Capítulo 15

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Estaba más tranquilo. Aunque seguía sin estar de acuerdo, pero al menos, había dejado de estar enfadado conmigo, con Ese y con el mundo.
El madrugón después de haber llegado a casi las cuatro de la mañana, me hizo refunfuñar como nunca antes. Luca estaba contentísimo y riéndose a carcajadas de su amigo, Ese estaba que le iba a dar algo. La tercera vez que vino a aporrear la puerta del dormitorio, abrí los ojos y me encontré con la maravillosa sonrisa de Luca. Y con los gritos de Ese, también.-
- Cata sal ahora mismo, maldita sea. Son casi las seis. No tenemos tiempo, joder. ¡Luca! Cabrón, sal de ahí y saca a tu novia ahora mismo de la cama. ¡Mecagoentodo!
- Ya voy, ya voy... ¡Qué pelmazo! Y tu deja de reirte y sal de la cama. ¿Es que no piensas ir a trabajar?
- No tengo prisa.- me levanté y me puse la bata. Le tiré su camiseta a la cara, pero la esquivó. Cuando abrí la puerta, Ese estaba detrás con un cabreo de mil demonios.-
- ¡Aleluya!
- Bájale... ¿Tienes que gritar?
- Si. Tenemos poco tiempo. Vamos.
- Primero necesito un café. No me jodas.
- No, no me jodas tu. ¿Te crees que esto es un juego? ¿Es así como te lo vas a tomar, Cata?.- me remordió un poco la conciencia. Pero solo un poco.-
- No, claro que no. Disculpa. ¿Podría tomar un café?
- Si. Rápido por favor.
- De acuerdo.- enfile las escaleras hacia la cocina, con él detrás. Dios... No lo había pensado bien. Tener al sargento Ese todo el día dando órdenes iba a ser un suplicio. Tardé dos segundos en tomar el puñetero café, y no le hizo falta hablar, solo con mirarme de esa manera tan impaciente... Me subí a ducharme y a arreglarme. En un tiempo récord. Cuando bajé me cableó hasta el culo. Me hizo poner el pinganillo y hizo pruebas de sonido sobre quinientas veces. Hasta ajustarlo a como él quería. Era muy maniático. En eso me recordó a Luca. Luego me tendió un colgante. Era un corazón, precioso, ribeteado en plata. Era realmente precioso. No me molestó en absoluto tener que llevarlo.-
- Dios mío, Ese. Es precioso.
- Dentro está el micro. No lo abras.- podía desde fuera parecer un hombre frío, un tipo duro. Pero yo sabía que era todo lo contrario.-
- De acuerdo. No lo abriré. ¿Me ayudas?
- Claro.- se puso detrás de mi, y me lo puso, tardó más tiempo del debido en abrocharlo, pero me hizo gracias imaginar lo que sería para él, ese pequeño broche, con esos dedos tan largos y grandes. Yo me asujetaba el pelo a un lado para facilitarle la tarea, que parecía no terminar de conseguir, pero por fin pudo abrocharlo. Y hizo algo que no esperaba. Me dio un beso dulce en la nuca. No lo esperaba, pero aún menos esperaba sentir lo que sentí. Se me erizó el bello de la piel. Sentí un cosquilleo subirme de cabeza a los pies. Y vi a Luca parado detrás de él, observándonos. Pero no parecía enfadado. Me solté el pelo y me volví para mirarlo.- Sabes que no dejaré que te ocurra nada, ¿verdad?
- Lo se.- y lo sabía. Sabía que tenía en él a un protector. A un aliado. A un amigo. A un hermano.-
- Bien. Repasemos el plan una vez más.

Cuando llegamos a la esquina de la empresa, Luca paró el coche. Ese iba delante con él y yo atrás, Ese sacó su portátil y se volvió para mirarme.-
- Vamos, Cata. Baja.- respiré hondo y bajé del coche de Luca. Pero ellos bajaron también. Los miré confusa.-
- ¿Dónde vais?.- Ese me señaló con la cabeza una furgoneta blanca aparcada enfrente.-
- Vamos un momento.- yo los seguí a ambos hombres y montamos en la parte de atrás de la furgoneta. Me quedé anonadada. Lo tenía todo preparado. Me sentí como una espía de verdad. Sonreí encantada.-
- Es fácil que esto termine gustándote, Catita... Yo te podría conseguir una entrevista con el CNI.- Luca le dio una colleja mientras se sentaba a su lado en una silla.- ¡Ay! Voy a estar aquí todo el tiempo, Cata. Cualquier cosa, voy a estar a unos pocos metros de ti. ¿De acuerdo?
- Genial. Esto mola mucho.
- Lo se. Escucha, voy a intentar entrar en las cámaras.
- ¿Vas a hackear las cámaras? ¿Puedes hacer eso?
- Cariño, no hay nada que yo no pueda hacer.
- En realidad no lo va a hacer él. Lo hará Leo.
- Técnicamente lo voy a hacer yo.
- Si, pero con sus indicaciones.
- Bueno, vale. Tiempo muerto, chicos. Dejad de pelearos. Ese, ¿no es que tenías prisa?
- Si, reina.- encendió el ordenador portátil y después las otras dos pantallas de ordenador de mesa. Llamó por teléfono y Luca y yo permanecimos en silencio y atentos.-
- Bisbal. Ya estoy. Dime que hago.- dejé de prestarle atención cuando empezó a teclear rápidamente. Y por arte de magia, diez minutos después, los tres mirábamos la oficina en las pantallas.- Perfecto tío. ¿Qué tal el pájaro? De acuerdo. Mantenme informado y no lo perdáis de vista. Si. Te llamo más tarde.- colgó y me miró.- Bueno Cata, ahora también podré verte. Pero solo tenemos media hora antes de que se den cuenta de que les hemos hackeado las cámaras. Después te perdemos, ¿de acuerdo?
- De acuerdo.
- ¿Estás lista reina?
- Estoy lista.- Ese asintió, y Luca me miró aterrado. Yo suspiré y me levanté para irme. Pero antes me volví y abrazé a Luca con fuerza. Podía oír su corazón desbocado. Estaba más nervioso que yo. Aunque a mi me empezaron a sudar las manos copiosamente. Me despegué de mi sitio favorito en el mundo y salí de la furgoneta sin mirar atrás.
Estaba apunto de entrar, cuando oí la voz de Ese en mi oído. Era raro.-
- Deja de tocarme los botones.
- Quiero escuchar. Dame unos cascos.
- Que no toques, joder. Toma.- sonreí sin querer. Entré en el ascensor, que estaba vacío como casi toda la oficina y aproveché.-
- Dejad de pelearos. Me vais a dejar sorda.
- Perdona, reina. ¿Nos oyes bien?
- Perfecto.
- De acuerdo. Ya sabes, ciñete al plan, ¿de acuerdo?
- Sii, papaíto.
- Deja de decirle reina.
- ¿Qué tiene de malo?
- No me gusta.
- Eres un troglodita.
- Vete al carajo.- volví a reír, estos dos no tienen remedio. En cuanto salí del ascensor, observé con detenimiento mi planta. Prácticamente desierta. Solo estaba Pablo, el chico de mantenimiento. Perfecto. Enfilé hacia mi despacho, que estaba junto al de Ricardo.-
- Despejado, entra.- y entré. No había nadie. Saqué del bolso el micro, debajo de la mesa me parecía demasiado arriesgado, las señoras de la limpieza podrían encontrarlo. A si que fui derecha a la lámpara de mesa que tenía, pero también me pareció arriesgado. Miré el techo, cogí una silla y me monté, y bien escondido, en la pequeña montura de escayola, apreté para que quedara bien pegado. Perfecto.-
- Paso uno completo.
- Genial. Ahora el teléfono.
- Vale, voy.- me empezó a entrar el pánico. No salía. La carcasa no salía. No podía abrirlo. No tenía suficiente fuerza. Maldita sea.- No puedo, Ese. No puedo abrirlo.
- Tranquila, tranquila Cata. Mete la uña entre la raja y as fuerza solo de un lado. Paciencia, reina.
- Vale, vale.- pero seguía sin poder, intenté abrirlo con el abre cartas, lo tenía casi. Lo tenía casi abierto.-
- Cata, da por terminada la misión. Tu jefe está entrando. Repito, tu jefe está entrando.- el corazón se me iba a salir por la boca. Pero era cabezota como yo sola. Haciendo fuerza, conseguí abrirlo. Pegué el escucha y con los nervios no conseguía encajarlo. Maldita sea. Me temblaban las manos. Estaba como un flan. Y claro, los temblores no ayudaban.-
- Cata, está saliendo del ascensor. Aborta misión. Aborta misión.
- Voy a entrar a por ella.
- Estate quieto. ¿Dónde coño vas?
- A por ella.
- Ni de coña. ¡Quieres sentarte! Cata, Cata, ¿me escuchas? ¿Reina?
- Paso dos completado.- susurré muy despacio desde mi despacho. Corrí a la silla, encendí el ordenador y me senté mientras intentaba calmar mi respiración, sabía que vendría a mi despacho antes de entrar al suyo. Dos minutos después la puerta se abrió.-
- Buenos días, preciosa Cata.
- Buenos días, Ricardo. Gracias por el café. Eres muy amable.
- ¿Qué tal estás? ¿Cómo va todo?
- Bien. Bien, bueno, cansada. Últimamente estoy algo agotada. Pero bueno, ya me despejo gracias a tu café.
- Menudo tirete, reina.- dijo Ese.-
- Claro que si. La cafeína es vida.
- Si, si. ¿Qué haríamos sin ella? Ah, antes de que lo olvide, Ramiro quiere concertar una cita nueva. Pero me dijo que quería hacerlo personalmente contigo. No se muy bien porque.
- Ramiro es un poco maniático. No te preocupes. Yo hablaré con él. Que tengas un buen día. Cuando puedas me preparas los balances.
- Enseguida me pongo con ello.- en cuanto salió del despacho bufé como un toro de miura. De milagro. Hoy hablar a Ese en voz baja, pero obviamente lo oía en mi oído.-
- Tranquilizate. Respira. Mírame, mírame Luca. Está bien. Está bien. Suéltala. Suéltala, Luca. Sabes que no puedes hacerlo. No aún. Tenemos que encontrarlos a todos. Sin él no se puede, es el lazo de unión. Es él el que nos va al llevar hasta los otros.
- ¿Qué pasa? ¿Ese? ¿Luca? ¿Qué está pasando?
- Luca, suéltala. Suelta la pistola.
- ¿Qué pistola? ¿Qué está pasando? ¡Ese, joder!
- Luca, lo se. Se lo que sientes. Cálmate. Dame. Dámela. Habla con Cata. Está escuchando todo, está asustada. Necesita hablar contigo, Luca. Es ella. Es Cata.- Pude hacerme una idea. Cerré los ojos con pesar. Luca estaba reviviendo todo lo que le había hecho. Y ver a uno de ellos tan canpante, pues no hacía las cosas más fáciles.-
- Luca. Cariño. Háblame. Estoy aquí, cielo. Todo ha salido bien. Luca, háblame. Háblame, por favor.
- Ya. Ya, tranquila Cata. Está calmado. ¿Verdad tío? ¿Todo bien?
- ¿Luca? Cielo, por favor.
- Se ha salido de la furgoneta, Cata. Necesita respirar.- cerré los ojos, comprendiendo lo que estaba siendo para él. Busqué el teléfono en mi bolso y lo llamé. Creía que no lo cogería, pero lo hizo. Me quedé en silencio, esperando. Pero él tampoco hablaba.-
- Cielo, estoy aquí. Mi amor. Estoy aquí.
- ¿Estás bien?
- Perfectamente, mi amor. Estoy perfectamente.
- Lo mataría ahora mismo, Cata.
- Lo sé.
- Tiene que pagar. Tiene que pagar por lo que me hizo.
- Y lo hará. Pero no él solo. Deben pagarlo todos.
- Si. Lo sé. Pero cuando lo he visto por el monitor...
Cuando he recordado. Me cuesta la vida no entrar ahí ahora mismo y matarlo.
- Está empeorando. Cada vez los recuerdos son más nítidos, ¿verdad?
- Si. Es demasiado.
- Estoy aquí para ti mi amor. Estoy aquí.
- ¿Sigues queriendo que veamos a Bibian?
- Si.
- Concertaré una cita hoy mismo.
- Me parece bien.
- De acuerdo.
- Luca. Vete a trabajar. No te quedes ahí.
- ¿Quieres que me vaya?
- Quiero que estés bien. Y está claro que estar tan cerca no te hace bien. Ese te mantendrá informado todo el rato. No es bueno para ti que te quedes.
- Pero es que necesito saber que estás bien. Necesito saber que no corres peligro.
- Luca, estoy con un agente del CNI, que no se te olvide.
- Vale. Vale, está bien. Vendré por la tarde. ¿Vale?
- Vale. Perfecto. Te quiero. No lo olvides.
- Y yo a ti mi niña preciosa. No sabes cuanto.

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