Capítulo I. La chica de la ventana

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           Lucas solía leer antes de irse a dormir, pero fue una costumbre que había dejado atrás hacía años, cuando su madre le había dicho que tenía que dejarse de tantos libros de fantasía y empezar a trabajar para llevar dinero a casa.

     Ahora, sentado en la clase de historia, mientras la profesora Collins relataba los hechos ocurridos a finales de la 2ª Guerra Mundial, se encontró a sí mismo inmerso en la lectura de un libro de bolsillo, bajo su pequeño escritorio. Las aventuras de Bilbo Bolsón fuera de La Comarca le apasionaban; pero no era de extrañar, el Señor de los Anillos y todo lo relacionado con la Tierra Media siempre le había gustado. Era un fanático con todas las letras de la palabra, con todos los significados que pudiera conllevar.

     Mientras otros preferían montar en skate o jugar a Fornite, a Lucas le apasionaba la lectura. Se creía un lector compulsivo, siempre leyendo algo, por muy estúpido que fuera, como aquellas revistas rosas de la peluquería a la que acudía su madre.

     Pasó otra página, y justamente había empezado a leer el encuentro de Bilbo con Gollum, cuando se percató de que la profesora había dejado de hablar. Levantó la mirada, intentando disimular —fracasando en el proceso, ya que tenía los nervios a flor de piel—, y se encontró de pleno con los ojos almendrados de la Sra. Collins, mirándolo. Su corazón pareció dejar de latir por una milésima de segundo. Cuando decidió abrir la boca para disculparse, la profesora habló.

     —¡Heber, hágame el favor de apartar la vista de la ventana y prestar atención! —exclamó. Lucas sintió como su estómago se contraía, para después dejar paso al alivio de no haber sido descubierto. Lentamente, se giró mirando por encima de su hombro y divisó al alumno al que la Sra. Collins se había dirigido.

     Era una chica con el pelo de un curioso color carmesí, con la piel pálida y cubierta de pecas, como si hubieran cogido un pincel y hubieran salpicado las pequeñas manchas por su nariz y mejillas. Sus ojos estaban bien abiertos, delatando que, efectivamente, no se encontraba prestando atención a la explicación de segundos atrás.

     El color le fascinó; era un color almendrado, pero tenía un par de pigmentos amarillos, casi dorados que daban la sensación de estar observando el amanecer. Se imaginó trazando sus facciones en un papel, y dibujando las pecas una a una, por muy psicópata o acosador que pudiera sonar.

     Porque sí: a él le encantaba dibujar y plasmar aquello que le parecía curioso y raro en el papel, fuera lo que fuera. Una vez algo captaba la atención de su crítico ojo artista, nada lo disuadía hasta que cumpliera con su cometido.

     Un suave rubor, casi imperceptible, cubrió los pómulos de la chica. Se sentó derecha en su silla y bajando un poco la mirada, se disculpó. La Sra. Collins, después de echarle una mirada reprobatoria, siguió con su explicación. Lucas, en cambio, siguió mirando a la chica, preso de su curiosidad. Solo cuando los ojos de ella encontraron los suyos, se sintió profundamente perturbado y se giró centrando su vista en su copia de El Hobbit repentinamente.

Plumas de Ceniza ║Seres Etéreos Libro I  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora