Capítulo IX. Preludio de muerte

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                                                                     El martes, tras realizar todos sus exámenes, ya menos estresadas por los que habían podido quitarse de encima, Serena y Hollie decidieron caminar a casa de la primera mientras hablaban tranquilamente sobre como creía que les había ido. Sin embargo, al percatarse de que la pelirroja parecía en otra parte, Hollie se plantó delante de su mejor amiga y encaró una de sus cejas.

     —¿Qué te pasa? —le preguntó la rubia. Serena parpadeó, a pesar de que se había parado cuando Hollie se le había puesto delante, despejándose de sus propios pensamientos.

     —¿Qué?

     —Te ocurre algo, Sera. Estás en tu mundo desde que hemos salido de Economía. ¿Es por el examen? —Pero la mirada que le dirigió Serena le confirmó que, en efecto, no era por el examen-—. ¿Lucas, enserio?

     —No —negó la otra, sus mejillas llenas de pecas tiñéndose de un leve tono colorado—. Es más bien por Max.

    —Oh, genial.

     El buen humor que había tenido Hollie durante todo el día a causa de haber bordado sus exámenes se disipó nada más escuchar aquel nombre abandonar los labios de la pelirroja.

     —No, no. Hollie, es serio. —La detuvo Serena cogiéndola del brazo. Hollie la miró detenidamente, dándose cuenta de la mirada preocupada en los ojos caramelo de su acompañante—. Ha ocurrido algo. Bueno, ocurrió, más bien dicho. El sábado.

     —¿Y a mí qué me importa? —espetó Hollie de golpe. Tarde se dio cuenta de que tal vez, había sonado más dura de lo que pretendía. Se pasó una mano por el rostro y suspiró—. Lo siento, Serena. Estoy estresada y Max no es uno de mis temas favoritos para hablar.

     Serena no respondió en un principio, aunque asintió, entendiendo en parte a Hollie y las razones que tenía para que no le gustara Max. De todas formas, Serena había estado intranquila durante todo el día; los exámenes no habían sido ningún problema para ella, pero mientras los hacía, su mente había volado hasta los pensamientos de Max al verlo aquella mañana. Lucas seguía siendo un enigma para ella, pero en su mejor amigo encontraba un espejo donde se reflejaban sus emociones con mucha nitidez.

     Por una parte, Max permanecía ansioso por los exámenes, pero por otra, sentía un conjunto de emociones confusas: sorpresa, terror, nerviosismo, incertidumbre..., y todas se resumían al mismo día: la noche del sábado pasado. Serena no había querido indagar mucho en los pensamientos del chico, pero había descubierto que tanto él como Lucas habían estado en peligro, pues un gnomo de jardín los había atacado y, teniendo en cuenta que este había sido un objeto inanimado, Serena no tardó en llegar a la conclusión de que había sido manipulado.

Plumas de Ceniza ║Seres Etéreos Libro I  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora