Capítulo 19

2.1K 173 1
                                    

Soltó el tenedor con demasiada fuerza contra el plato, haciéndome encogerme.
- Come.- dejé de marear la comida. Pero no comí. Tampoco lo miré. Me levanté y tiré con pena el resto de mi plato. Apenas lo había probado. Y yo no tiraba la comida. Fregué el plato y salí de la cocina. Me senté en el porche, y encendí un cigarro. La noche estaba cálida, apenas corría una suave brisa, y se podía oír los grillos cantar a lo lejos. Sentí su presencia en cuanto salió. Se sentó a mi lado, y ambos estuvimos un rato en silencio.-
- Lo siento.- él asintió.-
- Pasé mucho miedo por ti. Creí que te había perdido. La sola idea de perderte... Me aterra.
- Creí que hacía lo correcto.
- Lo correcto no es ponerse en peligro. Lo correcto es que nos lo hubieras contado. No te hubiéramos dejado ir sola.
- Él me pedía justamente eso. Que fuera sola.
- Podríamos haberte dejado ir sola, estando nosotros en la distancia. Controlando que estuvieras bien.
- Estoy bien. No ha pasado nada. Eso debería ser lo importante.
- Si. Pero no sabíamos que podría haber ocurrido.
- Ya te he pedido disculpas. No tengo una máquina del tiempo, no puedo volver a atrás y cambiar lo que hice.
- Es cierto. Y te acepto las disculpas. Espero que puedas hacer lo mismo. No me lo tomé nada bien. Siento haberte gritado. Haberme puesto así.
- Me has estado ignorando.
- Si, lo siento.- yo di la última calada al cigarro y tiré la colilla. Me puse en pie y por fin lo miré, con lágrimas en los ojos, y dejando que bajaran lentamente por mis mejillas.-
- ¿Sabes lo que más me ha dolido? Que no me hablaras. Que no me miraras. Pero sobre todo, que me dijeras que no te tocara. Que lo dijeras con ese odio. Con ese sentimiento tan profundo.- decidí que tenía que irme, porque me estaba enfadando cada vez más, y eso podría empeorar las cosas. Y no estaban bien. Me había disculpado. Y él a medias también. Pero aún así, yo sentía algo roto entre los dos. Subí al dormitorio corriendo y me tiré en la cama. Lloré sin refrenarme, aprovechando la soledad para sacarlo todo. Lloré tanto que hasta tuve que salir corriendo al cuarto de baño para vomitar. Ese estaba detrás de mi, mirándome entristecido.-
- Reina. ¿Te encuentras bien?
- Estaré bien, no te preocupes.
- ¿Quieres que llamemos a un médico?
- No, no... Estoy perfectamente.
- No estás bien. Estás pálida. No tienes buen aspecto, no quiero que te vayas a enfermar.
- Tranquilo, se me pasará. Seguramente sean los mismos nervios.
- Están siendo unos días difíciles.
- Si. Mucho.
- ¿Quieres que vayamos a dar un paseo?
- Si. Seguro me sentará bien un poco de aire fresco.- fuimos a pasear a la playa privada, descalzos, sintiendo la arena fría entre los pies. Estuvimos mucho rato en silencio, pero como me ocurría con Luca, los silencios con Ese, no eran incómodos. Cada uno pensando en sus cosas, andamos juntos, yo cogida de su brazo, y él con la otra mano en el bolsillo.-
- ¿Esto acabará alguna vez? ¿Crees que de verdad podéis dar con ellos?
- Nunca habíamos estado tan cerca. Ni siquiera teníamos sus nombres.
- ¿En la carpeta había mucha información?
- Uff. Por un tubo. Has echo más en unos días que nosotros en años.
- Ha sido pura suerte.
- No lo creo.
- Quizás ha sido el destino, que ha pensado que todos merecíamos descansar de esta situación.
- Está siendo difícil, ¿verdad?
- Si. Tengo la sensación de que no voy a estar bien hasta que esto acabe.
- Te entiendo. Creo que me pasa algo parecido. ¿Habéis hablado?
- Si.
- ¿Y...?
- Le he pedido perdón. Y él a mi, en parte también. Pero hay cosas que duelen demasiado para olvidarlas así como así, ¿entiendes?
- Perfectamente.
- Entiendo que él pasó mucho miedo por mi, se que le dolió. Que se sintió mal. Y admito mi culpa. Pero que me castigara sin hablarme. Sin mirarme. Que me dijera... No importa. Simplemente me dolió mucho algo que me dijo y la aptitud de ignorarme. Me ha dolido mucho. No se, Ese. Estoy confusa.
- ¿Confusa?
- Yo quiero a Luca. Daría mi vida por él sin dudarlo. Pero siento que algo está cambiando. Nuestra conexión. No es lo que era, ¿entiendes?
- Puede que sea por el estrés de estos días.
- Si. Seguramente. Sólo espero que esto pase cuanto antes. Que termine, y que volvamos a ser nosotros. Que volvamos a ser los mismos.- mi teléfono sonó en mi bolsillo del vaquero y cogí la llamada a pesar de que era un número desconocido.-
- ¿Si?
- ¿Catalina?
- Si, ¿Quién, es?
- Van a por ti. Ten mucho cuidado.
- ¿Cómo? ¿Quién?
- Ten mucho cuidado.- la llamada se colgó y miré a Ese aterrada.-
- ¿Qué pasa?¿Quién era?
- Yo... Creo que era Nicolás.
- ¿El padre de Luca?
- Si.
- ¿Qué te ha dicho?
- Qué van a por mí. Que tenga cuidado.
- Mierda. Hay que decírselo a Luca. Vamos, volvamos.- volvimos a la casa y no encontramos a Luca, bajamos abajo, a la base y estaba hablando con Leo. Dejé que fuera Ese quien lo informara.-
- Luca. Te estábamos buscando. Tenemos que hablar.
- Dime.
- Tu padre. Acaba de llamar a Cata.- se levantó como un resorte de la silla. Me miró inquieto.-
- ¿Qué te ha dicho?
- Qué tenga cuidado. Que van a por mí.
- ¿Qué más?
- Sólo eso. No me ha dicho nada más. Lo juro.- se llevó la mano a la frente. Y se la pasó nervioso por el pelo, despeinándose.-
- ¿Sabemos seguro que era él?
- No. Bueno, Cata cree que era su voz.
- El teléfono, dámelo.- le di el teléfono a Luca.- Leo, comprueba el número. Ese, habla con Cidraque, deberíamos de ir a por él.
Yo... Voy a hablar con Suso.
- ¿Dónde está?
- Lo mandé a vigilar su casa en cuanto supimos que había sido él quien había contactado a Cata.
- De acuerdo.- el teléfono de Luca sonó y mostró la llamada.-
- Hablando del rey de Roma.- se apartó para hablar y Ese se fue al despacho de Cidraque. Yo me quedé allí sola, apartada. Me senté al lado de Leo, en la silla en la que estaba Luca cuando llegamos. Me miró y me sonrió. Siguió tecleando en el ordenador.-
- Tranquila, chica. Todo va a estar bien.
- ¿Qué haces?
- Intento hackear los teléfonos de los... De ellos.
- ¿Cómo se llaman?
- No se si puedo darte esa información, chica. No te lo tomes a mal.
- No, tranquilo. Lo entiendo.- observé una caja a su lado, con varios aparatos y una especie de tarjeta pequeña, verde.- ¿Qué es eso?
- Rastreadores GPS.
- ¿Cómo funciona?
- Esta tarjeta es la t envía la señal a este pequeño aparato.- tenía el tamaño de un tamagochi.- Se pulsa este botón de aquí, y ya empieza a emitir la señal.
- Creía que estás cosas eran más grandes.
- Es un nuevo logotipo. Mucho más discreto y eficaz.
- Entiendo.
- ¡Leo ven aquí!.- Luca llamó a voces al pobre muchacho, y este salió pitando. Yo me quedé mirando la caja. Metí la mano y cogí uno. Cogí una tarjeta con su correspondiente aparato y me lo metí en el bolsillo de atrás. Tenía muchos, no creía que se daría cuenta. Me volví a sentar, esperando sola. Vi a Ese correr de aquí para acá. Y oí a Luca gritar desde el despacho de Cidraque. Nadie parecía reparar en mi. A si que le dije a Ese que me iba a descansar.-
- Claro, reina. Vete y descansa. Y no te preocupes por nada.- subí a la casa y me fui al dormitorio. Salí al balcón, me encendí un cigarrillo y saqué el aparato. Lo miré con detenimiento. Pulsé el botón y una luz roja se puso a parpadear. La pantalla se iluminó, y empezó a rastrear la señal. Oí un estruendo, y acto seguido la puerta del dormitorio cayó al suelo derrumbada. Entraron dos tipos encapuchados, y lo único que fui capaz de hacer, presa del pánico, fue tragarme la tarjeta. Entonces uno de ellos reparó en mi, y salió al balcón. Grité como una descosida, llamando a Luca. Y a Ese. Alternando entre uno y otro. Me agarró con fuerza del brazo y yo le mordí el el suyo, me escapé y salí fuera. El otro tipo venía hacia mi, y yo en un intento por escapar, salté por encima de la cama y corrí escaleras abajo. Bajé corriendo las escaleras, con ambos hombres detrás de mi, pero en cuanto terminé de bajar, me encontré frente a otro tipo. Me agarró entre su pecho, agarrándome ambos brazos, inmovilazándome. Lo único que podía hacer era gritar y patalear. Ese y Luca aparecieron a tiempo de ver a ese tipo, como salía por la puerta, conmigo a la fuerza. Vi a los otros dos tipos apuntándoles.-
- ¡Detrás! ¡Detrás!.- y lo último que vi, fue la cara desencajada de Luca y de Ese. De puro pánico. Alcancé a escuchar disparos, mientras me montaban en una furgoneta y me ponían una bolsa en la cabeza. Me ataron las manos y los pies y seguí escuchando disparos. Gritaba como loca, llamando a Luca sin parar, hasta que sentí una aguja en el cuello, y después, solo sueño. Un largo y profundo sueño...

Adicto A Tu Piel 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora