata, ya levantada. Pero no, solo estaba mi padre. Arrugé el ceño y pasé por delante de él, que estaba sentado en un taburete con un café en la mano.-
- Buenos días.
- Buenos días.
- Gracias por dejar que me quede.
- Dale las gracias a Cata. Fue idea suya.
- Lo se. Esa chica es especial.
- Lo es.
- Luca, se que todo esto te ha pillado desprevenido. Se que no entiendes nada. Que ahora mismo estás confuso. Pero escucha a tu corazón. Escúchalo, hijo. Porque solo él puede darte las respuestas que tanto necesitas.
- No se que hacer. No se que creer o que no. Me siento perdido.
- Confía en ti. Y en tu corazón.
- ¿Dónde está Cata?
- No se. No la he visto. Estará cansada. Quizás siga durmiendo.- me preocupé de inmediato. No dije nada, no quería que mi padre supiera que Cata no había dormido conmigo. Pero subí a buscarla por todas las habitaciones. Nada. No estaba. Llamé a Ese por teléfono.-
- Dime, tío.
- ¿Estás con Cata? ¿La has visto?
- Eh... La vi esta mañana muy temprano. Tomamos un café juntos y yo me bajé a la base.
- ¿A qué hora fue eso?
- Siete o siete y media. ¿Por qué, qué pasa?
- Pasa que no la encuentro por ningún lado.
- Luca, tranquilo. Quizás esté en la playa. Paseando. O quizás... Ya sabes como es, querría estar sola y estará dando un paseo.
- ¿No se da cuenta del peligro que corre? Maldita sea.
- Vale, tranquilo. Ahora mismo subo. Espera.- diez minutos después subió Ese. Yo había salido a la parte de atrás, había mirado en la playa, y estaba andando de un lado a otro. Mi padre parecía preocupado.-
- Luca, cálmate. Mira, vamos a dar un rodeo, con el coche, si te quedas más tranquilo.
- Necesito saber que está bien. Después de lo de ayer...
- ¿La has llamado?
- ¿Qué?
- Por teléfono. ¿La has llamado?
- No. Mierda. No había pensado en eso.
- Tranquilo. Déjame a mi.- Ese sacó su teléfono y marcó, por la rapidez con la que habló, habría dado dos o tres tonos.- La ostia, reina. ¿Dónde estás?
Joder, Cata. ¿Por qué no has avisado? De acuerdo. Luca está muy preocupado. Ven lo antes posible. Vale. Vale, hasta luego.
- ¿Dónde está?
- Está... Haciendo unas compras.
- ¿Se ha ido de compras? ¿Con lo que tenemos encima?
- Si. Me ha dicho que se ha llevado tu coche. Que volverá enseguida.- estaba enfadado. No me había dicho nada, se había ido sin decirme nada. ¡Joder! ¿A qué está jugando? Se la llevaron de aquí a la fuerza, hace tres putos días. ¿Es que esta chica no le teme a nada, o qué? Eso o que es demasiado estúpida. Y le gusta ponerse en peligro. La esperé en el porche, nervioso perdido, pero tardó casi media hora. Y en cuanto llegó y aparcó el coche salí en busca de ella.-
- ¿Se puede saber donde estabas? ¿A dónde has ido? Habla, Catalina.- pero ella permaneció en silencio. No me habló, apenas sí me miró más de quince segundos. Cogió sus bolsas del maletero y entró en la casa.-
- Buenos días, Nicolás. ¿Qué tal está?.- vaya, a mi padre si le hablaba.-
- Oh, querida... Estábamos muy preocupados por ti.
- Solo necesitaba algunas cosas de aseo personal, pero ya estoy aquí. Voy a subir a descansar. Estoy muy cansada.
- Descansa, Catalina.- yo andé detrás de ella, me cerró la puerta en las narices. Respiré hondo y entré. Estaba dejando las bolsas sobre la cama.-
- Le hablas a él, ¿pero no me hablas a mi? ¿Es eso?
- Tu no quisiste hablar conmigo anoche, Luca. ¿Por qué debo hablar yo ahora contigo?
- Estaba mal. Estaba...
- Pues ahora la que está mal soy yo. La que no quiere hablar, soy yo. Así que te pido por favor que te vayas y me dejes tranquila.
- Cata, no es momento de pelear.
- Lástima, que no lo pensaras anoche. Lástima que tuviera que ir a refugiarme en Ese, porque mi novio estaba demasiado ocupado torturándose así mismo.
- ¿Te acostaste con él? ¿Has pasado la noche entera con él, en vez de conmigo?
- Piensa lo que quieras, Luca. Da igual lo que te diga, tu vas a creer lo que a ti te de la gana. ¿Para qué molestarme? ¡Largo! ¡Déjame sola, de una vez!

Adicto A Tu Piel 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora