Las clases continuaron con normalidad el resto del día. Lucas se encontró a sí mismo nervioso por aquella tarde. Aún le costaba digerir la idea de pasar unas horas con Serena y, además, debería hacerlo vistiendo unas mallas ajustadas; por si no fuera suficiente vergüenza acumulada, Max asistiría con él. Se recordó mentalmente que debería buscar una contraseña de bloqueo para su móvil, así evitaría que Max causara que le diera por cometer un homicidio, con su mejor amigo como víctima.
Horas más tarde, se encontraba en su casa, dando vueltas por su habitación, inquieto. Mientras él se rebanaba los sesos por los nervios, Max lo observaba desde la cama, con una bolsa de patatas en las manos. De haber estado en otras condiciones, Lucas lo hubiera mandado al demonio por llenarle la cama de migas y trocitos de patatas, pero para suerte para Max, no era así.
—¿Qué voy a hacer? —murmuró por millonésima vez—; ¿qué hago?
—¿Dejar de hacer eso, por ejemplo? —aventuró Max, mientras lanzaba una patata en el aire e intentaba que cayera en su boca, fracasando. Miró a Lucas y entornó los ojos con rostro aburrido—. Por favor, tío, eres peor que Vanessa cuando me lleva con ella de compras y no sabe qué zapatos comprarse. Y eso es decir mucho.
Lucas se revolvió el pelo, despeinándose, antes de soltar un suspiro de frustración y mirar a Max acusadoramente.
—Esto es por tu culpa, ¿sabes?
Max lo miró de reojo mientras se metía un puñado de patatas en la boca.
—No sé de qué estás hablando.
—Oh, sí que lo sabes. Lo sabes muy bien —acusó el rubio—. De no ser por ti, ahora no estaría preocupándome por qué tengo que vestir y hacer en una maldita clase de ballet, ¡ballet!
Max se levantó, sacudiéndose las migajas de la camisa de cuadros que llevaba. Se cruzó de brazos, mirando a Lucas mientras alzaba una de sus oscuras cejas.
—Te he hecho un favor, de no ser por mí, hubieras rechazado a la chica que te gusta, y a la que claramente le gustas.
Lucas, derrotado por la actitud de su amigo, se sentó en el borde de la cama y volvió a pasarse las manos por el pelo; ¿cuándo había crecido tanto? Una visita a la peluquería no le iría nada mal.
—No me gusta Serena, Max —murmuró en un tono bajo, captando la atención del pelinegro.
—Espera, ¿qué? —Max se arrodilló en el suelo, mirándolo con pasmo.
—No me gusta —volvió a repetir Lucas, con un suspiro—. Es más, es muy extraña.
—Oye, no juzgues a las personas de esa manera —reprochó Max—. Todos somos extraños, algunos más que otros, pero todos lo somos a nuestra manera. Tú lo sabes bien.
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Plumas de Ceniza ║Seres Etéreos Libro I ©
FantasyPlumas de Ceniza ║ ❝Y en el fuego encontramos nuestra falsa eternidad; borraba el tiempo con sus chispas, destruía la memoria con sus llamas y atribuía el temor del final en sus ascuas.❞ Muchos fueron los libros que intentaron comprender la creació...