El padre Juan Carlos había dicho: "Vamos hasta el lugar más alto del pueblo". De inmediato Ocho se había puesto a caminar con sus grandes zancadas. Espiga y el padre lo siguieron casi a la carrera. Al fin llegaron jadeantes a una loma desde la cual se divisaban todas las casas, un silo de cereales y los alrededores.
En lo más alto de la loma el padre se arrodilló y elevó un crucifijo al cielo.
__¡Dios mio! __balbuceo Ocho __. Está todo igual, pero es como si... pasara algo terrible... ¿que pasa?
__¡Cállate! __dijo Espiga.
Temblando, el padre Juan Carlos comenzó una oración.
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La noche de los muertos
TerrorUn hombre conduce despreocupadamente por una ruta desolada. En el asiento trasero va Azul, su hija de nueve años. De pronto el auto se queda sin combustible. Es de noche pero no tienen más remedio que caminar en busca de ayuda. Finalmente encuentran...