Capítulo 18

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- Ya os lo he dicho como diez veces. Iba encapuchado. No le vi la cara. No sabía quién era. Sólo se que lo mató delante de mi, y que se llevó una carpeta. Y se fue.
- ¿Así sin más?.- dijo Ese.-
- ¿Y qué querías, que me dejara una tarjeta de visita?
- ¿Y por qué no te mató?.- Luca y yo miramos con odio a Suso.- Quiero decir, que... No es que quiera que te maten, pero joder, es raro.
- Nadie dejaría a un testigo vivo. Es cierto. Suso, vete a Madrid, da parte de lo sucedido. Y diles que quizás haya sido uno de ellos.
- Me voy cuanto antes.- Luca y y Ese se me quedaron mirando, me sentía mal. Parecía que no me creyeran.-
- No me miréis así. Lo hubiera matado sin vacilar. Pero lo necesitábamos. Es la única razón por la que no lo maté yo.
- Vale. Te creemos, reina. Pero es que es muy raro.
- Tu no crees que haya sido uno de ellos, ¿verdad?
- Claro que no, pero así tendré al oficial entretenido hasta que lo averiguemos.
- ¿Y vosotros donde coño estábais? ¿Por qué habéis tardado tanto?
- Nos esquivocamos de suitte.- dice Luca abatido.- Sólo hasta que escuchamos el disparo, nos dimos cuenta que íbamos en la dirección equivocada.
- ¿Y ahora qué? ¿Qué vamos a hacer?
- No lo se.
- Tengo que averiguar quién era ese tipo. Uno de ellos está descartado, te habrían matado. Y Ricardo no sospechaba de ti, así que ellos no podían tener motivos. ¿Quién? ¿Quién coño era?

Luca me llevó al cuarto y me desnudó. Me quitó el vestido manchado de sangre, me limpió la sangre con una toalla húmeda y luego me llenó la bañera. No hablamos. Me metí en la bañera y cerré los ojos.-
- Cielo.
- Ve tranquilo. Te necesitan abajo. Estaré bien.
- Llámame si necesitas algo, subiré enseguida.
- Lo se, ve tranquilo.- me dio un beso en la frente y se marchó. Yo volví a cerrar los ojos e intenté relajarme, pero me era imposible. Me sentía demasiado agitada como para descansar. Cuando fui consciente de que tenía la piel arrugada, me salí de la bañera. Me puse un pantalón corto y una camiseta de tirantes y me eché en la cama. Reviví el momento sobre quinientas veces. No le encontraba explicación. No entendía que había pasado allí. Y lo que más me preocupaba, ¿qué se había llevado? Seguramente información importante. La que podría haber sido nuestra si yo no hubiera fallado. Debería haber sido más rápida, usar el arma que Ese me había dado. Pero pensé que eran alguno de ellos. Joder. ¿Cómo había sido tan idiota?
Puesto que no podía dormir, bajé a la cocina. Rebusqué en todos los armarios.-
- El bourbon bueno lo guarda en el despacho.- Ese me hizo dar un respingo.-
- Joder.
- Perdona.
- No, da igual. Es que estoy nerviosa.
- ¿Por lo que ha pasado?
- Si.
- Lo siento.
- ¿Por qué?
- Te he fallado. Te prometí que te protegería.
- No me ha pasado nada.
- Pero podría. Y no me lo voy a perdonar en la vida.
- Venga, ya. No seas idiota.
- Si te hubiera pasado algo...- Ese se puso una mano sobre la frente, cabizbajo. Estaba muy abatido. Me acerqué a él y le acaricié el brazo.-
- Venga. No pasa nada. No te martirices. No servirá de nada.- se me quedó mirando un largo rato y después me tiró sobre su pecho en un abrazo de oso. Me hizo sonreír.-
- Por Dios, Ese. Que me estás axfisiando.
- Lo siento. Lo siento.- se retiró y yo le sonreí. Me acarició la cara con las yemas de los dedos, mirándome de una manera muy especial. Diferente. Quizás empezaba a abrirse. A dejar de mostrarse como un chico duro. Él también debía tener su corazoncito. Y yo lo sabía perfectamente. Tenía un enorme corazón. Pero un gran miedo a mostrarlo. Me besó despacio. Con toda la dulzura que tenía para dar. Y después me besó la punta de la nariz.-
- Eres una mujer increíble.
- Y tu eres más dulce que un pirulí.- dije sonriendo. Él se carcajeo a veinte centímetros de mi cara.-
- Si hubieras visto la cara de Luca, era un poema. Cuando le dijiste lo de... Bueno, ya sabes. Fue gracioso.
- Me imagino que para ti. Luca estaría apunto de explotar como una olla exprés.
- Creo que le salió humo de las orejas.
- Que capullo...- volvimos a besarnos. Pero lo que era un beso inocente, se volvió más. De repente estábamos comiéndonos la boca de forma salvaje. Tocándonos por donde teníamos acceso, restregándonos como si fuéramos unos adolescentes hormonados.-
- Luca dice que te gusta duro.- Ese me agarró del cuello con fuerza, empujándome contra la isla de la cocina. Restregando su miembro duro como el acero contra mi vientre.-
- Me gusta duro.
- Tu y yo nunca lo hemos hecho.
- No.
- Siempre ha sido calmado.
- Si.
- Pero no creo que pueda. No puedo hacerlo calmado.
- No lo quiero calmado.
- ¿Luca? ¿Crees que se enfadará?
- No lo creo.- chocó sus labios contra los míos con fuerza, haciéndonos chocar los dientes. Mientras iba apretando su mano alrededor del cuello. Tiró con sus enormes manos de  mi camiseta de tirantes y la  partió por la mitad. Dios santo. Gemí en respuesta. Mordió con fuerza mis pezones, haciéndome gritar de dolor y placer. Sentí mi sexo arder de inmediato y le arranqué la camiseta. Le mordí el hombro y él gruñó. Rompiéndome los pantalones también. Tuvo la decencia de bajarme las bragas de un tirón. La única prenda que me dejó sin romper. Me cogió en brazos y me hizo subir y bajar sobre su polla, cada vez más dura. Yo gemía extasiada, sin parar, sintiendo un placer extraordinario. Algo nuevo. No sabía bien que era, pero... Ohhhhh... Podría durar toda la vida. Me puso sobre la encimera y acarició mi clítoris, yo le aparté la mano y me pelee con mis dedos sobre su bragueta. Estaba ansiosa. Expectante. Y cuando le bajé los pantalones y los boxes, lo suficiente para que su miembro quedara libre, él se agarró el miembro descomunal. Me miró serio, pero no me penetró. Puso su frente sobre la mía.-
- No puedo.
- ¿Qué? ¿Por qué?.- y si, sonó decepcionado, porque yo estaba decepcionada.-
- No tengo preservativos aquí.- Entonces sentimos los pasos y nos volvimos. Vimos a Luca venir hacia nosotros. Le dio un preservativo a Ese. Y él se sentó en un taburete. Ambos lo mirábamos en silencio.-
- Fóllala duro.- Ese asintió casi imperfectivame y se apresuró a ponerse el preservativo, la única norma que Luca puso en su día. Yo lo agradecí sobremanera. Ese me penetró de una certera estocada. Grité con fuerza y él llevó su mano a mi boca para acallar mis gemidos. Golpeba mi útero sin parar, sentía un placer indescriptible. Sentí su dedo en mi ano, y luché por relajarme. No lo había echo más de una vez, y si me gustó, pero aún sentía un poco de reparo. Aunque claro, era una tontería, si pensaba en el echo de que ambos hombres, habían estado dentro de mi. Y no uno y luego otro, a la vez. Imaginar sus miembros rozándose en mi interior, aceleró mi inminente orgasmo. Ese sudaba copiosamente mientras gemía enloquecido, bombeando con todas sus fuerzas, metiéndomela hasta el fondo. Hasta que rompió el silencio ensordecedor con un gruñido, casi como un aullido, un lamento lastimero. Salió de mi interior y me besó la frente, cariñosamente. Se retiró de mi unos cuantos pasos, desenfundando su miembro del preservativo. Y Luca vino hacia a mí. Me bajó de la isla de la cocina y me puso de espaldas, eché el pecho sobre la isla de la cocina, estaba frío y me endureció los pezones doloridos. Oí el ruido familiar de su cremallera al bajar, y sentí su polla dura clavarse en mi interior. Gritaba enloquecida de nuevo, agotada y extasiada.-
- No te vayas.- Ese debió hacer el intento de marcharse, pero Luca lo impidió.- Muévete, cielo. Ese, fóllale la boca.- dejé de agarrarme a la isla de la cocina para agarrarme a los muslos de Ese. Necesitaba el apoyo, porque Luca con cada embite me hacía tambalearme. Ese me cogió la cara con las manos, y me la metió en la boca. Recorrí con la lengua desde la base hasta la punta, para luego volver a metérmela en la boca, cada vez más adentro, cada vez más fuerte. Intentaba controlar las arcadas, terminé encontrando la postura, y entonces si empezó a follarme la boca de verdad. Con fuerza, entraba y salía de mi garganta sin parar, mientras Luca seguía bombeando en mi interior. Las lágrimas bajaban por mis mejillas ardientes, sentía su miembro hincharse más, y más. Estaba cerca. Pero Luca seguía acelerando sus acometidas. Él no iba a terminar aún.-
- Voy a correrme.
- Fuera.- yo gemí en respuesta y Ese rápidamente sacó su miembro de mi boca. Se la agarró con la mano derecha, intentando calmar su respiración. Empezó a tocarse despacio, frente a mi, mientas yo seguía agarrada a sus muslos, y Luca seguía empujándome hacia adelante con sus empellones. Se corrió en su otra mano mientras me miraba a los ojos. Cuando terminó, tragó saliva y se fue. Luca me dio la vuelta y me cogió en brazos. Me llevó hasta la pared y volvió a clavármela sin reparo. Gemí extasiada.-
- No sabes cuanto te quiero.
- No más que yo a ti.
- No me dejes nunca, Cata.
- Jamás.- y tras un par de empellones más, ambos nos corrimos al unísono.

Adicto A Tu Piel 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora