Parte 4

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   Después de observar como Jorge se alejaba por el camino, el señor Evans se apartó de la ventana y fue hasta la cocina.
__Es... igual... __le dijo la señora Evans sin apartar los ojos de Azul, quién con suma concentración metía su dedo en distintos frascos de dulce y lo chupaba cerrando los ojos, como si de esa forma se deleitara mas.
__Identica.
__Hasta tiene gestos parecidos.
__Si, es sorprendente. Tenemos que apurarnos.
__¿Y mí papa? __quiso saber Azul.
__Esta en el baño __le respondió el señor Evans antes de retirarse de la cocina.
__¿Se llevó el diario?
   La pregunta desconcerto al señor Evans. Pero su esposa contesto por el:
__Si, se llevó el diario.
__Uf, entonces tardará una hora. Hasta que no lo lea completo no va salir del baño. Así es mí papá
   La mujer sonrió.
__Salgamos al patio, Amalia.
__Me llamo Azul __la corrigió la nena, medio enojada.
__Ah, si, perdón __se disculpo la mujer tomándola de la mano.
   Afuera había un gran galpón de madera que, interpuesto entre el sol, que ya se escondía, y la casa, daba lugar a largas sombras espectrales que llegaban hasta los pies de la mujer y la nena.
__Mi papá es un desastre __comento Azul.
__¿Por qué dices eso, querida?
__No se. Es lo que siempre dice mí mamá. Voy al baño a llamarlo.
__No, no, es mejor dejarlo tranquilo __la detuvo la mujer con cierta violencia__. No hay que molestar a la gente mientras hace sus necesidades.
__No está haciendo sus necesidades. Debe de estar haciendo caca __la corrigió Azul. La mujer sonrió.
__Claro. Pero dejémoslo tranquilo.
   En ese momento se abrieron las dos puertas del galpón, empujadas por el señor Evans.
__¿Que hace? __pregunto Azul, señalandolo.
__Prepara el tractor.
__¿Para que?
__Tiene que hacer un trabajo.
__¿De noche? Quiero verlo.
__¡No!
   Pero Azul corrió al galpón antes de que la mujer pudiera detenerla.
   El señor Evans salía con el tractor y marchaba lentamente pero con la vista fija en la porción de campo que se veía desde allí. De pronto tuvo a la nena delante de las ruedas y un terrible y angustioso grito salió de su garganta:
__¡No, Amalita!
   Azul se apartó con un paso al costado y se cubrió los ojos. Había visto o le había parecido ver algo asombroso y terrible: al gritar, la cara del señor Evans se había transformado. Ahora Azul volvió a mirarlo y era la misma cara de antes, incluso la miraba con una expresión de dulzura, pero durante ese segundo ella había visto otra cosa. Algo... imposible.
   En ese momento llego corriendo la señora Evans y pregunto, fuera de sí:
__¿Que paso con Amalia?

La noche de los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora