Capítulo 6

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Había llamado a Luca más de diez veces. No me cogía el teléfono y estaba muy preocupada. Se había ido tan mal.Tan nervioso y tan triste. Temía que bebiera de nuevo. Temía que hiciera algo estúpido. No volví a meterme en la cama. Me senté en el sofá y me abracé las piernas. Seguí llamándolo sin éxito. Hasta que sobre las una y media de la madrugada, llamaron con insistencia al timbre. Me levanté de un salto y fui a abrir, pensando que sería Luca. Quizás se había serenado, y volvía para estar conmigo de nuevo. Sería comprensiva y no lo juzgaría. Me sorprendió mucho ver a Jess. A Jess pálida, y con el mandil atado a la cintura, y tenía las manos manchadas de sangre.-
- Cata.
- Dios mío, Jess. ¿Qué te ha pasado?
- A mi nada. No te preocupes. Tranquila. Vale, ve a vestirte. Tenemos que irnos.
- ¿Irnos? ¿Dónde?
- Tenemos que ir al hospital.
- ¿Al hospital? ¿Por qué, que pasa?
- No te asustes, pero Luca ha tenido un accidente con el coche. Se lo ha llevado una ambulancia, vamos, ve a vestirte, Cata.Cata.- el mundo se paró. Sentí como cuando tiran de la alfombra bajo tus pies. Dejé incluso de respirar. Jess me metió en la casa a empujones y me hizo reaccionar. Me vestí todo lo rápido que pude y salimos a la calle. Para mi sorpresa, Jess tenía el coche de Diego y nos montamos.-
- ¿Estás bien?
- Si. ¿Cómo está, Jess?
- Estará bien, estaba consciente, pero para cuando la ambulancia ha llegado, él se había desmayado. Tiene una buena brecha en la cabeza. Puede que tenga algo roto, no sé... Lo sabremos en cuanto lleguemos.
- ¿Estaba bebiendo?
- ¿Eh? No. Creo que no. Apenas le quedaba unos metros para llegar al club.
- Salió muy nervioso de casa.
- ¿Estaba contigo?
- Si. Cenamos y estábamos... Tuvo una pesadilla y salió huyendo. Estaba muy nervioso, no tenía que haberlo dejado conducir.
- Por Dios, Cata. No podías saberlo. No vayas a hacerlo. No vayas a culparte.
- Pero es que...Yo le pedí que se quedara. Yo lo he estado presionando para que me cuente... Estaba muy mal, Jess. Estaba destrozado. Roto. Por primera vez, siento que no quiero saberlo.
- ¿Saber? ¿Saber el qué?
- Da igual. Son cosas mías.
- Tranquilízate. Llegaremos enseguida.- me sentía tan perdida. Tan insignificante... Había llorado mucho mientras me vestía, y en el auto, pero ahora, me sentía diferente. Tenía los ojos hinchados como botas. Los pelos que parecía un león y me había puesto la camiseta del revés. Llegamos al mostrador y yo permanecí como una estatua.-
- Estamos buscando a Luca Montes. Lo ha traído la ambulancia por un accidente de tráfico.
- ¿Sois familiares? Porque si no sois familiares no puedo...
- ¡Dígame donde está de una puta vez!.- Jess me miró de arriba abajo, la enfermera pareció asustada. Y yo... Yo no sabía lo que me estaba pasando.-
- Cálmate cielo. Perdónela. Está muy nerviosa, es su novia. Luca no tiene a nadie. Solo a nosotros.
- De acuerdo. Gire a la derecha y vaya a la sala de espera, el médico os informará cuando sepa algo.
- Gracias. Muchas gracias.- Jess tiró de mi brazo y me arrastró con ella. Me sentó en una silla y ella revoloteó por allí en busca de información. Teníamos que esperar. Recordé la cena. Habíamos cenado tranquilamente, habíamos charlado por primera vez, como si de verdad fuéramos amigos. Habíamos hablado de sus negocios, del club... Todo estaba bien.
Y luego tuvo aquella pesadilla. Vuelvo a verlo en mi mente otra vez, desnudo, sentado en el suelo de mi habitación. Balanceándose. Implorando.-
- No para, Cata... Haz que pare...- las lágrimas bajan amargas por mi rostro. ¿Cómo puedo hacerlo?  ¿Cómo puedo ayudarlo...? ¿Cómo puedo salvarlo? La puerta se abre y sale Diego. Ambas nos levantamos de un salto de la silla. Yo casi me caigo allí mismo. Diego está manchado de sangre,  como Jess. Pero mucho más. Su camisa blanca está completamente manchada, al igual que sus manos y antebrazos.-
- Dios mío...
- Tranquila, Cata. Parece más de lo que es. La sangre es muy escandalosa.
- ¿Cómo está Diego? ¿Lo has podido ver?
- Se pondrá bien. He estado con él, pero apenas cinco minutos, lo tienen sedado para que no se mueva.- Diego me mira y sonríe débilmente.- No paraba de querer escaparse. Quería... Decía que tenía que ir a verte...- sus manos me agarraron las mías, frías e inmóviles.- Tiene una buena brecha, van a ponerle puntos. Y tiene un hombro dislocado. Nada grave, en una semanas estará estupendamente. Ya veréis.-
- Deberías ir a cambiarte. No debería verte así cuando despierte.
- Si, se que debería, pero... Estoy muy nervioso. Y he bebido dos o tres copas, no es mucho pero no quisiera conducir.
- No conduzcas.- me metí en la conversación.- Jess puede llevarte.
- Pero, Cata.
- Tranquila, estoy bien. No me voy a mover de aquí.
- Pero no quiero que estés sola.
- No necesito a nadie para esperar, Jess. Llévalo. Y luego traelo de vuelta.
- De acuerdo.
- Media hora, Cata. Enseguida volvemos.
- Id despacio. Por favor.- Diego me dio las pertenencias de Luca. El hospital lo había metido en una bolsa. Me senté, y abrí la bolsa. Su rolex. Acaricié la esfera, mientras lloraba, y lo recordaba poniéndoselo y quitándoselo para acostarse. Su cartera. Negra, de piel. Su teléfono. Tenía un borde rallado. No gran cosa, pero sabiendo la manía de Luca, porque todo estuviera perfecto, lo cambiaría por uno nuevo. Sus llaves. El teléfono sonó en mi mano. No ponía nombre. ¿Qué debía hacer? ¿Contestar? ¿O dejarlo sonar? ¿Y si era algo importante? Mierda. Lo cojo...-
- ¿Si?
- ¿Luca? ¿Dónde coño estás?- era la voz de una mujer. Me quedé petrificada.- Yo... No soy Luca. Luca no puede ponerse. Y...
- ¿Quién eres? ¿Dónde está Luca?
- Soy... Una amiga, Cata. Él  Está... En el hospital.
- ¿Le ha pasado algo?
- Si, de hecho, ha tenido un accidente con el coche. Está bien. Creo. Bueno aún no he podido verlo. Si me dice quién es, cuando lo vea...- pero la llamada se había colgado. ¿Quién era esa mujer? Me odié a mi misma, por lo celosa que me puse. Estaba enfadada. Muy enfadada. Jess y Diego tardaron menos de cuarenta y cinco minutos en volver. Vinieron hacia a mí, preguntado si ya habían dicho algo, pero desgraciadamente, de eso no sabía nada. Lástima que no preguntaran por misteriosas llamadas telefónicas de mujeres. De eso sí que sabía algo más, la verdad.-
- ¿Estás bien?
- Estoy bien.
- No lo pareces.
- Chicas, voy por un café. ¿Queréis algo?
- Yo tomaría también un café.
- ¿Cata?
- No, gracias.- Diego se fue. Y observé a Jess mirarlo hasta que se perdió por el largo pasillo.-
- Una mujer lo ha llamado.
- ¿Qué?
- No sabía si cogerlo o no. Pero lo he cogido.
- Sería su secretaria.
- Conozco la voz de su secretaria.
- Sería algo relacionado con el trabajo.
- Lo ha llamado por su nombre.
- Joder, Cata.
- Me siento fatal, porque él está ahí, está mal. Pero yo tengo una mala ostia...
- Tranquila, tiene que tener una explicación.
- Lo sé.
- Él te quiere, Cata. Quería recuperarte.
- Lo se, lo se. Soy una egoísta. Una...- de repente apareció en la sala una mujer alta, rubia, vestida muy elegante, con un traje de chaqueta blanco. Y unos zapatos de tacón altísimos. Parecía nerviosa. Era realmente hermosa. Se acercó a nosotras.-
- ¿Alguna de vosotras es Catalina?
- Yo. Yo soy Catalina.- dije confusa.-
- Oh, menos mal. Acabamos de hablar. Soy Bibian.- me da la mano, y yo abrumada se la cojo.- ¿Cómo está? ¿Se sabe algo?
- Está bien. Le están poniendo unos puntos, tiene una brecha y un hombro dislocado, pero al parecer está bien.- habló Jess.-
- Uff... Cómo me alegro. ¿No podemos verlo?
- Nos han dicho que esperemos aquí.- le dije fulminándola con la mirada. Ella parecía observarme. Me miraba y cada movimiento, lo analizaba. No me gustaba. Me hacía sentir poca cosa. Poca cosa para Luca. Y seguía sin saber quién coño era. Aunque no me atrevía a preguntar, la verdad. Diego volvió y se sorprendió al ver a aquella mujer. Supe por su mirada que tampoco la conocía. Aunque ella parecía conocernos a nosotros.-
- Tu debes ser Diego. Encantada. Bibian.
- Si. Eh... Encantado. Bibian.- por suerte la agonía no duró mucho. Media hora después, nos dejaron pasar a la habitación y vimos a Luca. Tenía un vendaje en la cabeza. Un cabestrillo en el hombro derecho y un par de moratones en el rostro. Seguía dormido a causa de los calmantes. Yo le agarré la mano buena y me quedé como una estatua. No pensaba irme a ningún sitio. La mujer no hizo el intento de acercarse. Gracias a Dios. Mi paciencia estaba llegando a su límite. Empezaba a clarear el día cuando Diego vino a mi lado y me dio un apretón cariñoso en el hombro.-
- Preciosa, ¿por qué no vas a tomar algo? Deberías de desayunar.
- Si, Cata.
- No, no quiero irme. No quiero que se despierte y no me vea.
- Yo te acompañaré, Catalina. Y si despierta, tus amigos te avisarán. No te preocupes.- miré a la mujer fríamente, y accedí. Simplemente por el echo de que deseaba saber quien era ella. Salimos de la habitación y cuando llegamos a la cafetería, pedimos ambas un café con leche y nos sentamos en una mesa. En cuanto pusimos el culo en la silla, no dudé.-
- ¿Quién eres?.- ella me miró y sonrío suavemente.-
- No es lo que tu crees.
- ¿Y qué sabes tu lo que yo pienso?
- No soy su amante. Si es lo que te preocupa.- y si, lo era. Era lo que me carcomía por dentro.- Soy su doctora.
- ¿Su doctora?
- Su psiquiatra. Si.- respiré profundamente. Era su psiquiatra. Luca me dijo una vez que...-
- Siento haberte echo pasar un mal trago. Pero no has preguntado. Si lo hubieras echo, te lo habrías ahorrado.
- Lo siento.
- Lo entiendo. No te preocupes. ¿Sabes? Cuando conocí a Luca... Creí que era un chulo. Un prepotente. Luego, cuando terminé la primera sesión con él, me di cuenta de que era un gran hombre. Y una gran persona. No suelo preocuparme tanto por mis pacientes, pero tengo que reconocer, que Luca no es como los demás.
- ¿Ah, no?
- No. Él está... Necesitado. Necesitado de amor. De cariño. De atención. Pero lo que no imaginaba es que tu serías exactamente igual.
- ¿Cómo dice?
- Tu también te sientes así. Como él. No puedo hablar más, ya sabes, la privacidad del paciente. Pero creo que también te vendría bien pasar por mi consulta.
- No estoy loca.
- Luca tampoco. No quiere decir que estés loca. Simplemente necesitas ayuda para afrontar los problemas que puedas tener en tu vida.
- No tengo problemas.
- Luca me ha hablado mucho de ti, Catalina. Se lo abrumador que puede llegar a ser todo lo relacionado con él. Si necesitas hablar. No dudes en llamarme.- me dio una tarjeta, que no se porque, guardé en mi bolsillo. Cuando llegamos, Luca seguía igual que estaba. Ella se disculpó, tenía que dar su consulta, a si que se despidió de cada uno, y se marchó. Diego también, le pedí que se fuera y que ayudara a Luca con los negocios, no quería separarse, pero le dije que la mejor manera de ayudar, era esa. Jess se quedó conmigo. Y Dan, que en cuanto Jess le contó lo ocurrido, no dudó un solo instante, y se presentó aquí. Y aquí estoy, sentada en el sofá, de la mano de cada uno de mis amigos. Observando como Luca duerme tranquilo. En completo silencio. El silencio se ve interrumpido por un alarido de dolor. Me levanto de un salto y voy hacia él. Pero en cuanto entro en contacto, su mano buena, me agarra del cuello ante la atenta mirada de mis amigos. Me está axfisiando... Consigo apartar la mano de mi cuello con la ayuda de Jess y de Dan.-
-  Pero, ¿¡qué coño¡?
- Por Dios, Cata.- En cuanto le quitamos la mano de mi cuello, abre los ojos aterrado.-
- Chss... Estoy aquí, estoy aquí.
- Cata...- su voz ronca me eriza la piel y le acaricio la cara despacio.-
- Chocho, no te acerques tanto.
- Cata.
- Chicos estoy bien. Dejadme un momento.
- ¿Sola? Ni hablar. Casi te axfísia.
- Dan, por favor.
- Pero...
- Vamos, Dan.- Jess se lleva a Dan y Luca vuelve a abrir los ojos.-
- Te echo daño otra vez.
- No me has echo daño.
- Cata, deberías alejarte de mi.
- Eso nunca.
- ¿Qué ha pasado?
- ¿No lo recuerdas? Tuviste un accidente con el coche. Estás bien. No te preocupes. Tienes una buena brecha.Y el hombro dislocado.
- ¿Y tú?
- ¿Yo?
- ¿Cómo lo has sabido?
- Diego y Jess. Fue casi en el club. Ellos te vieron. Te trajeron en ambulancia.- sopla y si lleva la mano a la cabeza.-
- Eh, eh. No te toques.
- Me duele.
- Llamaré a la enfermera para que te den un calmante.
- ¡No! No te vayas.
- No me voy a ir. No me voy a mover de aquí.
- ¿Nunca?
- Nunca. Jamás.- volvió a quedarse dormido enseguida. Yo salí fuera por petición de mis amigos. Fuera en el pasillo...-
- ¿A qué coño ha venido eso?
- ¿Por qué casi te ahoga?
- ¿Por qué lo hace? ¿Y tú? ¿Te has vuelto loca? ¿Por qué...?
- ¡Callaos de una vez!
Joder...
- Chocho, estamos preocupados por ti.
- Pues no lo estéis.
- Pero, Cata.
- Chicos, Luca... Tiene pesadillas. Algunas veces tiene esos brotes. Pero toma unas pastillas para que no ocurra. Pero obviamente ha estado aquí y no las ha tomado. No pasa nada. Está todo bien.
- ¿Todo bien, flor?
- No es la primera vez, ¿verdad, Cata?
- No, Jess. No es la primera vez.
- ¿Por qué no nos lo has contado?
- Porque no es algo mío, Jess. Es algo de Luca. Él no sabía que le pasaba. Nunca había dormido con nadie.
- Hasta que llegaste tú.
- Si.
- ¿Y cuánto hace...?
- Casi desde el principio. Cuando le pasó se quedó muy mal y fue a su doctora. Ella le dijo que era algo así como una parasomnia del sueño, o yo que se... Le recetó unas pastillas y ya está. Todo está bien.
- Si se las toma...- apuntilló Dan.-
- Pero es peligroso, Cata. Podría hacerte daño mientras duerme.
- Chicos, eso es asunto mío. Os agradezco la preocupación, pero la implicada, o sea, yo, estoy al tanto. Y no me importa. Confío en él.

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