—Ni de coña. Ni aunque apareciera Orlando Bloom vestido de Will Turner y me lo pidiera.—¿Pero por qué no? Es para que no sea tan sospechoso.
—Porque, hola... ¡ES MAX! ¡Si me pongo eso me saltará encima!
Hollie se encontraba cerca de arrancarse sus preciosos rizos rubios y quedarse calva. Delante de ella, hurgando en su gran armario, Serena había sacado un atuendo para ella con el fin de llevarlo puesto en la cita doble.
Cita doble.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo y la mueca de asco que había tenido por los pasados cuarenta y cinco minutos no abandonó su rostro. Serena había acabado convenciéndola de acompañarla y hacerle a Lucas y a ella de falsa carabina. Para su mala suerte, su pareja aguanta-velas no era otro que el mejor amigo de Lucas, Max.
Si había algo que Hollie Anders no soportara, era a Maximilian Feraud. Su actitud prepotente en lo que a las mujeres respectaba la sacaba de sus casillas y sus fútiles intentos por llamarle la atención desde hacía una semana empezaban a darle ganas de estamparle una sartén en la cara al más puro estilo Disney. Aceptaba que el chico era guapo y que tenía cierto encanto, pero su enorme ego y sus insoportables bromas le quitaban muchos puntos, en su opinión.
No tenía buena opinión de los hombres, en general. No por su padre, él era un cielo y su madre demasiado estúpida como para darse cuenta de lo que había dejado escapar, pero más simplemente por mera intuición y deducción. La mayoría del porcentaje del sexo masculino eran unos capullos con pocos o ningún escrúpulo, cero modales y un sentido de la orientación prácticamente nulo.
A ojos de cualquiera, Hollie podría haber resultado demasiado drástica en cuanto a sus pensamientos sobre los varones, pero incluso la historia había demostrado que no eran de fiar: Enrique VIII era conocido como el decapitador de esposas —solo por mandar a matar dos de las seis que llegó a tener—, por un lado a Catalina de Aragón y por otra, a Ana Bolena. La pasión que sentía por la historia le había abierto los ojos a Hollie de sobremanera y a raíz de leer biografías de reinas pasadas y cabe añadir, muchos libros de romance, tanto juvenil como para adultos, que pensara que los hombres eran repugnantes era decir lo más suave que se le pasaba por la cabeza.
Volvió a mirar a Serena y se llevó un bocado de tortitas con fresas a la boca antes de cerrar los ojos de puro placer. Amaba las tortitas. Pero no era el momento para disfrutarlas.
—¿Y se puede saber a dónde vas a llevarnos, Sera?
Ya que por lo visto iba a hacer el papel de candelabro junto al insoportable de Max, lo último que quería era comer en algún sitio donde la comida no fuera buena. Entonces se negaría rotundamente a asistir a la cita doble y Serena debería buscarse a alguien más para ir con ella o simplemente quedar a solas con Lucas como, creía ella, debía ser.
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Plumas de Ceniza ║Seres Etéreos Libro I ©
FantasíaPlumas de Ceniza ║ ❝Y en el fuego encontramos nuestra falsa eternidad; borraba el tiempo con sus chispas, destruía la memoria con sus llamas y atribuía el temor del final en sus ascuas.❞ Muchos fueron los libros que intentaron comprender la creació...