Capítulo 22

2.4K 185 1
                                    

Cuando llegué a la estación, aparqué el coche en doble fila y fui acelerada para ver llegar a mi amiga. Aunque no sabía en que autobús vendría. Sonreí feliz. Me hacía mucha falta. Estaba loca y era un desastre, pero yo la quería como si fuera una hermana. Eso era ella para mi. Esperé nerviosa casi en el alcén. Sonriente. Hasta que sentí a alguien detrás de mi, poniéndome algo frío contra la espalda.-
- Si gritas te mato. Vamos, gírate y empieza a andar. Disimula.- un hombre castaño y alto caminaba a mi lado, parecía que fuéramos abrazados, pero en realidad me estaba llevando a punta de pistola. Rezé para que Jess llegara e impidiera lo que estaba ocurriendo. Otra vez.-
- ¿Qué quiere? ¿Quiere dinero?
- Cállate la puta boca y anda.- salimos de la estación y me llevó delante de una furgoneta negra. Abrió y de un empujón, me tiró dentro. Cerró dejándome a oscuras y la furgoneta arrancó. Oí en el el otro extremo a alguien gritar con la boca cerrada. Busqué en mi bolsillo el móvil y alumbré. Mi amiga estaba atada y amordazada, llorando e intentando desatarse.-
- Dios mío, Jess. Chsss.. Silencio. Espera, tranquila. Voy a llamar antes de que nos quiten el teléfono. Silencio Jess, no grites.- marqué rápidamente el teléfono de Luca. Pero no lo cogió. Llamé a Ese. En tres tonos lo cogió.-
- Dime, reina.
- Ese me han cogido otra vez. Tienen también a Jess. Vamos en una furgoneta negra con los cristales tintados.
- ¿Qué?
- Ese, tienes que buscarnos. No se han dado cuenta del teléfono, pero no tardarán en darse cuenta. Rastrealo. Tengo poca batería. Lo tendré en silencio, y lo esconderé. Pero no se el tiempo que pueda tenerlo. Me lo quitarán en cuanto se den cuenta.
- De acuerdo, tranquila. Voy a ir a por ti. Voy a ir a por ti.
- Te dejo, parece que han parado la furgoneta.- colgué, bloquee el teléfono y me lo metí dentro del sujetador. Él mismo tipo que a mi me había arrastrado hasta allí, entró y me ató las manos y me amordazó como a Jess. Después nos vendaron los ojos a las dos, y nos sacaron de la furgoneta. Nos hicieron correr hasta llegar a nuestro destino. Jess no paraba de gritar, y oí aquel mítico ruido. El de un avión despegar. Estábamos en la pista de un aeropuerto. Diez minutos después, no estaban obligando a montarnos en un avión. Quise decirle a Jess que se callara, pero no me hizo caso. Y como imaginaba, no tardaron en hicarnos una jeringuilla en el cuello. Nos habían drogado.
Cuando desperté, estábamos sentadas en la parte de atrás de un coche en marcha. No tenía manera de saber dónde nos habían traído. Palpé en el asiento, y toqué a Jess. Por fin había descubierto que gritar y patalear no servía de nada. Bueno, si, para que nos drogaran. Me palpé con las manos atadas y sentí el teléfono aún en mi pecho. Que alivio. Creía haberlo perdido. Como unos quince minutos o quizás más, nos sacaron del coche a empujones y nos metieron en una casa. Una casa enorme. Nos metieron en una habitación y nos encerraron con llave. Yo me quité la venda, y me cegué con la luz unos minutos. Le quité la venda a Jess y me miró aterrada. Era una habitación amplia. Lujosa. De un gusto exquisito. Muy isabelino. Me sonaba. Esa es la verdad. Me desaté las manos con la boca. Y después me quité la mordaza.-
- Tranquila, Jess. Voy a desatarte. Tranquila. Es importante que no grites cuando te quite la mordaza. ¿De acuerdo? Mantén la calma.- ella puso los ojos en blanco en respuesta. Yo me afané en desatarla y después le quité la mordaza.-
- ¿Quién coño son estos tíos, Cata? ¿Qué está pasando?
- Es una historia larga.
- No me digas, ¿crees que tendremos tiempo antes de que nos maten?
- Jess, tienes que matener la calma.
- Claro, tú ya estás acostumbrada a los secuestros.
- No seas idiota.- la dejé en el suelo y me asomé por la ventana.- Dios mío...
- ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Dónde estamos?
- En Escocia. En un castillo.
- ¿En un castillo? ¡Ay la ostia!
- No grites. Tengo que hablar con Ese. O con Luca.- me saqué el teléfono del pecho y vi horrorizada que solo tenía un diez por ciento de batería. Crucé los dedos para que esta vez lo cogiera.-
- ¿Cata? ¿Dónde estás?
- Escucha atentamente, no tengo tiempo. Estamos en Escocia. En una especie de castillo. Estamos bien. No tengo batería lo voy a apagar para conservar lo poco que quede.
- Vamos a ir a por vosotras, te lo juro nena. Cogeremos el primer vuelo.- colgué aún sin querer hacerlo. Quería seguir escuchando su voz, pero no podía. Lo apagué con un ocho por ciento de batería. Estos teléfonos modernos... Que poco aguantaban. Volví a metérmelo en el pecho y observé la habitación con detenimiento.-
- ¿Y ahora qué?
- Luca me ha dicho que van a coger el primer vuelo. Van a venir a rescatarnos. Pero eso puede tardar.- me puse a rebuscar en los cajones.-
- ¿Qué haces? ¿Qué buscas?
- Cualquier cosa afilada. Un arma.
- ¿Te has vuelto loca? ¿Quieres que nos maten?
- Si no tememos nada con lo que luchar si que vamos a estar muertas, Jess.
- Dios santo. Esto parece de película.
- ¿Cómo te cogieron?
- Me sacaron del autobús aún en marcha. Un coche se puso delante del autobús cuando estábamos entrando a Málaga. El conductor paró y uno de esos tipos entró, en cuanto me vio me agarró y me sacó arrastras. Mataron al pobre conductor por impedir que me llevaran. Lo he visto morir, Cata. Delante de mi, de un disparo.
- No es hora de lamentarse, Jess. Ahora tienes que ser fuerte.
- Eso es fácil de decir.
- Vamos, ayudame a encontrar algo. Debemos encontrar algo.- tras un examen exhaustivo, no encontramos una mierda. Lo único que encontré fue un lápiz. Y como tenía la punta recién sacada... Menos daba una piedra. Me lo escondí en la cinturilla de las bragas. Después me senté en el suelo, y empezé a romper la flor que llevaban mis manoletinas. Eran como de alambre, y terminaban en punta. Le di una flor a Jess. - ¿Qué se supone que voy a hacer con esto?
- Si estás en peligro, clavársela en un ojo al primero que te encuentres.
- Que sangrienta.
- No espera, primero pídele permiso.- Jess se echó a reír.-
- Perdona, ¿me dejas que te vacie un ojo?.- me hizo reír a mi también y nos abrazamos. Al menos nos teníamos la una a la otra. El tiempo allí parecía no correr. Permanecimos sentadas en el suelo a pesar de tener una cómoda cama, alejadas de la puerta. Y en guardia por si oíamos algo.-
- Pobre Diego. Debe de estar preocupado.
- Tranquila. Pronto estaréis juntos, ya verás.
- Acabábamos de volver. No hemos tenido tiempo.
- Tendréis toda la vida, Jess.
- Estoy empezando a deprimirme. No paro de pensar en él.
- No lo hagas. Te pondrás triste, y eso lo empeora todo.
- Que fría te has vuelto. Claro, que si te pasas el día entre agentes secretos del CNI...
- Yo también tengo lo mio, Jess. Pero no dejo que me influya.
- Si, claro.
- Estoy embarazada y el padre aún no lo sabe, ¿te parece poco?
- Que, ¿qué? ¿En serio? ¿Voy a ser tía?.- empezó a lloriquear, no sabría decir si de tristeza o de felicidad. Creo que el encierro empezaba afectarle.-
- Si, Jess. Vas a ser tía. ¿No te hace ilusión?
- Joder, pues claro. Pero no quiero estar aquí. Preferiría estar celebrándolo en la lola, tomando unas cervezas con la marica mala.
- Yo también. Lo haremos después, ¿vale?
- ¿Crees que saldremos con vida de aquí?.- la miré sorprendida por la pregunta. Tragué saliva nerviosa.-
- Haremos lo posible para que así sea.
- Eso es que no.- oí un ruido fuera.-
- Calla. Chsss... Cállate, Jess. Deja de llorar. Viene alguien.- me puse a su lado y agarré la flor con fuerza, preparándome por si tenía que vaciar ojos. Apareció un hombre joven y robusto, con dos cajas grandes de cartón.-
- El jefe quiere que os pongáis esto para la cena. Vendré a por vosotras en media hora. Os llevaré como estéis. No pienso esperar.- y se fue. En cuanto sentí la llave, fui hasta las cajas y abrí una. Era un vestido largo. De fiesta. Precioso, todo hay que decirlo. Y unos zapatos de tacón a juego. ¿Qué clase de demente es su jefe?
- Joder. ¿Estaría muy mal si digo que es un vestido increíble?
- No. Tranquila. Lo es. Abre esa.- otro vestido, casi igual que el otro, solo que uno era rojo y el otro gris. Y los zapatos igual.-
- En esta hay una nota.
- Leela. Voy a buscar en este...
- Querida Catalina:
Tu belleza natural, se verá engrandecida con este hermoso vestido. El cual yo mismo he elegido para ti. Me muero por verte con él puesto. Nos vemos en la cena. J.
- Jerry.
- ¿Quién es Jerry?
- Un puto loco. Vamos a vestirnos.
- ¿Vamos a ir a cenar con ese tío? ¿No acabas de decir que es un puto loco?
- Jess, vamos. Vístete.- nos vestimos y nos pusimos los zapatos de tacón. Esperamos sentadas en el filo de la cama, hasta que el mismo tipo que trajo los vestidos, vino a buscarnos. Bajamos unas larguísimas escaleras, hasta llegar abajo, al comedor. Había una mesa larga perfectamente dispuesta, como si fuera de la realeza. Valiente gilipollas. Nos sentaron en una silla a empujones y el tipo se quedó allí, de pie, vigilándonos. Hasta que unos diez minutos después, el ruido de las escaleras nos hizo volvernos. Era un hombre de unos cincuenta y tantos, a sesenta años. Canoso. Delgado, con un rostro espeluznante. Tenía una nariz enorme, y nada ligeramente torcida. Era horrible. Te acojonaba solo con su presencia.-
- Ah, mis hermosas invitadas. Perdón por el retraso.
- Habrá estado mucho rato arreglandose.- le di un codazo a Jess. Y ella se encogió de hombros.-
- Catalina, no me he equivocado con ese hermoso vestido. Te ves digna de la casa real.
Y tu, hermosa Jessica. Te ves preciosa también. Soy un hombre con mucha suerte. Cenaré con dos mujeres despampanantes esta noche...
- A punta de pistola, no te jode.- miré a Jess con los ojos muy abiertos. Para mí asombro él empezó a carcajearse cuál hiena estreñida. En serio, ese tío daba mucha grima.-
- Jessica, Jessica... Tu humor es mordaz. Con vuestro permiso, señoritas.- se sentó en la mesa, justo frente a nosotras, y nos observó.-
- ¿Tenéis hambre, mis bellas invitadas?
- Pues si, pero no pienso comer nada.
- Oh, ¿y eso por qué?
- Ya sabes, no quiero que me envenenes...- volvió a reír.-
- Jamás haría tal cosa.
- Si ha sido capaz de secuestrarnos, permítanos la duda.- dije yo mirándole a los ojos directamente. Eran inquietantes. Negros, como el carbón, y hundidos.-
- Era la única manera de que aceptárais la invitación.
- ¿Qué quiere de nosotras? ¿Qué busca con todo esto?
- Oh, querida. Seguro que lo sabes. Eres demasiado inteligente para no saberlo.
- Si, pero quisiera oírselo decir. Sería lo justo.
- La justicia está sobre valorada, hermosa Catalina.
- Desde luego, porque si de verdad existiera la justicia usted debería estar muerto hace mucho tiempo.
- Oh, me rompes el corazón.
- Que pena. Mi intención era hacerle sentir peor.
- Querida, ahora entiendo porque te fijaste en él. Sois idénticos. Valientes y fuertes como rocas. Luca también se comportaba así cuando llegó aquí. Hasta que pasaron un par de días. Después, solo podía implorar por su propia muerte.
- Porque lo toturaban.
- Bueno, puedes llamarlo así, si lo deseas.
- ¿Como se le llamaría a abusar y torturar a un chico de quince años para usted?
- Eres demasiado estúpida, para mí gusto. Tu vida está en mis manos, deberías saber que no vas por buen camino.
- ¿Acaso miento? ¿No es lo que hicieron? Y no solo a él. A muchos más. Pero él hizo la diferencia, ¿no es así, Jerry? Todos los demás no significaron nada. Pero Luca si. Él era fuerte y aguantaba lo que ninguno pudo aguantar. E hizo lo que ninguno pudo. Escapar.
- Un pequeño error de cálculo.
- Un tiro en la cabeza. Fue el pequeño error. Pudo con vosotros, y eso es lo que tan obsesionado te tiene.
- No sabes de lo que hablas.
- Oh, si que lo sé. Lo sé todo. Se que tienes a Sharom. Y a Jasmine. ¿Cuanto tiempo crees que tienes antes de que vengan a matarte?.- un golpe sobre la mesa me hizo dar un respingo, asustada. Su cara era de enfado total, había metido el dedo en la yaga.- Tu tiempo se agota, y tú lo estás perdiendo aquí, con nosotras. Eso no es ser inteligente.- se levantó enfadado, creí que me golpearía, o algo peor, pero no, simplemente se retiró. Yo aproveché para coger con disimulo un tenedor, antes de que volviera el tipo de antes y nos condujera de nuevo al dormitorio. Ya allí, una Jess alucinada me increpó.-
- ¿Qué ha sido todo eso? ¿De qué conoces a ese tío?
- No lo conocía hasta esta noche.
- ¿No crees que has empeorado la situación? Ahora estará alerta por si vienen a buscarnos.
- Ahora está justo donde lo quería. Ahora está nervioso. Asustado. Y eso es lo que necesitamos.
- ¿Abusó de Luca?
- Si. Él y otros cuantos más. Lo tuvieron aquí durante meses. Encerrado en una celda. Sin comida, sin agua. Le hicieron las barbaridades más espantosas que se le puede hacer a un chico de quince años.
- ¿Escapó?
- Matando a uno de ellos. Ha dedicado su vida a buscarlos. A darles caza.
- ¿Y por fin los ha encontrado?
- Ya solo queda Jerry.
- ¿Los otros...?
- Están muertos, Jess. Y también debes saber que este tío tiene a su madre y a su hermana. Lleva teniéndolas cautivas diecisiete años.
- Dios mío. ¿Pero su madre no estaba muerta?
- Acabamos de saber por su padre que no. Pero bueno, ya tendré tiempo de contártelo con calma.
- Madre mía... Pobre Luca.
No vamos a salir de aquí. Si lleva diecisiete años con su madre y su hermana... No vamos a salir de aquí...
- Jess, vamos a salir de aquí. Te lo prometo. Luca y Ese deben de estar en camino.- nos pusimos en guardia en cuanto escuchamos un ruido tras la puerta. Le hice señas a Jess para que se callara.-
- ¿Quién hay ahí? ¿Hola?.- era una voz de mujer, hablaba despacio para no ser escuchada. Yo fui hacia la puerta y hablé.-
- Soy Catalina. Mi amiga Jess y yo estamos aquí secuestradas por Jerry. Por favor, necesitamos ayuda.
- Lo se. Todos decís lo mismo.
- ¿Quién eres? ¿Puedes ayudarnos?
- No puedo hacer nada. Tardé mucho tiempo en darme cuenta, pero se que no puedo ayudaros. No sois las primeras que conozco. Os tiene solo unas cuantas semanas. Luego no vuelvo a veros más.
- Escucha, tienes que ayudarnos. Por favor. Mi novio tiene dinero. Él podrá recompensarte si lo haces. Estoy segura.
- Lo siento. De verdad que lo siento.- lloré en silencio, frustrada mientras abrazaba la puerta.-
- Oye, tía... Si no vas a ayudarnos, lárgate. Has echo llorar a mi amiga. Y es una mujer embarazada. ¿No te da nada?
- Jess...
- Hay que ser muy mala y muy hija de puta. ¿No quieres ayudarnos? Pues vete cagando leches. Ale, hombre. A tomar por culo de aquí.
- Jess. Para.
- No Cata. No perdamos el tiempo con esta. No va ayudarte, ¿no la has oído?
- Vale, ya es suficiente. Tranquila, Jess.
- Ojalá venga Luca a rescatarnos. Te pegaré una patada en el culo en cuanto pueda.
- ¿Luca?.- miré a Jess esperanzada y le dije que guardara silencio.-
- Luca Montes es mi novio. ¿Quién eres tú? ¿Eres Jasmine? ¿Eres su hermana?
- Dios mío. Lo conoces. Lo conoces.
- Si. Claro que sí.
- Yo soy Jasmine. Él es mi hermano. Nunca lo he visto. Solo en una foto. Una vez.
- Lo sé. También se que tu madre Sharom está aquí. Ellos planeaban vuestro rescate cuando nos atraparon.
- Tengo que irme, tengo que decírselo a mi madre.
- Espera, espera... Ayúdanos a salir de aquí, Jasmine. Por favor.
- Haré lo que pueda. Si. Si. Volveré en cuanto pueda escaparme otra vez. Os lo prometo.
- Está bien. Está bien...
- Tu cuñada. Todo un amor.- sonreí a Jess. Miré por la ventana. La noche había echo acto de presencia. Todo era oscuridad. Apenas se veían algunas luces aquí y allá, a lo lejos. Pero el castillo estaba demasiado apartado. Podía oír el mar embravecido. Era un sitio precioso, si no fuera porque estábamos secuestradas, incluso disfrutaría de las vistas. Un hombre nos trajo una bandeja de comida, que por supuesto, nosotras no comimos. No podíamos confiarnos, a pesar de que yo estaba famélica. En serio, tenía muchísima hambre. No creo que fuera por el embarazo, yo siempre tenía hambre. Le dije a Jess que durmiera. Que yo me quedaría vigilando. Ella alegó que no podría dormir. Ni yo. No en esta situación. Mucho rato después, volvimos a sentir ruido detrás de la puerta, nos pusimos alerta. Estaban intentando abrir.-
- ¿Luca? ¿Ese?
- ¿Chicas?.- era una voz dulce, de mujer. Pero no era Jasmine.- ¿Catalina?
- ¿Quién eres?
- Soy Sharom. Mi hija me ha dicho que eres la novia de Lucas. ¿Estás bien?
- Si. Si estoy bien. Luca viene en camino. Tiene que ayudarnos a salir de aquí. Por favor.
- Cuando te diga, tira del pomo de la puerta hacia la izquierda. ¿De acuerdo?
- Si.- puse la mano en el pomo, preparada para oír la orden.-
- Ahora.- y con un golpe seco desde fuera, se abrió. Y Sharom entró rápidamente y volvió a cerrar. Era rubia. De ojos azules. Era justo la mujer de la foto que había visto y que nos había enseñado Nicolás.-
- ¿Estáis bien?
- Si. Salgamos.
- No. No. Si salís de esta habitación estaréis muertas. Debéis permanecer aquí.
- Pero...
- Hacedme caso. Buscaré la manera de ayudaros. ¿Quién de vosotras es Catalina?
- Yo.- me miró con los ojos llenos de lágrimas y sin darme cuenta, yo empecé a sollozar.-
- Oh, querida...- me abrazó con fuerza, y sentí algo muy especial. Sentí algo extraño, por aquella mujer que acababa de conocer. No lo supe, en aquel momento, pero era el amor de madre. Algo desconocido para mí, ya que mi madre jamás me abrazó, jamás me dio su amor. Rompió el abrazo y con cautela me tocó el vientre.- ¿Es cierto? ¿Es verdad?
- Si. Él no lo sabe. No pude decírselo.
- ¿Está bien? Mi pequeño, ¿está bien?
- Si. Él no ha sabido que estaba viva hasta hace dos días. Nicolás y él planeaban vuestro rescate cuando nos cogieron a mi amiga y a mí.
- Mi pequeño saltamontes...- lloró en silencio y yo la abracé.-
- Viene de camino. Tengo un teléfono. He hablado con él. Saben dónde estamos. Van a venir. Se que van a venir.
- Debo volver antes de que se den cuenta. No salgáis de la habitación bajo ningún concepto. Por favor.
- De acuerdo. No saldremos.
- Bien. Debo volver.- asentí. Y vi como se marchó llena de lágrimas. Cuando me volví vi a mi amiga llorar a moco tendido.-
- Oh, Jess... ¿Qué te ocurre?
- Es que me da pena. Todo me da mucha pena... Y tengo hambre.- sonreí mientras la abrazaba. Y pensé que así era como me sentía yo.-
- Jess.
- ¿Mmm?
- ¿Sientes náuseas?
- No.
- ¿Seguro?
- Bueno, ahora no.
- ¿Puedes estar embarazada?
- No. No puedo.
- Ah. Es que... Yo me siento igual. Por eso pensé...- volvió a llorar desconsolada.- Chss... Tranquila...
- Ay, Cata. Es que... Es que si que puede ser. Es que tengo un retraso. Pero no se si sea.
- ¿De cuánto es?
- Unas tres semanas. Es muy poco, ¿verdad? No quiere decir que yo también esté preñada, ¿verdad?
- Oh, Jess... Posiblemente si. Pero tranquila. Vamos a salir de aquí y podrás salir de dudas. Te lo prometo.- en aquel momento sentimos un ruido horrible. Fue como un estruendo. Toda la habitación tembló, y nosotras nos tiramos al suelo.-
- ¿Qué ha sido eso?
- No lo se. Vamos, vamos, debajo de la cama, Jess. Ahora.- la lámpara cayó a nuestros pies. Todos los cimientos del castillo se tambalearon. Se oyeron más estruendos, gente corriendo, hombres gritando. Sentí el pánico atenazarme. Hasta que oí la puerta abrirse. Creí que sería Luca, y me asomé de debajo de la cama. Era Jerry, y me agarró del pelo y me levantó. Quería llevarme, y Jess intentó impedirlo tirando de mi, de mi mano, pero el me había agarrado con el brazo alrededor del cuello.-
- ¡No, suéltala!.- Le dio una bofetada y vi a mi amiga caer al suelo. Después cerró la puerta y la dejó allí. Me arrastró con él por las escaleras, protegiéndose con mi cuerpo. Oí disparos. Y me la jugué. Grité con todas mis fuerzas.-
- ¡¡Lucaaa!! ¡Estoy aquí!
- Calla, puta.- me dio un codazo en el estómago y me revolví del dolor. No grité más por el bien de mi bebé, y me dejé llevar. Me metió en una habitación y me tiró al suelo. Cuando pude observar con detenimiento, me horroricé. Era una habitación enorme, había miles de látigos, cadenas, y demás instrumentos de tortura. Todos bien alineados en la pared. Santo cielo. El ruido fuera aún seguía siendo apoteósico. Se oían disparos sin cesar. Y rezé para que Luca estuviera bien. Jerry cogió unas esposas y me las puso. A su vez me ancló con una argoya que salía del techo. Permanecí quieta. Espectante. Con las manos atadas sobre mi cabeza. No podía moverme. Lloré desconsolada cuando el desgraciado me quitó el vestido, haciéndolo jirones. Era mi vestido favorito. Vio mi móvil escondido en el sujetador.-
- ¡Tu, zorra!.- me golpeó con su puño en la cara. Dos, tres veces. Quizás más, pero perdí la consciencia unos instantes. Cuando la puerta cayó con un enorme estruendo, desperté. No veía bien. No veía con claridad. Oí disparos muy cerca. Vi a Jerry disparar. Y a alguien vestido de negro devolverle los disparos. Uno silvo muy cerca de mi e intenté agacharme, pero lo único que conseguí fue hacerme daño en las muñecas. Quise gritar. Llorar. Algo. Pero no pude. Entonces vi caer a Jerry. Respiré aliviada y el hombre de negro se acercó a mi.-
- Mi amor.
- ¿Luca?
- Mi amor, soy yo. Deja que te quite estas esposas.
- La llave la puesto allí, en aquel mueble, Luca.
- Tranquila.- fue hacia el aparador y la cogió. Me las quitó y yo me abracé a él. Muerta de miedo. Esperanzada en que todo había terminado. Todo había salido bien. Hasta que Jerry, aún en el suelo, y desangrándose, disparó su arma. Haciendo caer a Luca, mientras me observaba con pánico.-
- ¡No! ¡Noooo!.- Cayó al suelo y yo caí con él. Llorando desesperada. La rabia me atenazó el cuerpo y dejé a Luca en el suelo. Fui hasta donde había caído el arma de Luca, y él ya me estaba apuntando. Todo pasó muy rápido, Luca se incorporó, me guiñó un ojo y Nicolás entró corriendo hacia Luca.-
- Nooooo.- yo le tiré el arma a Luca, Nicolás se tiró delante de mi, y Jerry disparó. Luca disparó después. Una, dos, tres, hasta seis veces. Observé la escena aterrada. Vi caer al padre de Luca con un tiro en el pecho. Me tiré a su lado.-
- Nicolás. Nicolás, mírame.
- Catalina...
- Abra los ojos. No los cierre.- taponé su herida con mi mano.- ¡Luca!
- Estoy bien, nena. Dame un segundo.
- Tu padre. Ha caído.- lo vi mirar hacia nosotros horrorizado. Mientas se quitaba la camiseta, y debajo descubría un chaleco antibalas. Respiré tranquila. Pero observé a Nicolás. Estaba perdiendo mucha sangre. Luca vino hasta a nosotros.-
- Papá... Papá... Aguanta. Te pondrás bien.- Luca apretó entre sus manos un un walkie talkie.- Ese, mi padre ha caído. Necesitamos una ambulancia ya.
- Está entrando, Luca. Ya están entrando. Todo despejado. ¿Cata está bien?
- Si. Está conmigo.
- Luca, Jess. Jess está arriba.
- Ese, ¿Dónde está Jess?
- A salvo. También tenemos a tu madre y a tu hermana. Voy con los sanitarios. ¿Dónde estáis?
- Tercera planta, cuarta puerta a la derecha.- Nicolás tosió y yo hice más presión sobre su pecho.-
- Respira despacio. Eso es, tranquilo. Tranquilo todo está bien. Tu mujer está a salvo y tu hija también. Nicolás, lo has conseguido. Los ha echo. Aguanta un poco. Por favor.- rápidamente entraron los sanitarios y empezaron a ocuparse de él, Luca me cogió del brazo para apartarme de él y que le dejara espacio para trabajar. Lo miré aterrada y lo abracé con todas mis fuerzas. Él se quejó un poco, y yo me aparté. Miré su pecho y di gracias a Dios porque tan solo fuera una pequeña quemadura. El chaleco le había salvado la vida. Él me abrazó y me atrajo hacia él.-
- Dime que estás bien. Dime que no te ha echo nada.
- Estoy bien. No me ha echo nada.- suspiró aliviado y puso su frente sobre la mía.- ¿Y el bebé?
- También está... Un momento. ¿Cómo sabes tú...?
- Encontré los test de embarazo en el cuarto de baño.
- Iba a decírtelo. Te lo prometo. Es solo que... No sabía como hacerlo. Incluso hablé con Bibian para que me aconsejara sobre como hacerlo. No pareces habértelo tomado tan mal, ¿o sólo me lo parece?
- Mi amor... No sabes lo aterrado que estaba. Solo de pensar en lo que te podría haber echo ese cabrón.
- Pero ya está muerto. Ya has cerrado el ciclo. Has acabado con el pasado. ¿Cómo te sientes?
- Liberado. Ahora siento que puedo empezar a escribir un futuro. Y eso incluye a nuestro bebé. No te voy a engañar, Cata. Estoy realmente acojonado. Nunca había entrado en mis planes. No sabré si podré hacerlo. Ni si quiera se si tendré amor suficiente para los dos. Te amo tanto que no creo que pueda amar a nadie más. Ni si quiera a él.
- Pero lo harás. Yo se que lo harás. Serás el mejor padre del mundo. No me cabe la menor duda.- Vi a Ese apoyado sobre la cómoda, observándonos. Le sonreí de oreja a oreja. Me disponía a acercarme a él, cuando me paré de golpe, sentí un sudor frío, y tras unos segundos, sentí un dolor terrible y abrasador en el vientre. Miré hacia la puerta, y vi la cara de Daniel contraída por la rabia. Empuñando una pistola. La pistola con la que me había disparado. Y con la que volvió a dispararme dos veces más. Solo alcanzé a ver a Ese ponerse en guardia y dispararle. Y después, la cara de pánico de él y de Luca, al correr al suelo donde yo había caído abatida. Le dije a Luca que lo sentía, y no escuché nada más...

Adicto A Tu Piel 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora