Las corrientes de aire callaron unos instantes después, sumiéndolo todo en un perpetuo silencio inquebrantable, salvo por las respiraciones aceleradas del salón. No podían verse los unos a los otros, ni siquiera podían comprobar si la sangre del Demonio seguía goteando fuera del propio torrente sanguíneo de Serena, pero escucharon el goteo chasqueante y el alivio los invadió; sin embargo, no alejó la incertidumbre y el miedo que empezó a circular por sus cuerpos.
Lucas sintió que su pulso empezaba a acelerarse. Con cada respiración que daba, el pecho se le hinchaba de manera dolorosa. Sintió sus extremidades entumecidas y el miedo se apoderó lentamente de su cuerpo. Lo consumió de manera pausada, casi metódica. Siguió un patrón ya conocido, repetido tantas otras veces en el pasado que no tardó en dejarlo paralizado en el sitio. La oscuridad era plena y densa, salvo por el ocasional crepitar de un rayo en el cielo y la leve luz que conseguía colarse a través de las grandes cortinas.
Pero Lucas no podía pensar con claridad, no podía reaccionar en aquel instante. En la lejanía, escuchó a Max mascullar una maldición, antes de que sintiera sus hombros presionados por unas manos cálidas. La calidez contrastó con el frío vacío de la oscuridad como las gotas de sangre que habían caído sobre la alfombra blanca del salón, cuando le habían hecho la incisión a Serena en el brazo.
—Lucas —llamó Max—. Lucas, muévete. Vamos, espabila...
El llamado sonaba distante en los oídos del rubio. Solo podía escuchar con claridad su respiración cada vez más acelerada. Le estaba dando un ataque de pánico, podía sentirlo. El miedo tiraba desde lo más profundo de su mente y le paralizaba el cuerpo. Era incapaz de moverse.
—¿Qué le ocurre? —Escuchó que le preguntaba Hollie a Max.
El pelinegro soltó otra maldición—: Está teniendo un ataque de pánico. Le aterra la oscuridad. Tenemos que conseguir algo de luz como sea. —Entonces pareció encontrar la solución perfecta y rebuscó entre los bolsillos de sus pantalones—. Hollie, las linternas de los móviles, deprisa.
Todo había sucedido tan rápido que apenas se habían acordado de que disponían de sus teléfonos para facilitarles luz. Tanto uno como otro buscaron sus móviles y activaron las linternas. Aunque débiles, las luces fueron suficientes como para iluminar sus posiciones a duras penas. Max enfocó el rostro de Lucas y el rubio cerró fuertemente los ojos a causa de la repentina iluminación. Parpadeando, se frotó los ojos con el dorso de la mano y giró la cabeza para alejarse de la luz. Max soltó un suspiro, viendo que por fin reaccionaba.
—Respira un par de veces, tío —le aconsejó su mejor amigo—. Te ha dado un ataque hace unos segundos y por un momento pensaba que te caerías al suelo y te morirías ahí mismo.
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Plumas de Ceniza ║Seres Etéreos Libro I ©
FantasíaPlumas de Ceniza ║ ❝Y en el fuego encontramos nuestra falsa eternidad; borraba el tiempo con sus chispas, destruía la memoria con sus llamas y atribuía el temor del final en sus ascuas.❞ Muchos fueron los libros que intentaron comprender la creació...